Más de un tercio de los niños de la región japonesa de Fukushima podrían desarrollar un cáncer, si los médicos no emprenden más esfuerzos en el tratamiento de sus glándulas tiroides, que presentan un tamaño mayor de lo normal, y no recurren a la ayuda sanitaria internacional, según un informe.
La profesora profesora que administra las pruebas y asociada al Hospital de la Universidad de Medicina de Fukushima, Naomi Takagi, afirmó que el 35,8 por ciento de los niños tienen nódulos o quistes, pero esto no es lo mismo que el cáncer (…) Esta es la primera prueba y sólo veremos los efectos de la exposición a la radiación después de cuatro o cinco años”.
Entre tanto algunos médicos manifestaron estar indignados por el hecho de que los resultados no hayan sido suficientemente difundidos. Sostuvieron que “los datos deben estar disponibles y deben consultar con expertos internacionales lo antes posible”.
La pediatra Helen Caldecott indicó que “las lesiones deben ser sometidas a una biopsia, que no se realiza. Y si no son sometidos a la biopsia eso es al final una irresponsabilidad médica, porque si algunos de estos niños tienen cáncer y quedan sin tratamiento, van a morir”.
Según un informe elaborado por el Instituto Japonés de Ciencias Radiológicas, algunos niños fueron expuestos a una dosis de radiación equivalente “a toda una vida” para sus glándulas tiroides.
Todas las consecuencias a largo plazo de la radiación liberada en el accidente nuclear de la central de Fukushima en marzo de 2011 no han sido calculadas todavía.
La Organización Mundial de la Salud advierte que los jóvenes están en riesgo a la intoxicación por radiación en la glándula tiroide, mientras que los niños se enfrentan a las peores consecuencias, porque sus células se dividen a un ritmo acelerado.
La última investigación señala que en el transcurso de cinco años el agua del océano altamente contaminada de la zona podría llegar a la costa oeste de Estados Unidos.
Fuente TeleSUR, RusiaToday, FC