El reconocido historiador británico Daniel James habla de su nuevo trabajo en conjunto con la investigadora Mirta Lobato sobre la confluencia de los inmigrantes internos en el surgimiento del peronismo.
El historiador y sociólogo británico Daniel James, emblemático investigador del surgimiento del peronismo y de la resistencia peronista, estuvo en Rosario presentando su último trabajo en conjunto con la ensayista y catedrática argentina Mirta Lobato, Paisajes del pasado. Relatos e imágenes de una comunidad obrera, que indaga en la memoria de la ciudad de Berisso, considerada por muchos como cuna del peronismo.
James nació en Londres en 1948 y se especializó en los campos de la historia social y la historia del trabajo en el Cono Sur, principalmente en Argentina. Estudió en las universidades de Oxford y Londres y ha sido profesor en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, en la de Brasilia, y en las universidades de Yale y Duke en los Estados Unidos. Algunos de sus trabajos, como Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976, son clásicos de las cátedras universitarias.
En su paso por Rosario habló de su último trabajo y recordó sus inicios que lo llevaron a interesarse en la historia del movimiento obrero argentino.
Al encuentro de un origen
“Lo que intentamos hacer (en Paisajes del pasado. Relatos e imágenes de una comunidad obrera) es entrar un poco más en profundidad en temas relacionados al surgimiento del peronismo, especialmente con relación a los migrantes internos que normalmente se asocian fuertemente con el peronismo”, adelantó el historiador británico sobre el trabajo presentado el miércoles pasado en la Biblioteca Argentina.
“Encontramos algo, digamos, más complicado, más complejo de lo que normalmente se piensa. Por ejemplo, dentro de la comunidad santiagueña había muchas variedades de lealtades políticas y hasta en el centro de residentes santiagueños, formado en 1944, dos de sus primeros presidentes eran obreros comunistas santiagueños. Pero claro, en general los santiagueños, como los otros grupos y también muchos de los migrantes de Europa, apoyaron a Perón y al movimiento sindical asociado a Perón, pero no hay una lealtad por esencia de parte de los migrantes internos al peronismo. Había toda una gama de distintas respuestas a la mudanza, a la migración hacia la ciudad y hacia el trabajo industrial en las fábricas”, reseñó James durante un reportaje en el programa radial Poné la Pava, de Radio Rebelde Rosario.
La coautora del libro es Mirta Zaida Lobato, especializada en historia social, cultural y política del mundo del trabajo y de las relaciones de género en Argentina y América Latina en el siglo XX. El trabajo es fruto de más de 30 años de investigación en donde confluyen estudios previos que ambos especialistas venían desarrollando.
La ciudad de Berisso, ubicada a seis kilómetros de la ciudad de La Plata, cuyos frigoríficos y zona portuaria y fabril recibieron en las primeras décadas del siglo XX a miles de inmigrantes de ultramar y migrantes internos, es una referencia ineludible del histórico 17 de octubre de 1945 cuando cientos de trabajadores y trabajadoras de la industria cárnica, encabezados por Cipriano Reyes, partieron hacia la plaza de Mayo para reclamar por Juan Domingo Perón.
—¿Qué es lo más curioso o llamativo con que se encontraron en esta investigación?
—Nos sorprendió la riqueza, yo diría, de la experiencia, que cada grupo llevara su propia cultura al encuentro en un nuevo ambiente dominado por dos fábricas inmensas y que tenían que encontrar nuevas formas de vida, hasta construir nuevas lealtades y formas de sobrevivir en este nuevo mundo, que era el mundo de Berisso en los cuarenta, los cincuenta. Y también, para nosotros, es una forma de cambiar el énfasis que normalmente se da en los estudios históricos en ese sentido. Por ejemplo, la idea de que Berisso es «la capital de los inmigrantes». Porque normalmente se dice que «descendemos de los barcos». Y nosotros, intentando un poco complicar este panorama, lo tomamos en un capítulo muy largo en el libro sobre los santiagueños, y Mirta Lobato lo llama «descendiendo de los trenes», porque los inmigrantes internos descienden de los trenes. Y en esta situación se encuentra esta comunidad que es mucho más compleja de lo que normalmente se piensa, con sus tensiones, con sus lealtades. Los santiagueños en un sentido funcionan como obreros de frigorífico: lituanos, polacos, ucranianos, pero en otro nivel también funcionan con su propia cultura. Muchos, por ejemplo, hablan en quichua, pero muy poco de esto queda en el relato oficial, efectivamente, su identificación como santiagueños tenía que ver con la preservación del idioma.
—¿Qué te llevó a interesarte por la Argentina, por su historia?
—Bueno, en un momento, en 1970, cuando hacía una maestría en la Universidad de Londres en estudios latinoamericanos, tuve la suerte de tener dos profesores británicos que tenían interés en Argentina y tomé cursos con ellos. Uno fue el historiador británico que escribió uno de los libros más importantes sobre (Juan Manuel de) Rosas, John Lynch, y despertó mi interés en la Argentina. Yo venía de una familia obrera donde la historia del movimiento obrero británico e internacional estaba en casa, o sea, había libros y todo. Entonces fui al encuentro en la Argentina y pensé en seguir estos estudios, pero debo confesar que al momento de llegar acá, en 1972, la primera vez, vi muy poco de lo que era realmente el peronismo, fue todo un proceso de aprendizaje.
Luego volvimos con mi compañera en plena dictadura, llegamos acá en junio del 76, y nos quedamos hasta el fin del año. Nosotros pensamos que nuestros pasaportes eran una forma de defensa, en términos de nuestra propia seguridad. Pero tuvimos, obviamente, situaciones con amigos, con compañeros argentinos que (al final resultaron) algunos desaparecidos, otros exiliados, y estuvimos en el medio de esa situación. Al mismo tiempo, yo intenté seguir estudiando, investigando, así que iba a las librerías, a las bibliotecas, en la medida que podía. Fue una experiencia difícil, una experiencia triste por la pérdida de varios amigos.
—¿Conocías Rosario?
—No, es la primera vez. Aunque parezca mentira, es la primera vez. En el pasado he pasado por Rosario, digamos, con destino a otro lugar. Pero esta es la primera vez que estamos acá y viendo la ciudad como turistas. Anoche pasamos por toda la parte hacia el Monumento a la Patria (sic) y toda esa parte de la peatonal que va hacia el río. Es muy lindo.
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