Hace veinte años murió el joven líder de Los Delinqüentes, a quien se reconoce por crear una mística particular: el sentimiento garrapatero. Este artículo está dedicado a la memoria de Er Migue Benítez (1983-2004), en el vigésimo aniversario de su fallecimiento.
El 6 de julio de 2004, en Jerez de la Frontera, España, falleció Miguel Ángel Benítez Gómez a los 21 años. Migue fue el líder de Los Delinqüentes, banda que fundó junto a su amigo «El Canijo de Jerez» (Marcos del Ojo Barroso). Poco después, al dúo original, se unió Diego Pozo «El Ratón». La banda ganó popularidad rápidamente, destacándose la creatividad y liderazgo de Migue.
En sus interpretaciones, la voz rasgada de Migue capturaba una fusión única instalada entre Camarón de la Isla y el aire de la calle, creando un vértice afilado y disruptivo que iluminaba su destreza artística. Sus discos con Los Delinqüentes y el proyecto póstumo, un Disco-Libro “Cómo apretar los dientes”, editado por su hermano Manuel Benítez, subrayan su notable legado artístico. Miguel Benítez falleció por una afección cardíaca, luego de sufrir en un periodo breve de tiempo, tres brotes psicóticos. Después de la trágica pérdida de su líder, Los Delinqüentes no se disolvieron. La banda continuó su camino, rindiendo homenaje a Migue Benítez y perpetuando su legado. Entre 2004 y 2012, Los Delinqüentes lanzaron varios álbumes que continuaron con el espíritu garrapatero, incluyendo «Recuerdos Garrapateros de la Flama y el Carril» (2006), «Bienvenidos a la Época Iconoclasta» (2009), y «Los Hombres de las Praderas y sus Bordones Calientes» (2010).
El breve tiempo de la creación
En 2001, Los Delinqüentes lanzaron «El sentimiento garrapatero que nos traen las flores», obteniendo gran popularidad. Sin embargo, en mayo de ese mismo año, Miguel Benítez sufrió su primer brote psicótico, lo que marcó un punto crítico en su vida y en su carrera. A pesar de esto, en 2003 la banda publicó «Arquitectura del aire en la calle». No obstante, la promoción del disco se vio interrumpida cuando decidieron hacer una pausa para que Migue pudiera atender sus problemas de salud.
Según informaciones públicas que han sido ampliamente difundidas, tras sufrir aquel brote desencadenado por una mala experiencia con una pastilla, compuso una canción titulada “La caja de mi mollera», donde reflexiona sobre aquella vivencia. La letra de la canción evoca la disociación de la realidad y cierta desorganización del pensamiento características de la psicosis. También presenta un testimonio literal: “quiero dejar escrito / la flor de mi sentimiento”, ideas que podrían explorarse a través del psicoanálisis.
Debido al deterioro de su cuadro, en 2003, Miguel ingresa en un centro de rehabilitación, poco tiempo después de que el público de Los Delinqüentes tuviera en sus manos el segundo disco del grupo: “La arquitectura del aire en la calle”. Esta internación temporal tiene al menos dos consecuencias destacadas que se encadenan entre sí. Primero, el grupo realiza presentaciones sin él, marcando una separación entre Miguel y Los Delinqüentes. Segundo, Miguel decide continuar su carrera sin la banda, trabajando en su proyecto solista junto a una nueva formación «Los Matajare». Esta decisión podría reflejar una búsqueda de autonomía y una necesidad de expresar su visión artística de manera individual.
Un más allá del duende garrapata
Gran parte de la imagen que tenemos de Migue Benítez y del sentimiento garrapatero que lo rodea, especialmente para quienes estamos separados por un océano de su Jerez natal, se debe en gran medida al trabajo de su hermano Manuel Benítez. Manuel desempeñó un papel crucial en la edición del disco «Cómo apretar los dientes» (este trabajo combina música y poesía), una obra que no sólo captura la esencia artística de Migue, sino que también ha contribuido significativamente a preservar y difundir su legado entre los seguidores del movimiento garrapatero. Ante la pregunta ¿Cómo se puede definir el sentimiento garrapatero? Manuel Benítez, hermano de Miguel, responde:
«Hombre, garrapatero es la palabra que utilizaba el Migue para definir su música y a la vez era una palabra de una jerga propia, que él siendo adolescente, como nos hemos criado en las afuerzas de Jerez, (…) y a Migue la gustaban mucho los animales, criaba palomos, criaba perros, (…) entonces claro, con trece años a Migue lo empezó a obsesionar mucho lo que es el bichito de la garrapata. Porque en verano es verdad que si te pican las ronchas… te obsesionas. Y él empezó a utilizar la palabra garrapatero para definir algo que le gustaba, que le atrapaba y a raíz de ahí llamó al primer disco de Los Delinqüentes ‘el sentimiento garrapatero que nos traen las flores’. O veía algo que le gustaba y decía que era algo garrapatero, y entonces ya de por sí, la palabra digamos, se une a toda esa filosofía de amor a la naturaleza, a los animales, de querer estar en comunidad con tus amigos, de pasarlo bien, de ser alguien muy pacifico, de no ser una persona violenta. Y bueno ya entronca con todo lo que es la música fusión, ese mundo multicolor que él dibujó en el primer disco y luego también con toda esa profundidad que añadió él durante su carrera, (en todas sus canciones). Porque Migue rompe con el mercado, con el primer disco con ese mundo multicolor pero luego él empieza a escribir canciones muy flamencas, muy profundas, entonces yo creo que al final todo eso se nos viene a la mente a todos los que hemos escuchado la música de él cuando escuchamos la palabra garrapatero.» (Benítez, 2015).
La creación del término “garrapatero” por Miguel Benítez ayudó a formar una identidad compartida dentro del grupo y sus seguidores. Desde un punto de vista psicoanalítico, inventar este término fue una forma de expresar y dar forma a sus experiencias y sentimientos, tanto personales como colectivos. Al crear este término, Miguel logró unir varias experiencias y sensibilidades compartidas, integrándolas en un símbolo culturalmente resonante.
La juventud de Er Migue, el primer garrapatero, es impactante. A los trece o catorce años comenzó a tocar la guitarra, y siete años después se celebraron sus funerales. Compuso «El aire de la calle» a los dieciséis años, una canción que se convirtió en himno y sigue siendo la más popular del grupo. La primera maqueta (Demo) de Los Delinqüentes incluía temas como «A la luz de Lorenzo», «El duende garrapata», «La calle de los morenos» y «El aire de la calle». Estas canciones no solo testifican su talento, sino también la identidad garrapatera desde el inicio de su carrera artística. Bajo su influencia, la garrapata, que inicialmente podría haber sido un símbolo personal o una experiencia única para el artista, se convierte en un elemento central en la identidad y la narrativa de Los Delinqüentes.
El Impacto de Garrapatero: neologismos y expresión artística en la Obra de Benítez
Según la Real Academia de la Lengua Española un neologismo es una palabra, una expresión o un nuevo significado en una lengua. En el contexto del análisis del neologismo ‘garrapatero’ y su significado en la obra de Miguel Benítez, podemos observar cómo tanto el neologismo como la obra de arte desafían los límites convencionales de la expresión. Estos conceptos usufructúan un límite en el que las creaciones, aparentemente, desbordan su hybris. Estos conceptos se integran en el Discurso, que debe ser entendido como un entramado de significados que estructuran el sentido. La adopción del término ‘garrapatero’ por parte de Migue se explica en la canción “El rock del león». En ella, Migue menciona: “Garrapatero es porque yo de chico vivía en el campo siempre, y yo tenía perro de toda la vida y le quitaba las garrapatas porque era un animal que siempre me ha atraído mucho… veía algo que me gustaba, una moto que me gustaba, por ejemplo, una mobylette y decía yo: que moto más garrapatera compare».
Soliloquio
A partir de Los detectives salvajes, libro de Roberto Bolaño publicado en 1992, se crea cierta mitología en un territorio ficcional, lindante con grietas extrañas que se producen en lo real. Nace así un territorio literario que se experimenta como una ‘novela total’, una exigencia literaria cuyas fronteras empujó Roberto. Así, aparecen los cadáveres en Santa Teresa y así aparecen en Tijuana. Los detectives salvajes nacen en el caos del gusano blanco y del asesino que nunca puede apuntar contra otro asesino porque eso es como si una serpiente se mordiera la cola. Sus proezas malditas, no son recogidas por ningún índice sistemático, aún. Quizás lo más sobresaliente de los detectives salvajes es que escriben, y que no podrán salir de las letras, unos y otras son Legión.
Miguel Benítez, poeta garrapatero, cantante extraordinario, músico virtuoso, simiente de un legado artístico excepcional, supo desde su laberinto, enfrentarse con las letras. Extrañamente irrepetible, con su intensa juventud, a través de su música y su poesía, logró captar la esencia de una experiencia humana profunda y compleja, ofreciendo una ventana a su mundo interno y una voz a aquellos que comparten su sensibilidad. Lo que ofrece no se produce como un escape ni como un refugio, sino como una intensificación, una radicalización de la experiencia vivida y del propio sentido de pertenencia. Su legado, aunque truncado por su prematura muerte, sigue vivo en la memoria colectiva y en el sentimiento garrapatero que continúa floreciendo en los corazones de sus seguidores, un festival en su ciudad natal, Vente pa’ Jerez, lo recuerda cada año.
*Psicoanalista
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