Córdoba intentaba volver este jueves a la normalidad, tras el acuerdo entre De la Sota y la Policía que, auto acuartelada, tuvo como rehén a millones de cordobeses. Algunos vecinos durmieron armados por precaución. Ahora, hay detenciones al voleo amparadas una ley que convierte a comisarios en jueces.
Tras el acuerdo firmado por el gobernador José Manuel de la Sota, el miércoles al mediodía, con los representantes de los policías acuartelados, recién por la noche la vuelta a las calles ya era una realidad en varios puntos de Córdoba. Los móviles patrullaban con sus balizas encendidas, custodiaban grandes centros comerciales y bancos, como así también en los puentes.
Sin embargo, vecinos se quejaban de que la Policía no entraba a los barrios. Además, el temor por nuevos incidentes y desbordes delictivos se patentizaban en aquellos vecinos y comerciantes que sufrieron en carne propia el ataque de hordas de “motochorros” que se encargaron de robar y destruir comercios, aprovechando la ausencia total de hombres de azul, según el diario La Voz.
Mientras los móviles policiales comenzaban a hacerse ver, cientos de vecinos salían a limpiar los vestigios de la locura de la noche del martes y la madrugada del miércoles.
También se destacó una imagen común en Córdoba: la de la Policía deteniendo gente por las calles y llevándosela porque en Córdoba se aplica el código de faltas, una ley provincial que permite castigar conductas como el merodeo y mediante la cual el comisario pasa a ser el juez de faltas.
En tanto, fuentes policiales estimaron en unos 100 los detenidos. Cuatro fiscales se repartirán el trabajo investigativo, tanto por el crimen como por los daños.
Javier Alejandro Rodríguez (20) fue el joven ultimado de un balazo en el tórax en medio de incidentes que se registraban en Ciudad Evita. El caso es investigado por Homicidios y aún no estaban claras las circunstancias de su muerte.
Mientras algunos pesquisas sospechan que habría sido ultimado por un vecino que lo tomó como un “motochoro”, sus familiares declararon que el joven no era ningún ladrón y que “sólo miraba lo que pasaba”. Se sabe que fue baleado cuando unos vecinos querían saquear comercios en Ciudad Evita y sus dueños resistían a los tiros.
En el hospital de Urgencias, de los 200 heridos, sobresalía una decena de baleados y uno de ellos permanecía internado en estado delicado.
Fuente: La Voz-Télam