Néstor Kirchner vino a Pérez dispuesto a enviar un puñado de mensajes. Toques precisos, no mortales, pero suficientemente agudos hacia algunos prominentes protagonistas de la escena política santafesina. Guiños dirigidos a sectores que hasta hace un minuto cualquier analista podría haber definido como enfrentados a muerte con el kirchnerismo o bien que éste jamás podría recomponer lazos amistosos. Y un mensaje directo al corazón de sus seguidores, a quienes instó a salir a buscar casa por casa los votos que se necesitan para profundizar el modelo que él mismo inauguró el 25 de mayo de 2003. Hubo para todos y en algunos casos con intensidad y destinatario inéditos, como resultó la dura reprimenda que el ex presidente le propinó al gobernador Hermes Binner. De eso se trató la incursión en la región del dirigente que más odios y amores ha generado desde la muerte de Juan Perón, mal que les pese a sus detractores. A desmenuzar esos mensajes, entonces, porque de la Historia se trata.

No hubo mayores diferencias ni de forma ni de fondo en los dos discursos que Kirchner pronunció en Pérez. Si el primer acto se definió como más institucional, porque se trataba de mostrar las cuantiosas intervenciones en obra pública que la Nación viene realizando en los municipios y comunas de la provincia, la alocución de Néstor no lo tuvo en cuenta. Habló de política, pero no de candidaturas. Habló de la necesidad de recuperar la provincia y de luchar para continuar en el poder más allá de 2011, pero no de hombres que encarnen esos desafíos. Ya llegará el momento.

Sí, se despachó sobre determinadas acciones políticas del socialismo, fuerza a la cual reprochó los sistemáticos rechazos a acompañar las iniciativas parlamentarias del oficialismo. Y con una dureza que hasta ahora se había ahorrado, demandó de Binner que actúe, piense y gestione en grande, que no se queda en la chiquita.

En ambas ocasiones, Kirchner abogó por una nueva ley de coparticipación federal, y en las dos oportunidades le exigió al mandatario socialista que haga lo propio en Santa Fe, porque para el santacruceño muchos tienen discursos a nivel nacional que no se corresponden con lo que pasa en sus provincias.

Pero esa estocada fue con nombre y apellido. Otras sobrevolaron el inconsciente colectivo de los presentes, quienes interpretaron claramente que Néstor se refería a Jorge Obeid y Carlos Reutemann cuando dijo que algunos tuvieron el privilegio de llegar a ser gobernadores y senadores y sin embargo en su momento arrugaron. En la misma dirección, sostuvo que hay que recuperar la fe dentro del peronismo santafesino, instó a dar pelea para volver a gobernar la provincia, y le pidió a la militancia que de esa lucha casa por casa, boca a boca.

Le habló también a los productores agropecuarios, manifestándoles un respeto que jamás dejó de tener por ellos, dejando en el lugar adecuado a las dirigencias, que no estarían representando otra cosa que sus propias conveniencias. A ese campo, a la industria, y a todos quienes consideró que son los motores del crecimiento y desarrollo de la Argentina, los mimó sin necesidad de mostrar obsecuencia o de bajar una sola bandera. Habrá que ver cómo es recibido ese mensaje.

Desglosó los logros alcanzados en los últimos siete años, pero quiso hablar del futuro, y se animó a dar una proyección de lo que podría llegar a ser el PBI ¡¡¡en 2013!!! Ponderó que podría alcanzar los 420 ó 430 mil millones de dólares.

Bancó sin ambages la ley de servicios de comunicación audiovisual, porque ayuda a democratizar a los medios y multiplica las voces. “Todas las voces, todas”, repitió en ambos actos.

Hubo sendas palmadas de reconocimiento para Agustín Rossi y Gustavo Marconatto, de quienes destacó el coraje de defender el modelo en los momentos difíciles, mientras otros se bajaban del barco. Otra vez sonaron los teléfonos de los dos últimos gobernadores justicialistas que tuvo Santa Fe.

Colmó de elogios a intendentes y presidentes comunales, por quienes intercedió ante Binner para que no los discrimine, poniéndose como ejemplo y recordando que muchos justicialistas le reprochaban las inversiones que llegaban a Rosario u otros municipios no peronistas mientras fue presidente. “Yo pensaba en los vecinos de Rosario, no en quién gobernaba”, disparó el jefe del peronismo nacional. Uno de los que en su momento llegó a decir que no se quejen si la Nación no les enviaba ayuda fue Reutemann, lo que le valió una dura reprimenda de Néstor.

Les habló a los jubilados, a quienes les dijo que la presidenta Cristina Fernández no los iba a olvidar, pero reprochó a quienes piden el 82% móvil y cuando fueron gobierno le reducían los haberes a jubilados y estatales. No lo dijo, pero muchos se acordaron del senador nacional socialista Rubén Giustiniani, quien votó con dos manos el descuento del 13% a pasivos y agentes públicos.

No se cansó de elogiar a Cristina, de quien consideró que al principio puede ser que la hayan atacado por ser mujer, pero con el tiempo lo hicieron porque es un cuadro impresionante que tiene bien en claro lo que hay que hacer para el bien de la Patria.

Kirchner debe haber vuelto a Olivos con la idea de que la cotización política del intendente Darío Corsalini se fue a las nubes, porque al trabajo que éste viene desarrollando con el Foro de Intendentes y Presidentes Comunales se le sumó un apoyo irrestricto al modelo y al gobierno de Cristina, y la visita resultó un éxito rotundo.

No se trató de un tifón. No hubo anuncios grandilocuentes. Kirchner jugó el rol de mensajero feroz, volvió a pisar suelo santafesino, y le dejó un mensaje a cada quien y a cada cual, en función de lo único que se propuso dejar en claro: va a pelear como un tigre herido y le pide a los suyos que hagan lo mismo. Por el clima que reinó en Pérez, los que ya daban por perdida a Santa Fe, se deben haber quedado pensando.

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