La actriz y directora rosarina, que actualmente participa en obras de teatro en Buenos Aires y dicta talleres sobre el uso de la voz en el escenario, repudia los embates de Milei pero asegura: “La cultura es imparable. A ese deseo, a esa energía no la para nadie”.

Claudia Cantero, actriz y directora rosarina que debutó en el cine nacional con La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, y que participó en más de 30 películas y obras de teatro, continúa con sus proyectos. Dicta el seminario Voz dramática, para actores, y actúa en dos obras en la ciudad de Buenos Aires.

Claudia Cantero trabaja desde hace años como actriz y dictando cursos sobre el uso de la voz para la actuación, un trabajo técnico, que forma parte de una investigación y que ella llama Voz dramática. “Yo creo mucho en la investigación. Algo que ha ido perdiendo lugar para dar paso a la inmediatez. No es una crítica, son otros tiempos, otras necesidades. Otras pretensiones. Sería muy injusto generalizar pero tengo la sensación de que se va perdiendo el gusto por el conocimiento. Las redes sociales son un reflejo de eso. La opinión tiene el mismo valor que el saber sobre un tema”. Actualmente las clases se promocionan con modalidad mixta: virtual para quienes no están en Buenos Aires y presencial. También está trabajando en otras propuestas: actúa en Lorca el teatro bajo la arena , de Laura Paredes, y La débil mental, un proyecto de Cristina Banegas, con Ingrid Pelicori.

A pesar de su innegable talento para la actuación, Claudia es graduada en otra carrera: estudió en la Universidad Nacional de Rosario y es bioquímica. En paralelo a ello, hace tiempo atrás empezó a estudiar actuación y confiesa: “Fueron muchos despertares juntos. Empezaba la democracia. Estoy en esto hace más de 30 años, de distintas maneras. Tuve que hacer la cuenta. ¡Qué fuerte!”.

Entrevistada por El Eslabón, la artista dice que sus referentes fueron Ricardo Bartis y Guillermo Angelelli. Tan opuestos pero tan complementarios. “Empecé a trabajar en Buenos Aires mucho antes de mudarme. Viajaba semanalmente. Hice De mal en peor, obra emblema de Ricardo Bartis, estuve durante cinco años viajando y en ese tiempo hice películas allá también. Me repartí como pude”. Y fue cuando su hija ya más grande quiso ir a Buenos Aires que se dio el permiso de ir a probar cómo sería poder vivir de la actuación. “Cuando quise hacerlo en Rosario, no pude. Ahora creo que sería más posible. En ese momento sólo podían vivir de la actuación quienes actuaban en sitios como bares. Armé un proyecto con Luis Machín y Cristina Banegas, y fue un piletazo”, recuerda con entusiasmo. Asegura que tuvo un costo económico enorme pero que el costo emocional fue mayor al que imaginaba. 

La experiencia de Claudia como mujer trabajadora en la industria cultural a lo largo de su carrera ha sido bastante audaz y asegura que no se la ha castigado poco por ello. “Recuerdo una vez un pibe que viéndome bailar me dijo muy enojado, ¿por qué crees que podés hacer eso? Petrificada quedé ¿A qué se refería? ¿Cómo me animaba al despliegue? Pura envidia del patriarcado. Y por eso cuando pueden te la dan”. En tal sentido afirma: “Mi generación se crió y se educó con la idea de que el maltrato servía para aprender. Muchos se han sentido muy cómodos con esa teoría. Y algunos han tenido que replegarse a partir de que el feminismo se impuso. Y no hablo sólo de hombres. Todos debemos deconstruirnos de esos mandatos. Tenemos que aprender de nuestros hijos, ellos ya están en otra”. A pesar de todo ello, remarca “Sigo sintiendo que no digo todo lo que quiero. Y que no lo digo porque caigo tarde. Porque es tan profundo ese miedo que muchas veces es un enorme trabajo verlo”. 

Cantero fue parte en sus inicios del gran colectivo de actrices argentinas que en 2018, junto a colegas, lucharon por la legalización del aborto. “Eso fue enorme. Fue un momento grandioso. No formo parte ya pero creo fervientemente en que será el feminismo el que transforme el modo de ver la realidad”. Haciendo referencia a una anécdota, cuenta que hace unos días vio una publicidad que expresaba: “Maneje bien, hágalo como una mujer”. Y exclama “¡Qué montón!, ¿no? Muchos hombres siguen considerando a las mujeres como seres inferiores. Es el patriarcado el que tiene que desaparecer. Pero ya hay nuevas generaciones que están a años luz de eso. Con la ultraderecha en el poder vamos a tener que discutir todo de nuevo. Son el medioevo”.

En relación al contexto sociopolítico actual del país la artista reflexiona sobre el hecho de que la ley bases tenga media sanción: “Me hace pensar que estamos perdiendo. Que no le importa a nadie más allá de que los compañeros le han puesto el cuerpo para defender las instituciones que hacen al desarrollo cultural”. Y sospecha que “esas cámaras están plagadas de traidores a la patria, a su gente, incluso a sus propios votantes. Es una decepción enorme. Creo que estamos a nada de pedir «¡que se vayan todos!»”. Luego de una pausa, y con los ojos húmedos, manifiesta: “Pero la cultura es imparable. Andá a alguna sala independiente donde pibes muy jóvenes te vuelan todos los pelos, existen pibes como Wos. A ese deseo, a esa energía no la para nadie. Nadie, ni nada”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 01/06/24

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