A los días viernes se los arropa distinto y más en ese barrio céntrico de Rosario aunque uno se levante con el sapucay amoladora de los albañiles que ya van por el décimo piso del edificio vecino que los popes del boom inmobiliario ordenaron construir como los diez o quince o veinte que se levantan en tres o cuatro o cinco manzanas a la redonda de ese barrio céntrico de Rosario. El peruano que asa los pollos en la rotisería de ese barrio céntrico de Rosario ya levantó la persiana y desparrama las brasas debajo de la parrilla mientras el humo se adueña de la enorme chimenea que se ve apenas uno se asoma por la petisa terraza que cuando le da la sombra se convierte en una especie de estación de paso para las palomas y otras aves que surcan el cielo de ese barrio céntrico de Rosario que tiene una mole de cemento como nave insignia que es el la sede de los Tribunales en la que diariamente y también los viernes, como éste, pululan a su alrededor los sicarios de saco y corbata y hermosas y supuestas defensoras llenas de carpetas dueñas de unas pantorrillas preciosas y que se mueven como pueden porque cargan en los brazos carpetas con expedientes y esas pantorrillas, decía, suelen terminar en unos tacos que parece imposible que pudieran caminar sobre esos zancos de miniatura entre las baldosas flojas de ese barrio céntrico de Rosario en donde por la esquina de Moreno y Montevideo un camión celular de la policía vomita los reclusos que entran por el subsuelo de la mole de cemento para encontrarse frente a maquillados jueces que definirán su destino como uno decide si le pone azúcar o no al café quemado como el que venden todos los bares que están en ese barrio céntrico de Rosario. Pero como es viernes uno ya sabe que los dealers van a estar de buen humor y seguro que van a llegar mensajes de todo tipo al celular y eso a uno lo incentiva a por lo menos mirar con ojos distintos a ese barrio céntrico de Rosario por más que el otario del quiosquero de la esquina te cobre los atados de puchos a precio dólar y la vendedora de quesos de Los Toldos ni siquiera lo mire a uno que por ser viernes se cree que está un poco más lindo y arreglado que todos los demás días de la semana. Y como es viernes y los viernes uno se raja antes del laburo, de ese laburo que no le importa a nadie y menos a uno pero eso es harina de otro costal; decía que como es viernes y por más que los puteé todos los otros días de la semana, los viernes admiro el fervor que le ponen los albañiles del edificio vecino porque se los escucha hablar en guaraní a través de las chapas a medio abrir de la obra y uno ve que reparten entre todos trozos de una falda jugosa que fue asada un ratito nomás en una parrilla improvisada en ese barrio del centro de Rosario.

 

Foto: Cristian Maiola

Publicado en el semanario El Eslabón del 08/03/25

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