La construcción de coordenadas que nos permitan hacer pie en tiempos como el que nos toca es una necesidad. Poder pensarnos en contexto es un primer paso, situar nuestro conocimiento en el aquí y ahora implica una cantidad de temas a tocar, de disciplinas a abordar, de sentidos comunes a desmenuzar. 

Pensar la complejidad nunca fue fácil y en estos tiempos, en los que nuestra capacidad de discernimiento se ve obnubilada por la cantidad de información, de datos generados especialmente en las plataformas digitales y viralizados a través de redes sociales, complica aún más la tarea. Según Franco Bifo Berardi, la capacidad crítica se funda en la confianza, en la certeza que brinda la seguridad de que las fuentes a las que acudimos son certeras. Esta confianza se construye en el vínculo afectivo. Generalmente, la madre era quien brindaba ese conocimiento en las sociedades alfabetizadas. En las sociedades post alfa (post alfabéticas) los niños pasan más tiempo en las pantallas que en el vínculo con sus afectos. Esto también es producto de la destrucción del estado de bienestar por parte de las políticas neoliberales que obligaron a todos los miembros de la familia a trabajar. Sin esa confianza, el espíritu crítico dejó de poner en cuestión el manejo de la opinión pública por parte de los multimedios hegemónicos, de los medios digitales pertenecientes a los grupos económicos, y por consiguiente, a no poder distinguir una noticia falsa de una verdadera. En el medio, el neoliberalismo y sus promesas de que los avances tecnológicos y el aumento de las riquezas redundarían en la mejoría de la vida de las personas, se fueron esfumando en el transcurso de los años 90. Grandes sectores de la población fueron arrojados a la pobreza y la indigencia. La sensibilidad busca ser desterrada, como también la solidaridad, la empatía o cualquier otro sentimiento que signifique cuestionar la distribución aberrante de la riqueza. Lo único que derrama esta sociedad son símbolos de status social, a lo único que apunta es a los deseos más profundos, para desde allí ofrecer objetos y servicios sustitutivos del deseo de transformar esta sociedad en un lugar más habitable e inclusivo. Para ello es importante la competencia, la percepción del otro como competidor, la individuación y el aislamiento, la segmentación. La violencia de las finanzas y la economización del conocimiento, de todos los campos disciplinarios, y de la educación superior, generan un marco perfecto para ello. 

¿Podemos pensar la democracia desde este marco? ¿Qué busca esta nueva derecha encarnada por Milei? La nueva derecha autodenominada libertaria encaró la destrucción del Estado como bandera. Sin embargo, esa destrucción no ocurrió, sino que convirtió al Estado en garante de la gobernanza financiera, y de sus algoritmos. La democracia fue incapaz de frenar esta depredación, y las clases populares se inclinaron hacia discursos de odio y catarsis digital.

Las elecciones presidenciales en Argentina son la continuidad de un fenómeno que también ocurrió en Brasil y en EEUU, por citar solamente las más emblemáticas, por cercanía y por afectación en nuestras políticas públicas, de las experiencias mundiales. La tecnología avanza mucho más rápido que la conciencia social. En esta era de comunicación y velocidad se produce un apagón en la sensibilidad y la razón. Domina la estupidez, en palabras de Bifo. La codicia, el egoísmo y el cinismo sólo pueden ser enfrentados desde la imaginación.

Por otro lado, Diego Fusaro, filósofo italiano, plantea que estamos en una sociedad en la que se ha logrado aniquilar, a través del consenso, cualquier diferencia, todo modelo alternativo, en un pensamiento único que pretende haber conciliado lo posible con lo real. Hace un recorrido por la historia entendiendo que el disenso es decirle que no al poder, a un estado de cosas, o al discurso dominante. El consenso es pasivo, el disenso no. El poder apunta siempre a exiliar el disenso. La democracia tiene que estar basada en el disenso, porque es la manera de integrar a todas sus expresiones.

Las sociedades de masas son cada vez menos democráticas por el vaciamiento de la soberanía popular, por la desigualdad social y por la creciente atrofia en las formas de disenso por la no aceptación de la diferencia. Fusaro habla de un conformismo generalizado en el que todos sienten y piensan igual, sin identidad ni personalidad, sin trabajo estable, sólo consumidores, sin fuerza crítica, inmaduros, atrapados por la diversión y la no necesidad de pensar. 

En estas sociedades se permite pensar contra el poder, siempre y cuando se esté inmerso dentro de la lógica de producción y consumo: ya no existe la rebeldía. Para Fusaro, el acontecimiento que inaugura definitivamente esta fue en 1989: la caída del Muro de Berlín. A partir de allí se produce la rebelión de las élites que van por todo, por los derechos que habían convertido al esclavo en trabajador, y se encuentran con un individuo sin conciencia de clase e incapacidad total de resistir.

El pensamiento único neoliberal es el lugar en el que se resume la imposibilidad de cuestionar algo. Se pierden derechos, haciéndolos ver como privilegios. El poder predica la imposibilidad de cambiar el mundo, por ello no se puede pensar la alteridad. Preferimos cuestionarnos nosotros antes que plantear el disenso. Crecimiento del encierro, de ser ermitaños. Somos conformistas, y cuando cuestionamos algo, es en base a las propias reglas del juego del sistema. Disenso controlado, disentimos con los que disienten, constituimos consenso, callamos. Fanatismo económico.

Aparecen muchas dicotomías, como occidentales y musulmanes, homosexuales y heterosexuales, vegetarianos y no vegetarianos, todas oposiciones en las que nunca aparece la más profunda y de fondo, pobres y multimillonarios, dueños de cada vez más y trabajadores o desempleados. Hoy es más fácil para un vegetariano identificarse con un rico vegetariano que con un trabajador precarizado, aunque su realidad sea parecida. 

Plantea también que esta dominación no se sostendría sin la clase intelectual, el clero periodístico y el circo mediático que concluyen cualquier debate social en los preceptos del monoteísmo de mercado, el odio a los oprimidos y el amor por los opresores. El capitalismo es heterófobo, no admite una alteridad que ponga en cuestión la apropiación desigual de la riqueza y para ello limita lo posible a lo real. Somos libres impidiendo la utopía de vivir en un mundo más justo. El consenso social está sustentado por algunas cuestiones que hacen a la vida de las personas. El lenguaje se reduce cada vez más, en consonancia con la posibilidad de crítica de la sociedad, la universalización del inglés comercial es prueba de ello. La idea de salvación individual, el sueño americano, que se actualiza en función de los bienes y servicios que el mercado tiene para ofrecernos, y la libertad como posibilidad de hacer todo lo que queramos que no implique cuestionar cosas de fondo. La economía como justificación incuestionable de las políticas públicas a llevar adelante son algunas de esas cuestiones.

Salir del fatalismo se hace imperioso. Para ello hay que poder pensar el presente como posibilidad, superar las diferencias entre los humillados del sistema y poder pensar diferente como proyecto político.

Si bien estos autores se refieren a la realidad europea, y los países latinos tienen otra dinámica sociocultural, podemos vislumbrar unos cuantos fenómenos que se repiten a lo largo de los últimos 40 años en diferentes lugares del planeta, y que nos sirven para reflexionar acerca de los avances de la derecha. Entender cómo se fueron instalando algunos mitos que hoy se convirtieron en modelos de gestión pública, en preceptos culturales, en esquemas institucionales y empresariales nos permiten visibilizar y comprender por dónde pasa la manipulación y cómo llegan al poder partidos políticos que prometen hambre y miseria a sus votantes.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 08/06/24

¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 3000 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.

Más notas relacionadas
Más por Mariano Paulón
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Argentina le ganó a Canadá en el inicio de la Copa América

La Selección argentina venció por 2 a 0 a Canadá, en el partido inaugural de la Copa Améri