Pasó la marcha y la evaluación que podemos hacer en cuanto a la participación es muy interesante. Algunas falencias organizativas de poca trascendencia no opacaron que la novedad sea que un sector que es minoría tomó la sartén por el mango y se animó a convocar a los demás sectores en defensa de sus derechos propios y de los del resto de la sociedad. 

Debo reconocer que en un principio no me sentí interpelado, debido a que la convocatoria estaba principalmente dirigida a la comunidad LGBTIQ+, si bien era un llamado a la movilización en contra del gobierno y sus políticas antiderechos. Luego hablando con mujeres feministas me di cuenta que ellas si se sentían convocadas por la marcha. Comencé a preguntarme a qué se debía esto. 

En primer lugar, el feminismo y el colectivo LGBTIQ+ siempre han participado de actividades conjuntas y tienen una articulación fuerte que les une en las calles en reclamos de más derechos para mujeres y minorías. En segundo término, seguramente todos los varones CIS heterosexuales cargamos con prejuicios, muchas veces inconscientes, que no nos permiten identificarnos en primera instancia con el colectivo. En tercer lugar, tanto mujeres como minorías sexuales preservaron sus espacios de participación de la presencia de hombres heterosexuales debido a los prejuicios que cargamos, y es totalmente comprensible. Muchas veces se nos pidió que no participemos y esta situación puntual generaba dudas acerca de si realmente había que participar. La conclusión es que se trataba de una convocatoria que excedía lo sectorial que nos convocaba a todos, todas y todes. Revitalizar los espacios de participación.

Este tipo de planteo tiene como objetivo dejar en evidencia los debates que aún tenemos pendientes y todos los prejuicios que tenemos que abordar y poder reflexionar acerca de cómo construir lugares comunes para comenzar a acumular fuerzas para enfrentar un enemigo poderoso que está metido en nuestro bolsillo permanentemente y escucha todas nuestras conversaciones. El celular, que más que inteligente es espía, es la herramienta a través de la cual indagan nuestras necesidades y nos proponen consumir. Sigue siendo necesaria la construcción de espacios comunes, de participación, de trabajar nuevos imaginarios que nos liberen de la sensación de derrota. Las sensaciones post marcha nos duran poco, hace falta un poco más de coraje para generar encuentros a diario en diferentes lugares, para que nadie tenga ganas de recluirse en su casa y quedar pegado a las pantallas con una profunda sensación de soledad. 

El arte, en todas sus manifestaciones, la cultura, las nuevas maneras de relacionarse que tienen las y los jóvenes, son expresiones que permiten la circulación del sentido, la construcción colectiva de una cosmovisión de la que podamos apropiarnos todos, que va a mutar permanentemente porque los seres humanos también cambian, y porque el sistema busca permanentemente reapropiarse, reinscribiendo cualquier acción dentro del circuito de la producción y el consumo. 

Tenemos que valorar nuevamente las expresiones de rebeldía y corrernos del nihilismo, del pesimismo estructural, porque en los intersticios de esas relaciones comerciales que nos proponen aparecen las expresiones de humanidad. Las solidaridades que podamos construir nos implican con el cuerpo, es un momento para poner todos los planos de nuestra existencia en imaginar nuevos escenarios, que rompan con el determinismo de la globalización de la esclavitud. Más allá de que cualquier análisis que podamos hacer hoy es cruel y truculento, no expresa toda la realidad, y perdemos de vista (ya sea porque nos invisibilizan las cosas buenas o porque orientan la información hacia el sensacionalismo) que siempre ocurren cosas, por más reducidas que sean, en las que se expresan las relaciones, las actitudes, las acciones, los pensamientos que nos permiten pensar que este mundo puede ser un lugar mucho mejor para vivir.

Una agenda propia

La agenda mediática de las crueldades está más ajustada que nunca, los algoritmos nos permiten ver solamente lo que duele, lo que lacera nuestra sensibilidad, y si bien no voy a ser tan ingenuo de pensar que vamos de dejar las tecnologías digitales de lado, es importante empezar a viralizar acontecimientos de esas cosas que queremos que se multipliquen, y dejar de salir a contestarle a máquinas o a operadores de telecentros y trolls que inoculan el odio permanentemente por un sueldo, porque a pesar de lo que podamos contestarle, esa persona necesita hacer eso para llegar a fin de mes. La guerra que proponen es nuestra, de pobres contra pobres, de laburantes entre sí, y es en esa encrucijada donde tenemos que darle espacio a la imaginación para pensar en estrategias de reconstrucción del tejido social. 

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

Política no es Cristina o Milei, Axel o Macri, esas son polarizaciones que construyen el imaginario del enemigo de un lado y la grieta del otro. Ser mejores es hacer las cosas mejor, y eso implica un compromiso con las personas que viven en una sociedad en la que una mayoría optó por darle una lección a la política desde la antipolítica. Si seguimos planteando la disputa desde un lugar partidario vamos a seguir condenados a un modo de representación delegativo y obsoleto. 

En los peores momentos de nuestra historia aparecieron movimientos que fueron capaces de rescatar la dignidad en la lucha, algunos fueron manipulados por sus representantes, y otros lograron cosechar derechos para dejarle a las generaciones venideras. No estamos frente a una derrota, sino a un reacomodamiento de fuerzas, en las que el discurso de los sectores del poder es tan simplista que a veces parece que es sólo cuestión de voluntad para que se logre. Estamos viendo los coletazos de la práctica neoliberal y la crisis está a la vuelta de la esquina. Tenemos que tener en claro qué es lo que hay que hacer cuando le toque nuevamente gobernar a la política, porque no va a haber margen para el error y la velocidad para recuperar lo que se pierda va a ser decisivo. A la crueldad también se la combate con imaginación y con una agenda propia que permita mejorarle la vida a las personas desde la democracia, desde la política y desde el Estado.

Publicado en el semanario El Eslabón del 08/02/25

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