El VAR sobre el “gol” de la inflación. Internas para dar sobrevida al experimento libertario. Yanquis nerviosos. Empresarios disgustados y un Rigi que apunta al corazón de la riqueza nacional. Indicios y señales de un cambio de humor general.

La imposibilidad que encuentra Luis Toto Caputo para conseguir los dólares que le permitirían salir del “cepo” a Javier Milei está generando movimientos tectónicos que ya son registrados por el establishment de cabotaje y –lo que preocupa más al Presidente– del que tiene sus oficinas en Washington.

Los detalles más escabrosos del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (Rigi) encendieron luces de alerta en el conglomerado pyme y, también, entre los grandes industriales, que ven en ese instrumento la pala que cavará la fosa de su sector y, como consecuencia, de su poder relativo.

El Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec) divulgó la cifra de la inflación de abril, que se clavó en el 8,8 por ciento. El Gobierno, o mejor dicho el Presidente, lo celebró en clave futbolística. Si existiera un VAR para revisar si fue gol o no –como Milei gritó en sus redes– todo indica que el tanto sería anulado.

Ruidos por arriba

Las llamadas que recibió un CEO de una compañía energética acreedora del Estado conmovieron a todos los actores de la política económica, dentro y fuera del Gobierno. Y hay cuestiones que justifican con creces las razones de esa tembladeral: ¿Quiénes llamaron? ¿Por qué no lo hicieron a un funcionario argentino? y ¿De qué hablaron?

Tres de las llamadas se originaron en oficinas de Washington. La restante tiene característica telefónica de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Una provino del Fondo Monetario Internacional (FMI), otra del Departamento de Estado, una tercera del Departamento de Energía estadounidense y la cuarta de la embajada yanqui en la Argentina. El destinatario fue Martín Genesio, presidente de AES Argentina, la empresa norteamericana generadora de energía eléctrica. Y el contenido puede resumirse en la frase de tres palabras que todos plantearon: “¿Qué está pasando?”.

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

Y lo que está pasando es que El Experimento Milei incluye un capítulo no conversado con las generadoras de energía: una lisa y llana “ruptura de contratos”. Está pasando que, sin que alguien esté seguro a esta altura de quién fue la idea, el Gobierno decidió pagar con un bono a 14 años la deuda que desde el 10 de diciembre pasado mantiene con las compañías generadoras. Y está pasando que no se trata de chaucha y palitos: son mil millones de dólares.

La reacción del Gobierno –más bien de un ala del mismo– fue más rápida que la respuesta de Genesio a sus interlocutores: inundaron los WhatsApps de sus operadores de prensa con versiones que daban con un pie y medio afuera de su despacho al ministro Luis Toto Caputo.

La complicada expansión del “fenómeno barrial”

Esos sordos ruidos ya han trascendido las paredes de la Casa Rosada y de la Quinta de Olivos. Las llamadas desde Washington no son las primeras y no serán las últimas señales de la dimensión que va adquiriendo la interna hacia las entrañas del minúsculo pero activo espacio de La Libertad Avanza (LLA).

El fin de semana pasado casi todos los medios publicaron notas o editoriales sugiriendo que Toto Caputo pasaba por su peor momento desde que Milei asumió, agregando que los rumores de alejamiento del gabinete eran moneda corriente en la Casa Rosada.

Esa “información” tuvo su origen en las entrañas del poder libertario, más específicamente en el despacho de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei y en el celular del asesor multitask Santiago Caputo, binomio que viene manteniendo una fuerte disputa de poder con otro tándem integrado por el propio ministro de Economía y el jefe de Gabinete Nicolás Posse.

Esa interna que comenzó siendo sorda pero ya tiene rasgos de fractura expuesta se justifica en dos cuestiones que tanto la hermana del Presidente como el superasesor consideran de vital importancia para comprarle futuro al experimento libertario: la sustentabilidad del plan económico y la caja para hacer política.

El Jefe ya venía sembrando indicios de que su intención es desplegar un armado propio en diversas jurisdicciones en las que LLA no cuenta con mileístas químicamente puros y depende de presta sellos o de fuerzas que, para ella, no resultan confiables de cara a las elecciones legislativas del año próximo. Pero esa voluntad de ampliar el “fenómeno barrial” que es el origen del mileísmo choca con la realidad de cada distrito y da la sensación de que hace falta algo más que buenas intenciones.

Pudo constatarse en CABA, donde ese avance de Karina puso en riesgo el acuerdo de su hermano con el jefe de Gobierno Jorge Macri, de quien el mandatario nacional necesita los votos para que se apruebe la Ley Bases.

El desembarco en Rosario de la hermana presidencial, acompañada por Martín Menem y la diputada nacional por Santa Fe Romina Diez, en quien El Jefe depositó su confianza para el armado santafesino de LLA como fuerza nacional, dejó la sensación de que a los libertarios no les sobra nada, pero también de que entienden que no pueden seguir dependiendo de extraños o presta sellos como José Bonacci.

La legisladora mileísta de Santa Fe desmintió que haya internas o división entre los libertarios: “No hay ninguna interna, gracias a Dios, en el partido. No la llamemos”. No es lo que opinan otros sectores que se alinean con Milei, que plantean un debate aún no resuelto: la construcción de un frente o la consolidación del partido. En la primera de las propuestas se encuentra el Partido Libertario, que fue –junto a Unite, de Bonacci– el que le permitió al actual presidente cosechar los votos en Santa Fe.

Y a contrapelo del ruego de Diez, parece que en Mendoza alguien llamó convocando a la interna, porque Karina tuvo que suspender su visita a esa provincia a partir de un fuerte desaguisado entre los sectores de LLA. En el distrito cuyano el mileísmo también se conformó en torno del Partido Libertario, y ahora esa fuerza choca con el armado de la diputada Lourdes Arrieta, alineada a Karina.

La intensidad de la puja llegó a extremos inauditos: el Partido Libertario local presentó una grave denuncia, al sostener que Arrieta y su sector anotaron a personas fallecidas como firmantes adherentes a la creación de LLA en la provincia. Al enterarse del escándalo, Karina devolvió los pasajes de avión.

En otro distrito, Río Negro, el armado de Karina parece marchar viento en popa desde el 13 de abril, cuando LLA de esa provincia inició el trámite de reconocimiento formal ante la Justicia. Aunque se espera la visita de la secretaria general de la Presidencia, aún nadie pudo confirmar fecha ni espacio físico, sino tan sólo que sería en Viedma.

En abril Karina ya estuvo también en Salta, adonde viajó junto con el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, se reunieron con el inefable diputado Alfredo Olmedo –que les prestó uno de sus sellos– e incluso con el gobernador Gustavo Sáenz.

Salta es una de las provincias en las que LLA ya tiene categoría de partido, por lo que la visita de la hermana armadora tuvo como propósito consolidar el espacio e ir barajando el naipe camino a las legislativas de 2025.

En ese sentido, algunos de los que no se animan a enfrentar a Karina abiertamente, pero que no están en su círculo áulico, se preguntan por estas horas si la funcionaria de mayor peso del Gobierno no se estará apurando demasiado. “Nadie sabe si llegamos a fin de año y esta muchacha está pensando en las elecciones de medio término”, susurró a este medio una fuente libertaria.

No es la única figura del mileísmo que pone de relieve los límites que está encontrando la expansión del fenómeno barrial para trasladarlo a nivel nacional.

Ruidos por abajo

Los problemas de Milei parecen ser importantes en la superestructura, pero lo cierto es que lo más ruidoso que tiene frente a sí la gestión libertaria es por abajo.

En la semana se conoció un relevamiento nacional que fue realizado por 15 universidades nacionales públicas y deja a la intemperie las preferencias de grandes mayorías respecto de temas clave: educación y salud públicas, rol del Estado y los límites del mercado, entre otros.

El estudio forma parte del proyecto “La distribución en disputa: las políticas por la igualdad y sus soportes sociales desde la perspectiva del análisis de clase”, que lleva adelante el Programa de Investigación Regional Comparada de la Estructura Social Argentina (PIRC -ESA), y arrojó datos que ponen en jaque los postulados de la administración libertaria.

Por ejemplo, el 78 por ciento de los consultados se manifestó en contra del arancelamiento de la atención en hospitales públicos. En la misma línea, el 86 por ciento opinó que el Estado debe ser garante de la educación primaria y secundaria; el 83,5 respondió estar en contra del arancelamiento a las universidades; el 81 se mostró a favor de la regulación y del subsidio de tarifas y servicios, y el 76 por ciento sostuvo que el Estado tiene que intervenir en el mercado inmobiliario y poner un tope a los alquileres.

El sondeo, de alcance nacional, fue desarrollado entre abril y mayo de este año, se utilizó una encuesta probabilística presencial con un universo de 1.500 casos, y se consultó a personas de entre 18 y 69 años.

Según expresó a Página 12 Verónica Maceira, docente e investigadora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, quien participa del PIRC -ESA, el estudio es “un adelanto de una investigación grande, con distintos niveles de análisis”. El propósito de divulgarlo en este momento es claro: “Entendemos que los núcleos de consenso que se relevan a través de este instrumento suponen puntos de partida distintos a los que se están dando por supuestos en gran parte del debate actual sobre los cambios normativos”.

En síntesis, la investigadora entiende que ese mayoritario posicionamiento respecto del rol del Estado “puede ser una advertencia importante para todos los actores políticos, pero sobre todo para aquellos que están en este momento con la responsabilidad de discutir estos cambios y sostienen una orientación hacia una mayor democracia y menor desigualdad social”.

Si se toma nota, esto es tan cierto como contundente: cuando se tocaron, por ejemplo, temas laborales, el 83 por ciento se expresó a favor de aumentar las penalidades a las empresas que tienen a sus trabajadores en negro. Sobre el tema jubilatorio, el 72 por ciento cree que el Estado “debe garantizar la jubilación de quienes no hayan realizado aportes suficientes en su vida activa”. Un 93 por ciento opinó que es necesaria una política de subsidio a los medicamentos para los adultos mayores y otro 82 por ciento sostuvo que “es obligación del Estado proveer alimentos a los comedores populares”.

Si bien es cierto que los niveles de apoyo a Milei todavía se encuentran en niveles altos, el Gobierno debería poner el oído a los sordos pero extendidos ruidos que por abajo se están transformando en grito.

No parece ser que ello ocurra. Lo prueba el feroz ataque contra las organizaciones sociales que se desplegó esta semana, usado para justificar la criminal decisión de no enviar alimentos a los comedores comunitarios y la persistencia en no proveer medicamentos a enfermos de cáncer y otras graves enfermedades cuyo tratamiento es altamente costoso.

El Presidente, en su cuenta de la red social X festejó el índice del 8,8 por ciento publicando la palabra “Gol”. Su abominable vocero, Manuel Adorni, consideró que no se trataba de una celebración, mostrando que lo suyo es el video juego Age of Empires y no el fútbol, y soslayando que si existiera el VAR en la política, ese presunto gol sería anulado por dejar en offside a la gran mayoría de la sociedad.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 18/05/24

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