Los integrantes de la mítica banda Sui Géneris fueron homenajeados en la esquina en que funcionaba el teatro marplatense La Comedia, donde realizaron –hace ya 40 años– su primer recital. “Soy una estatua, puedo ser cualquier cosa ahora”, dijo Charly.

Tras ser descubiertas para el público dos estatuas de bronce con la figura de los músicos, García y Mestre se subieron al escenario para ofrecer un recital con algunas de aquellas canciones que ya son parte del cancionero de la música popular.

El encuentro se realizó sobre la esquina donde funcionaba el teatro La Comedia marplatense (Rivadavia y Santa Fe), y las esculturas son el resultado de un proyecto presentado por el concejal Héctor Rosso.

Sui Géneris tuvo una corta pero fructífera trayectoria: al disco Vida (1972), le siguieron Confesiones de invierno (1973) y Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974).

En 2000 hubo un breve retorno para la edición de Sinfonía para adolescentes y algunos conciertos en vivo.

Estatuas de sal

Durante el reconocimiento, Nito y Charly se tomaron de la mano en varias oportunidades y el genial cantautor del bigote bicolor se despachó con un irónico discurso: “A ver, ¿por dónde mierda empezamos? En este día, señora maestra, señor alumno, me imaginé muchas cosas en mi vida, pero nunca que me hicieran una estatua por repartir volantes, tocar rock & roll y fumar porro. La estatua lo demuestra señoras y señores, cuando Sui Generis se hizo un día, o sea, habíamos dejado de tratar, por primera vez mi amigo eterno, que le doy la mano ahora como macho, Nito Mestre, se quedó a defender lo que hacíamos, ojo al piojo! Mientras los demás se escapaban cual ratas a sus casas ante la realidad que tenían encima: estar con gente con el pelo larguísimo que creía en el amor libre y en la paz entre los seres humanos”.

Tras las risas de la mayoría d ellos presentes, el recuperado García continuó: “Este es un tributo a la no fama, al no éxito, a ese momento increíble que fue repartir volantes y ver a esas personas aplaudiéndote a la noche. O sea, esto no es que vino nadie a decirme «Van a triunfar». ¡Bue! Soy una estatua, puedo ser cualquier cosa ahora. ¡Hablen con mi estatua! Cualquier cosa Nito es mi abogado. Esta podría ser la estatua de Perdidos en la Noche, Chaplin y El Pibe, Sacco Vanzetti o cualquiera de los dos amigos que, por no tranzar con la mediocridad, los caretas, la música berreta, tenían el orgullo de no ser nadie y a la vez saber que eran estrellas. ¡Silencio público! (Se pierde en el texto y retoma). Quiero agradecer a Pedro y Pablo que tocaban con nosotros como teloneros y que eran hippies hippies. Y al gordo Pierre, el manager que te descubre y después no pasa nada, el Danny Rose argentino. Y a nuestros primeros fans, los que compraron primero y a la ciudad que fue el escenario y la protagonista de una película donde otra vez ganamos los buenos. Chicos, no sean giles y voy a repetir las palabras de mi amigo, ya saben quien: «que-la-chu-pen»”.

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