Aquel lunes nublado del primer día de julio del ’74 las noticias llegaban lentas, pero llegaban, y pasadas a las 10 de la mañana se informaba que el estado de salud del histórico líder atravesaba momentos muy difíciles cuando un paro cardiorespiratorio hacía suponer un desenlace inevitable.
Pero fue a las 13.15 de ese día cuando se produjo la noticia que millones de argentinos y argentinas no querían escuchar. Había fallecido Perón y otra historia comenzaría a escribirse.
El sentimiento de orfandad de esos millones ante la desaparición física de su líder fue el común denominador de esa jornada y de los días que vendrían. Nadie imaginaba, sin embargo, que al duelo y a la sensación de orfandad le seguirían los años más tristes y sangrientos que haya vivido la Argentina cuando el odio le pasó por el medio.
Aquél primer día de julio del ’74 moría Perón y junto con él quedaban congelados los sueños de una Argentina unida y pensada en la cabeza y el corazón del propio Perón, que ya había hablado que «para un argentino no hay nada mejor que otro argentino».
Cuando el 12 de junio de ese mismo año y en su último contacto con su pueblo Perón había dicho: «Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección, pero nosotros conocemos perfectamente nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin influenciarnos ni por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda» estaba dejando un mensaje.
En aquella Plaza de Mayo –marcada por diferencias que tanto dolor costaron– el General también advertía que: «El gobierno del pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos”.
La despedida de ese 12 de junio en la Plaza fue inolvidabe cuando Perón les dijo a los presentes: “Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.
Hoy, a 38 años de aquella fecha esos y otros mensajes de Perón cobran vigencia. En un mundo que viene cambiando en forma acelerada las palabras de Perón siguen teniendo una importancia indudable para ir encontrando el camino de la Argentina justa, libre y soberana que soñó el General cuando alumbró al peronismo.