La pandemia Michael se impone claramente a la de H1N1 en los Estados Unidos. La peste ya no ocupa las primeras planas de los diarios ni las revistas. Michael Jackson todo lo acapara. En los aeropuertos, donde sí pueden verse algunos carteles con recomendaciones para evitar el contagio, pero muy pocos barbijos, el virus más temido sigue siendo el terrorismo.
La salud está en el centro de la agenda de los medios estadounidense. Pero se trata de la salud pública, y del clamoroso pedido por una cobertura universal, uno de los tantos anhelos que podrían convertirse en realidad en la era Obama. La influenza pasó ya a un segundo plano, pese a que los Estados Unidos es uno de los países con más número de enfermos. Por ejemplo, en el aeropuerto Fort Worth, en Dallas, Texas, el miedo al terrorismo manda, como lo viene haciendo desde septiembre de 2001. Los controles siguen siendo minuciosos, las colas larguísimas. Y las requisas, invasivas y redundantes, producen tantas demoras que muchos pasajeros pierden sus vuelos.
“Muchos controles, no”, dijo con solidaria resignación un empleado de American Airlines a la vez que le emitía un nuevo boleto a un agitado pasajero que había perdido el avión después de atravesar corredores, cintas transportadoras y escaleras mecánicas en el gigantesco aeropuerto de Dallas, que tiene un servicio de trenes interno para comunicar cada terminal. Allí, a un costado, entre letreros que dan la bienvenida al viajero y le presentan los remanidos símbolos de la cultura de Texas, con sus cuernos, sus vacas y sus cowboys, pueden leerse algunas instrucciones sobre los síntomas de la enfermedad y cómo evitar el contagio. Pero no hay control sanitario, ni barbijos a la vista, ni scanners de temperatura. El cuestionario de rutina sigue siendo contra el virus Bin Laden: quién hizo el equipaje, si alguien le entrego algo para que llevara, si alguien tomó contacto con el equipaje además del pasajero. Lo de siempre. Parece que entre los dos grandes agentes medievalizadores de la sociedad moderna, el miedo a la peste y a los “bárbaros”, el segundo rinde mucho más que el primero, políticamente al menos. Y Thriller suena todo el tiempo.