Los trabajadores de Textiles Pigüé, que recuperaron la planta de Gatic, a cinco años de haber sufrido una dura represión policial van a titularizar la fábrica a nombre de la cooperativa que conformaron para preservar sus fuentes de trabajo. Sin estridencias, pero sin pausa.
Con un contexto de mayor conflictividad en los últimos meses por los efectos de la crisis internacional, trabajadores de todo el país sostienen la vitalidad del movimiento de recuperación de empresas que ya supera una década de recorrido. Tanto en las historias nacientes como en los procesos ya consolidados, los protagonistas principales son trabajadores que un día decidieron hacerse cargo de su continuidad laboral frente a distintos modos de deserción patronal. Esa elección no supone un lecho de rosas, pero puede terminar en triunfos importantes como el que está a punto de lograr la cooperativa de trabajo Textiles Pigüé, que recuperó la planta de Gatic en la localidad bonaerense que le da nombre. A cinco años de haber sufrido una dura represión policial, los trabajadores van a titularizar la fábrica a nombre de la cooperativa que conformaron para preservar sus fuentes de trabajo.
“A cinco años de la injusta y brutal represión a la que fuimos sometidos sólo por pelear por nuestros derechos, los trabajadores y trabajadoras de la Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé Limitada no olvidamos y repudiamos aquel fatídico día en el que algunos creyeron que con reprimir y generar violencia tendrían razón”, se lee en un reciente comunicado difundido desde la ciudad del sur bonaerense. Y cuánto de eso de la “razón” hay en que pese a los palos policiales los laburantes de Pigüé hayan persistido en la búsqueda de su objetivo. ¿Quién puede negar que asiste la razón a los trabajadores que apuestan a preservar sus fuentes de trabajo cuando el sector patronal pretende liquidar bienes de las empresas adeudando salarios y eludiendo el pago de indemnizaciones?
Fue el 12 de agosto del 2004 que 300 policías boanerenses respondieron a una orden de una jueza de Garantías de la ciudad de Bahía Blanca y entraron a la planta de Gatic que estaba tomada por sus cien empleados desde diciembre del 2003.
“El día anterior habíamos visto movimientos raros y nos fuimos juntando en la fábrica. Al mediodía entraron cagándonos a palos, tirando balas de goma, gases lacrimógenos, pegándole a las mujeres. Resistimos hasta las 9 de la noche y el arreglo fue que los concejales de Pigüé quedaran como custodios de la fábrica. Y al otro día ya nos instalamos con carpas en el acceso”, recuerda Francisco Martínez, presidente de la cooperativa.
Después llegó una reunión con el por entonces presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada, que respaldó el reclamo, y una ley provincial de expropiación sancionada por la Legislatura bonaerense en enero de 2005. Así los trabajadores pudieron arrancar a producir y se fueron cruzando con nuevas necesidades y desafíos.
Uno de los principales problemas es que si bien sirvió como un paraguas para frenar la posibilidad de nuevos intentos de desalojo, la ley provincial no significó que efectivamente la cooperativa pase a ser titular de la fábrica. Y eso es lo que está a punto de lograrse ahora. Vía un fideicomiso la propiedad de la planta y la maquinaria, valuadas en aproximadamente 9 millones de dólares, serán finalmente titularizadas a nombre de la cooperativa.
“Esto nos va a permitir mejor acceso al crédito y con eso mejores posibilidades de aumentar la producción; con capital de trabajo podemos avanzar hacia productos propios”, destaca Martínez. Por ahora, el grueso de la actividad en la fábrica recuperada es prestación de servicios de tejeduría, tintorería y confección de calzados e indumentaria a terceros. En cuanto a lo de acceso al crédito, el presidente de la cooperativa remarca que ya existe el compromiso de una entidad financiera internacional de prestar un millón de dólares apenas se concrete la titularización a favor de Textiles Pigüé.
“También venimos trabajando en la creación de un banco de insumos para que otras cooperativas, talleres de costura y microemprendedores de distintos lugares del país, como por ejemplo Rosario, donde ya hicimos contactos con Economía Solidaria de la Municipalidad, puedan obtener insumos en nuestra fábrica”, añade Martínez, y señala que las políticas nacionales de los últimos años aportaron al crecimiento de la experiencia de autogestión de Pigüé.
“Textiles Pigüé acompañó, acompaña y acompañará este proceso de transformación para la producción y el trabajo. Este es el modelo a seguir en este momento, por eso acompañamos a Kirchner y ahora a la compañera presidenta”, indica.
Al mismo tiempo, los textiles autogestionados del sur bonaerense, que militan activamente en la movida de recuperación de empresas y mantienen fluido contacto con organizaciones sociales, sindicales y de defensa de los derechos humanos, insisten en repudiar represiones como la que sufrieron ellos hace cinco años y siguen sufriendo otros trabajadores en estos días. Ahí está el caso de justamente otra textil, en Quilmes, donde trabajadores que quieren recuperar una empresa fueron desalojados violentamente hace unos días también por disposición de un juzgado bonaerense de Garantías.
“Nunca más debemos permitir, como sociedad, que se intente criminalizar la protesta de la clase trabajadora, ni aquí ni en ningún lugar del mundo”, dice el comunicado de la cooperativa de Pigüé.
“Seguiremos luchando por generar inclusión, igualdad social y una mejor distribución de la riqueza y mantendremos intacta la capacidad de defendernos ante otras situaciones como las vividas aquel 12 de agosto”, concluye.