En un campo de juego en condiciones deplorables, el Canaya y el Taladro no se sacaron ventaja: fue 0 a 0 en el Gigante de Arroyito, por la fecha 2 de la Copa de la Liga. La visita tuvo las más claras.
Los campos de juego en mal estado son una postal de las primeras fechas del fútbol argentino. Desde el moderno y renovado estadio Monumental, hasta la mítica Bombonera, que ni siquiera podrá albergar a Boca (será local en el Nuevo Gasómetro, de San Lorenzo) por las malas condiciones del césped. La cancha de Racing, por su parte, no se recuperó de los recitales de La Renga, y así.
De todas maneras, insuperable fue lo del Gigante de Arroyito, donde Rosario Central recibió a Banfield. Las remodelaciones en el estadio y el cambio del césped lo dejaron en condiciones deplorables, no aptas para un partido de la máxima categoría, y muchos menos en el que se presentó el último campeón.
Si la Copa de la Liga Profesional no comenzó con el nivel futbolístico esperado, poco se le pudo exigir a los equipos dirigidos por Miguel Ángel Russo y Julio César Falcioni en una cancha en tales condiciones. Centros a la nada, pifias, caídas y controles defectuosos fueron jugadas recurrentes en la tarde-noche de Arroyito.
Un centro que en el camino se desvió hacia el ángulo del arco defendido por Jorge Broun, fue la única chance de esa primera parte. El volante ofensivo Gerónimo Rivera buscó la cabeza de algún compañero, y casi sin querer terminó exigiendo al capitán y arquero auriazul.
Para jugar el segundo tiempo, Russo metió a Jaminton Campaz, pero poco pudo desnivelar. El partido había caído en un pozo, literal y metafóricamente. Las siguientes jugadas de riesgo se dieron por errores propios: el ingresado Mauricio Martínez, la primera pelota que tocó casi fue gol en contra, pero Fatura respondió muy bien. El arquero Marcelo Barovero, en el arco de enfrente, hizo lo propio con una mal rechazo de su compañero Yvo Calleros.
La otra aproximación con cierto riesgo se dio cuando Lautaro Ríos probó desde afuera y Broun atenazó la pelota contra su cuerpo pese al pique previo. El volante del Taladro volvió a patear sobre el final, ahora por arriba, y otra vez el uno Canaya respondió bien.
Lo positivo para el dueño de casa es que mantuvo y estiró el tremendo invicto que arrastra en el Gigante de Arroyito. La mala es que, en la defensa del título, aún no pudo ganar en las dos primeras fechas. Después llegó la fiesta del campeón que hizo olvidar, aunque sea por un rato, la floja actuación del equipo.
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