Balance I
Creo que va siendo hora de que hagamos un balance del gobierno que se va. En primer lugar, el objetivo primario para el cual se lo votó es para que se vayan los amarillos. Y en ese sentido, fracasó. Era el objetivo primario del gobierno. Si Massa hubiera ganado las elecciones, habría sido un éxito, pero no sucedió.
Corresponde descular minuciosamente por qué sucedió, sin simplismos ni personalismos. Y sobre todo, sin la mentira de la huevocracia.
Balance II: La vida, la salud, la educación
La primera generación de derechos tiene que ver con la vida, la salud, la educación. Sin eso no se puede laburar, comprar una casa, comer mejor, redistribuir, pensar en la ciencia, la cultura.
El gobierno de Alberto, marcado por la pandemia, tiene un rasgo muy destacable en la salud y la vida. La realidad es que Alberto nos cuido un montón. Durante la pandemia y después. Incluso es probable que se haya pasado de rosca; en un par de ocasiones creo que hicimos restricciones de más; sin embargo el sistema de salud resistió en todo momento. Los jubilados tienen medicamentos, la vacunación funciona y la salud pública con muchos defectos, funciona, funciona incluso mejor que en otros tiempos. Se han incorporado, además, cardiopatías y el aborto dentro de las prestaciones cubiertas, entre otras cosas. El plan de mil días también generó derechos a la vida y la salud de la niñez. Incluso las obras sociales sindicales funcionan bastante decentemente. Y eso también hace replantear el uso de prepagas, muy caras para tan poco servicio extra.
En educación el resultado es más mixto. El cierre de escuelas hizo estragos en las psiquis de los pibes, cualquiera que les da clase se da cuenta. Han impactado también el aislamiento social, las redes, el hambre, la sobreexplotación de trabajo. Las infraestructuras escolares siguen muy mal y eso no se puede subestimar. Se crearon universidades nuevas pero no hay una impronta innovadora. Los docentes no han perdido poder adquisitivo pero no han resuelto los problemas tradicionales de la docencia. No hay cursada completa de clases ni doble escolaridad y eso preocupa a los padres, sea por interés genuino o por usar las aulas de depósito (al fin y al cabo, también tienen que trabajar). No es causal que Milei haga énfasis en el modelo voucher, la insatisfacción es palpable.
Mención aparte la ESI que correspondería analizar en otro capítulo más cultural. La ESI ha generado conciencia y defensa de derechos, pero también mucho conflicto en torno a la enseñanza que permitió amalgamar enemigos con aliados que veían a la ESI con desconfianza. Por otro lado, la ESI no puede convertirse en un manual de juzgamiento de las personas. Y además, está bien aprender educación sexual, es necesario para la vida, pero esa no puede ser la única política de contenidos educativos. Lo que nos pasó es que fuimos con la ESI y nos respondieron con sumar y restar y leer de corrido, y algo de razón tenían.
Balance III: El empleo
Gobernar es crear trabajo, decía Perón que algo sabía de eso. Y este gobierno convivió con una pandemia que implicó mandar a la gente a su casa y no trabajar, lo que en un principio generó mucho deterioro del trabajo.
Sin embargo, se superó con creces está crisis: si miramos la tasa de desempleo del segundo trimestre de 2023 (último dato), la tasa de desempleo es la más baja desde 1987, sí, más baja que CFK y que Menem, antes de la hiper. Un momento además no tan malo de Alfonsín. El dato siempre es un problema porque las metodologías han cambiado y son trimestrales ahora, pero estamos hablando de los números más aproximados. Esto quiere decir que tenemos una buena desocupación.
El desempleo bajó respecto de Macri 4,4 puntos porcentuales, subió 2 puntos la tasa de empleo, bajó 2,1 puntos la ocupación demandante (los que están ocupados pero quieren cambiar y no consiguen) y 1,8 puntos la subocupación demandante (los que trabajan menos de 8 horas y querrían trabajar más y no consiguen).
El trabajo registrado creció, entre agosto del 19 y agosto del 23 aproximadamente 1,2 millones de puestos, aún a pesar de la pandemia. Esto implica un crecimiento del 10% respecto de Macri, o un 2,4% anual, muy por encima de la incorporación en el mercado laboral, que suele ser del 1%. Esto explica la suba del empleo en proporción a la población.
Si miramos los asalariados privados formales, en estos 4 años se crearon más de 300 mil puestos, con un crecimiento total del 5% y anual de 1,3% , por encima (aunque no tanto) del ingreso de población en el mercado. Esto significa que, de mantenerse esta tendencia, muy en el largo plazo (30 o 40 años) el empleo asalariado formal permitiría emplear a todos los habitantes. No alcanza pero es el camino correcto.
Comparemos eso con Macri, que sin pandemia y tomando 100 mil palos verdes de deuda de arriba, destruyó 225 mil puestos y decreció los puestos asalariados al 1% anual.
La creación de empleo fue más informal que formal, como se ha visto en los datos, pero no dejaron de crecer mucho los dos. No es cierto que no se generó trabajo de calidad, no es cierto que fueron todos empleos basura. Es verdad que el poder adquisitivo no fue bueno, cosa que trataría aparte en otro tema, vinculado a lo distributivo. Aún así, es algo a destacar. En el empleo de más de un millón de personas está la demostración de que el crecimiento no solo se lo quedaron 4 vivos. No es fácil crear trabajo, más en este mundo y con estas convulsiones globales, y se creó.
El empleo, con la obra pública y la política exterior fueron de las mejores cosas del gobierno de Alberto que se subestimaron. No supimos defenderlas. Y las vamos a extrañar.
*Misterioso Columnista de La Señal en Radio Gráfica.
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