Descongelarnos es un principio, pero para eso debemos entender y saber para qué. Descongelar es uno de los objetivos que necesitamos en este momento. Descongelarnos para revolucionar. Descongelarnos para abrigar. Descongelarnos la rebeldía distraída en algoritmos pasivos. Es urgente y tarea de todos descongelarnos los corazones, quitarnos las escarchas y los bloques de hielo que lo mercantilizan condenándolo a la indiferencia, mellándolo al polo sur de un vacío humano destructivo.
Descongelarnos para extinguir los síntomas nocivos de este contexto histórico; para darle pelea, para materializar transformaciones, para ser acción que le dé potencia al movimiento. Descongelarnos de nuestro costado vigilante y ortiba que las clases dominantes tanto nos intentan moldear como sociedad. Descongelarnos y apartarnos urgentemente de nuestro facho interior. Descongelarnos el corazón del estado en trance robocop. Volvamos una vez más al trip de que el corazón esté edificándose en manada al calor de las chapas y las brasas que proyecten igualdad. Politizar más los corazones, los cuerpos, los lazos, los proyectos, politizar profundamente las decisiones: de vuelta los -para qué- y los -para dónde- Politizar los tejidos sociales de las clases oprimidas para que no nos sigan anestesiando. Que los corazones sean cuadros políticos, dirigentes con plan de gobierno para que no se nos desvíe el rumbo de la felicidad y los derechos para todos. Porque para todos, todo. Que se vuelvan atletas constantes nuestros cuerpos, que corren hacia el bienestar de las mayorías como regla número uno. Porque entre las mayorías está ubicado unx.
Abrir las puertas que le dan levadura a las esperanzas. Apagar las armas con calibres de crueldad como brújula hacia sótanos deshumanizantes, guionada y controlada por sectores dominantes del poder. Descolonizarnos colectivamente de esta embestida feroz que es el individualismo como proyecto y proyección totalitaria realizadora en la vida, congelando la posibilidad de un porvenir soberano y ampliando abismalmente la desigualdad.
Descongelarnos del cacaraqueo de falsas libertades. Descongelemos al amor como respuesta al odio, como síntesis del deseo, como proceso de las decisiones. Descongelar la alegría, siempre. Descongelar la rebeldía una vez más, porque una sola vez no alcanza, que sean todas las veces que sea necesario. Descongelar la justicia social de su aposento, entenderla como instrumento colectivo para recuperar de nuevo la posibilidad de una vida digna pensándonos adentro de este territorio y para las mayorías, Descongelar los corazones y principalmente los actos, para convertirlos en semillas ardientes que vuelvan a esculpir con toda fuerza las mejores experiencias que nos dan identidad a nuestro pueblo, que nos acercan a los mejores colores de nuestra historia. Disputarle al batallón del control que nos quiere híbridos con la libido hecha una cubetera de hielo, con perspectivas individualistas y llenas de crueldad.
Y pareciera que un futuro itinerante espera a media cuadra del presente, una saturación encalla de bombardeos audaces y toma el control del tiempo.
¿Y a vos que te moviliza?
Publicado en el semanario El Eslabón del 11/01/25
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