En un entrevista brindada a la revista Garganta Poderosa, el juez Eugenio Zaffaroni alertó sobre el peligro de un sistema penal que descargue su poder punitivo solo sobre los pobres. “La solución no es crear nuevas cárceles, sino disminuir la cantidad de presos. Si el número de presos aumenta con perejiles, no habrá cárcel que alcance», dijo el magistrado.

El Ministro de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni, quien aceptó ser entrevistado por Fernando Carrera, víctima de una injusticia tras haber estado preso siete años, se refirió al sistema carcelario: “La solución no es crear nuevas cárceles, sino disminuir la cantidad de presos. Si el número de presos aumenta con perejiles, no habrá cárcel que alcance. Controlo la marginalización de esta manera, y mientras se concentra la riqueza en una parte. Si uno llena las cárceles de presos, el resultado que va a tener inevitablemente son motines, muertos, violencia carcelaria, puntazos… Es más fácil ejercer violencia sobre el más carenciado, porque es el que tiene menos voz, y menos abogados, o abogados de menor categoría. Muy rara vez en la cárcel cae un V.I.P; es como que caiga un tipo de frac en un almacén, a las 3 de la mañana. El poder punitivo se reparte como una epidemia, y cae sobre los más vulnerables. Es una regla estructural en todo el mundo. Y uno, lo que puede hacer es atenuarlo. Pero eliminarlo, no”.

En entrevista brindada a La Garganta Poderosa, la revista de cultura villera escrita, fotografiada, dirigida y financiada por vecinos de distintos barrios marginados de la Argentina, el Juez agregó: “La Ciudad de Buenos Aires tiene una división tajante, entre la medialuna sur, los barrios carenciados y el resto de la ciudad. En los barrios carenciados, sube el número de muertes; es la violencia que no se publica en los diarios. Sale cuando hay un asalto a mano armada y cuando es víctima alguien de clase media, pero si no, no. Lo que nos revela el mapa de homicidios es que existe una forma perversa de ejercer el control social, que lleva a que los pobres se maten entre los pobres y no salgan a matar a otra clase social. Ese control se hace aprovechando la conflictividad interna entre la gente más carente, e incluso incentivándola. Se da un proceso de intimidación y de habilitación de arbitrariedad policial sobre sectores carenciados, en una sociedad que tiende más a polarizar la riqueza. Los que son mal distribuidos van a reaccionar de alguna manera. Pero antes de que reaccionen políticamente, se los destruye, se los aniquila, generándoles esa conflictividad entre ellos, para que no tengan conciencia de nada”.

Por otro lado, el Juez realizó un análisis profundo sobre el lugar que ocupa el policía en la sociedad actual: “Nosotros vemos lo que pasa de este lado, pero viéndolo del otro, del lado del policía, no se le representan derechos humanos. Es un tipo al que se lo incorpora a un orden autoritario, donde se lo sanciona verticalmente con una disciplina militarizada, que no debería tenerla, porque presta un servicio civil. Entonces, la gente lo mira con desconfianza; existe un estereotipo negativo hacia el policía. Hay un prejuicio de que es un tipo bruto, machista, entre otras cosas. La clase media pide policías, pero después los discrimina. De hecho, no tienen derecho a la sindicalización, ni pueden discutir sus derechos de trabajo horizontalmente. Yo creo que no se puede desarrollar una conciencia profesional, sin una sindicalización. Lo meten en una corporación que tiene un discurso moralino, y una realidad de recaudación económica que le permite entrar al aspecto político. Así, se lo somete a cualquier riesgo sin preparación. Y cualquier trauma que tiene el tipo, se las tiene que arreglar… ¿Alguien estudió las enfermedades profesionales de los policías? No. ¿Se cuida la vida del policía? No estoy muy seguro, pero el entierro sí lo cuidan. Si lo matan, le hacen un entierro militar, con banda y todo. Pero en vida, lo meten en cualquier lado. Hay que pensar otra estructura policial. Tenemos una Policía Federal encargada de la Ciudad de Buenos Aires, cuando en realidad necesitamos que se encargue de delitos federales, complejos y graves, muy especializada; una especie de FBI”.

La Garganta es una cooperativa de trabajo de La Poderosa, una fuerza social de militantes anónimos y voluntarios, complementaria a las propuestas partidarias populares, que se construye desde las villas, buscando transformar la realidad a través de la organización y la unión vecinal con asambleas barriales, trabajo colectivo, actividades de educación popular y generación de cooperativas de trabajo, para actuar sobre las problemáticas de los barrios y caminar hacia una sociedad justa e igualitaria.

Fuente: Garganta Poderosa, Télam

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