El sábado próximo se presenta la primera novela de Santiago Beretta. En Oficina de Investigación Existencial, editada por Casagrande el relato entrelaza autor y protagonista, ficción con “nostalgia por el mundo que se va”.

Santiago Beretta es un muchacho rosarino que se crió “a finales del siglo XX nutrido de muchas narrativas de esa época y ahora atraviesa el siglo XXI en un mundo en muchas cosas distinto y que cambia rápido”. Con la escritura intenta dar cuenta de algo de eso.

Ya sea desde la ficción o desde el periodismo la tarea es la misma.

Santiago empezó con la escritura a finales de la secundaria, “garabateando algunos poemas”.

“Desde los primeros años de la secundaria y los últimos de la primaria me gustaba mucho la música, el rock, la poesía del rock, la poesía del tango, la lectura. Por ahí empecé leyendo más libros históricos o políticos y después me fui enganchando más con la narrativa y la poesía en segundo y tercer año de la secundaria y ya hacia el final con las novelas y no me imaginaba siendo escritor. Era algo en lo que me convertí al menos para mis adentros con esta novela pero cuando empecé encontré en algunos periodistas un camino que era lo que yo quería hacer que era a lo mejor contar historias que encontraba por ahí pero no de una forma fría o mecánica que era como se hacía en el periodismo sino a través de un periodismo que estaba en un cruce con la literatura que si bien no era ficción narraba las historias como lo hacen la literatura en el sentido de poner lo mejor de la lengua a disposición de la belleza, en busca de la belleza”.

Santiago en esa época leía Enrique Symns, Truman Capote o Rodolfo Walsh por poner  ejemplos, pero se formó sobre todo con sus amigos.

Leía por su cuenta, y leía lo que sus amigos le convidaban, algunos amigos más grandes.

Para esta novela hizo un taller con Andrea Álvarez Mujica. Santiago ya la conocía porque fue redactora y jefa de redacción de Cerdos y Peces con el nombre de Vera Land. Aquella revista fue un modelo para Beretta y una de las razones por las que durante diez años llevó adelante la revista Apología que en algún número llevó por subtítulo “nostalgia por un mundo que se va”. 

Su entrega lo llevó a conseguir por un tiempo darle un marco de sustento al mismísimo Enrique Symns en Rosario.

Actualmente Santiago trabaja como corrector para la editorial de la UNR y está leyendo “crónicas distintas”.

“Leí un hombre, Lino Chiapetta que encontré en los saldos de la UNR Editora que cuenta historias de los personajes del Saladillo del 40 y 50 cuando el llegó a Rosario siendo un joven niño italiano. Después leí otro libro de cómo pasó la Segunda Guerra Mundial en su pueblo mientras los bombardeaban cuando era un nene. Crónicas de pueblos santafesinos, algunos editados por la EMR, la editorial municipal. No porque me haya propuesto leer crónicas sino porque entre todos los libros que me voy llevando a la mesa de luz terminé con eso ahora”.

Son cosas “que a lo mejor cuando más pase el tiempo más valor cobra. Cuanto más lejos está la Segunda Guerra Mundial más valor cobra ese libro o cualquier libro de crónicas y cuando más lejos está su año de edición también porque son como documentos históricos que a lo mejor cuando se editan uno los busca por la novedad pero después cuando dejan de serlo uno los busca justamente por lo que atesoran que son pedazos de historia humana”.

Santiago comenzó a escribir lo que terminaría siendo Oficina de Investigación Existencial en la primera semana de pandemia. “Ya no tenía la revista y no iba a salir a la calle ni para buscar historias ni para pasar el día porque estaba como todo el mundo adentro de casa”. “Siempre había querido escribir una novela y me puse todo el 2020 con eso, muy perdido, no sabiendo muy bien para donde ir, muy acostumbrado a los relatos cortos y de no ficción. En un momento la terminé como pude, no me gustó para nada, hice algunas reescrituras muy breves o reescribí fragmentos del principio y del final en el 2021 pero muy por arriba y en el 2022 la retomé de principio a fin hasta que en un momento entendí lo que estaba haciendo y pude darle los retoque para que toda la historia se articule, tenga sentido, funcione como una historia”.

La voz narrativa fue algo que tuvo clara desde los primeros meses y hacia el final de la historia fue entendiendo lo que estaba contando. “Pude terminar de dar la forma que quería y en el 2023 llegó a manos del editor Nicolás Manzi, de Casagrande, a finales de ese mismo año se editó y en pocos días se estará presentando”.

Cuando hacía la revista Apología Santiago pensaba que estaba haciendo una obra que iba a quedar en la memoria, “que era importantísima para la ciudad o que estaba haciendo algo sarpado y la verdad”. Ahora le alcanza con hacer algo que le guste y le dé sentido a sus cosas, siempre pensando en compartir ese sentido.

“Supongo que tiene que ver con la edad y le pasa a todo el mundo, de pensar que estás puliendo un diamante y te das cuenta que estás haciendo lo que necesitás hacer para que esté buena la vida. Todo el mundo tiene algo en ese sentido, un hacer o algo adentro que lo conecta con eso”.

En general la escritura de Santiago apunta a que quede un registro del mundo que conoció. “En la novela en particular, no sólo ese mundo sino ciertas formas estéticas que conocí porque si bien ya en Apología remarcaba que era importante la experiencia estética, (y lo era todo en realidad) en la novela fui más conciente del aprecio por la narrativa que a mi me gustaba y traté de llevar esa expresividad a su máximo brillo posible en mi pluma”. No se trata sólo de narrar el mundo que uno conoce sino de las “formas de contar el mundo que uno conoce. Formas que uno conoce para contar el mundo”.

Oficina de Investigación Existencial se puede adquirir por internet o en la misma presentación el próximo sábado a partir de las 19 en El Trocadero (Santiago 989). El evento es con entrada libre y gratuita, expondrán Arlén Buchara y Roberto García y habrá música en vivo a cargo de Toni Temple.

 

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