El Régimen de Incentivo para Grandes Inversores (Rigi), incluido en la media sanción de la ley bondi reducida, abre la puerta a capitales de dudoso origen y la fundación de una gran guarida para buitres y narcos de todo pelaje y color.

Los bloques “dialoguistas” se arrodillaron ante Javier Milei, y le rindieron como ofrenda la media sanción a una ley bondi jibarizada que propone la desarticulación del Estado tal cual argentinas y argentinos lo concibieron durante más de un siglo.

Si la ley finalmente prospera en la Cámara alta, las normas que protegen al trabajador, los organismos que regulan la salud, la economía, la seguridad y todos los aspectos de la vida cotidiana que el mercado no puede preservar ni tiene interés de hacerlo, serán pulverizados.

De entre todas las iniquidades que representa este plan de miseria planificada –reformas laboral y previsional, paquete fiscal, reforma del Estado, etc–, sobresale un aspecto que tiende a colonizar el Estado en aquellos rincones a los que aún no había llegado a desplegarse con todo su poder la angurria financiera organizada, merced a una feroz desregulación que favorece el ingreso a la economía formal de capitales de dudoso origen, tan oscuros como pueda imaginar hasta el más incauto de los analistas.

La iniciativa del blanqueo de capitales, que todo indica fue redactada por dos asesores de Milei, Federico Sturzenegger –presidente del Banco Central durante la gestión de Mauricio Macri– y el economista Maximiliano Fariña, permite que los beneficiarios sean exceptuados de “toda acción civil y por delitos tributarios, cambiarios, aduaneros e infracciones administrativas” derivados del “incumplimiento de las obligaciones vinculadas o que tuvieran origen en los bienes, créditos y tenencias que se declaren”.

Tal como lo consignó el portal de noticias El Ágora Digital, el tiempo mínimo para que ex funcionarios puedan ingresar al blanqueo “ya no sería de 10 años, como en blanqueos anteriores, sino que se reduciría a 5”. Y agrega: “Es decir, este lapso no incluye a la administración de Cambiemos, de la que el propio Sturzenegger fue parte”.

En síntesis, quienes accedan, incluidos Macri y sus funcionarios, pueden blanquear sus capitales en forma gratuita, sin hacer frente a penalidad alguna y sin topes, con la sola condición de mantener esos fondos en la Argentina hasta diciembre del año próximo.

¿Un Estado mafioso es posible?

La civilización humana se dio a sí misma un modelo de organización social con un Estado rector, que administra justicia, seguridad, educación y salud y, en mayor o menor medida, regula y controla la economía.

Por definición, el Estado no puede ser una organización criminal. Por el contrario, debe ser el que se encarga de prevenir y sancionar el crimen, mediante reglas y códigos que le ponen un límite a las acciones individuales y colectivas.

A nivel universal, el liberalismo y el marxismo tienen concepciones distintas acerca del Estado, sus funciones, el alcance de las mismas, el sujeto histórico a preservar, el corpus legal que lo rige, pero en modo alguno lo niegan o apuntan a su eliminación. Sólo el anarquismo, ya sea en sus vertientes capitalista y socialista, consideran una sociedad sin Estado, al que por diversas razones, algunas convergentes, consideran enemigo del ser humano.

El anarcocapitalismo, el ideario proclamado por Javier Milei, no nace de un repollo: es una concepción filosófica, política y económica que surge de la llamada Escuela de Austria, que postula la abolición absoluta del Estado “en favor de la soberanía individual a través de la propiedad privada y el libre mercado”.

La Escuela Austríaca pone el foco en diversos encuadres que la constituyen, como el individualismo metodológico; el subjetivismo del valor; el utilitarismo de la acción y el marginalismo de los precios. El padre de estas ideas es Carl Menger, considerado fundador de la escuela y uno de los principales teóricos de la “revolución marginalista”, pero junto a él puede citarse a Eugen Böhm von Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich von Wieser y Friedrich Hayek.

Milei los leyó y quedó poseído por ese corpus de ideas inaplicables no tanto por su audacia sino por el propio devenir del sistema capitalista, que considera al Estado como un socio conveniente, prestamista de última instancia y/o molesto intruso, según las circunstancias.

Es interesante detenerse en los conceptos con que el Instituto Mises de Barcelona define las diferencias entre la escuela austríaca y las escuelas intervencionistas: “Las diferencias de la escuela austríaca con otras escuelas económicas de la actualidad como la keynesiana son muy notables, ya que tienen que ver con la concepción de la economía en general. Para la escuela keynesiana, la economía es una ciencia exacta, que puede y debe ser regulada por un estado, mientras que la escuela austríaca defiende que es importante dejar que el mercado se autorregule y que la intervención estatal sólo empeora el curso de la economía”.

En tren de cotejar los postulados académicos de los libertarios anarcocapitalistas con las habituales diatribas de Milei, en ningún caso aquellos hablan del Estado como un promotor de actividades delictivas como las que perpetran las mafias o el crimen organizado.

Milei no sólo ha definido al Estado como “una organización criminal”. Ha llegado a deshacerse en elogios al mafioso ítalo norteamericano Al Capone y a sostener en vivo y en un canal de la televisión chilena una frase que quedará para la posteridad: “Si tengo que elegir entre el Estado y la Mafia, elijo la Mafia, porque la Mafia tiene códigos y la Mafia compite”.

Capone, el jefe mafioso, está muerto, por lo que ahora lo que importa son los mafiosos actuales, los que están en las preferencias del mandatario y se encuentran incluidos entre los beneficiarios del proyecto que el diputado Rodolfo Tailhade llamó “Ley Pasta Base”.

Milei se propone transformar en un hecho la paradoja de un Estado mafioso, con la íntima convicción de que hará implosionar al objeto de su mayor odio. Lo está logrando gracias a una vieja entente gorila con renovadas siglas: la UCR realmente existente y su proverbial genuflexión; la Coalición Cínica bajo el mando de Republilita Carrió; los socios dark del macrismo sin distinción de pelaje y los auto percibidos “peronistas”, bendecidos por quienes –como Guillermo Moreno– enarbolan el peronómetro como los diáconos bambolean el incensario en las iglesias.

Es realmente necesario ponderar la férrea oposición del bloque de Unión por la Patria a esta criminal iniciativa. El esfuerzo realizado por el jefe de esa bancada, Germán Martínez, para mantener unidas las piezas de un complejo y heterogéneo grupo de legisladoras y legisladores merece un reconocimiento especial.

Abriendo la Caja de Pandora

El mismo día en que un millón de personas se movilizó en todo el país contra las políticas de Javier Milei hacia la educación pública, pero con el trasfondo de otros reclamos, un medio digital porteño publicó un alarmante informe sobre las intenciones del gobierno libertario en torno del llamado “Régimen de Incentivo para Grandes Inversores (Rigi)”, un eufemismo para enmascarar el deseo explícito del presidente de blanquear el ingreso de capitales sin importar su origen, con los riesgos que ello conlleva.

El título del artículo de La Política Online (LPO) lo decía todo: “El Gafi advirtió al Gobierno que el régimen de grandes inversores convertirá a la Argentina en un refugio del lavado”. La sigla responde al Grupo de Acción Financiera Internacional, un organismo intergubernamental creado en 1989 por el entonces G8. Tenía por objeto “desarrollar políticas que ayuden a combatir el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo”.

Sus oficinas centrales y el secretariado del Gafi funcionan en la sede de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) en París, y en modo alguno se trata de una institución “progresista”, anticapitalista, sino un organismo que intenta regular lo más oscuro de las transacciones financieras globales para que la cosa no se le vaya de las manos.

En la bajada del artículo de LPO se explicaba de qué va la cosa: “La máxima autoridad financiera a nivel internacional contra el lavado anticipó de manera informal sus objeciones al RIGI. «Argentina se convertirá en un paraíso fiscal», es el diagnóstico”.

El borrador del informe del Gafi, según LPO, contiene objeciones gravísimas: “El mencionado Registro (el Rigi) es una puerta de acceso camuflada con visos de legalidad para que capitales provenientes del tráfico de estupefacientes, armas y personas entre otros, ingresen al circuito económico y financiero de la República Argentina sin exigencias reales de licitud de origen y trazabilidad”.

Si esa iniciativa se suma al proyecto de blanqueo de capitales que se incluyó en el paquete fiscal y que permite que pueden ser beneficiarios aquellos que hubiesen ejercido cargos públicos excepto en el último lustro se estaría ante un esquema de piedra libre que pondría en la cima del poder a narco lavadores, fondos buitre, la banca off shore y los conocidos de siempre del staff financiero local.

Cómo habrá sido el grado de marginalidad delictiva que conlleva el proyecto que una fuente del bloque Hacemos –conducido por Miguel Ángel Pichetto– llegó a decir: “A ningún gobierno se le niega un blanqueo, pero si lo votamos tal como está planteado podemos terminar presos”.

Por esa razón fueron modificados algunos puntos del texto original, pero sin dejar de ofrecer agujeros a través de los que podrán colarse capitales de origen más que incierto y, según afirman los especialistas, provenientes de actividades ilegales como el narcotráfico y la fuga de capitales.

El diputado cordobés Juan Brugge de la bancada Hacemos, especialista en lavado de activos, sentenció: “Así como está presentado modifica el código penal e incumple los acuerdos internacionales establecidos y los compromisos ante el Gafi”.

Como todo el mundo pudo ver, Milei defendió ante el operador de medios Alejandro Fantino la necesidad de un blanqueo para traer dólares sin importar su procedencia. El presidente, ante la razonable pregunta respecto de que podrían originarse en actividades ilícitas, respondió: “Algunas cosas que los políticos definen como delito para mí no son delito. Y sin embargo, emitir dinero sí es delito. Reventarle la cabeza al pagador de impuestos no, eso está bien. Que 50 mil dólares pueda usarlo sin problemas te parece bien. Si quieren que usen 50 palos verdes, me importa un rábano”.

Luego agregó, sin que nada lo conmueva: “Habrá que cambiar algunas leyes”. Y ese capítulo de la charla culminó así:

—AF: Pero va preso de acuerdo a las leyes de ahora.

—JM: Me importa un rábano. Habrá que hacer un blanqueo más flexible para que puedan blanquear.

El martes 30 de abril, el mandatario logró ese objetivo a medias, de la mano de algunos amiguitos a los que no hace mucho calificó de “ratas”.

Ahora, la gran mayoría de argentinas y argentinos –que incluye a quienes votaron este experimento criminal– depende de que el Senado de la Nación le ponga un límite o convalide esta destrucción sistemática de derechos.

La moneda está en el aire, y el aire está viciado de intereses oscuros y destructivos.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 04/05/24

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