En las redes. El humorista Fabián Prol, abordó el tema y lo posteó en su facebook.
En las redes. El humorista Fabián Prol, abordó el tema y lo posteó en su facebook.

Finalmente, lo lograron. Como ha ocurrido tantas veces en nuestra historia, quienes proclaman la necesidad de evitar delitos son los que cometen los crímenes más aberrantes. De poco parece haber servido el esfuerzo popular de las últimas décadas para lograr que los desempleados, en lugar de convertirse en delincuentes, se volcaran hacia organizaciones sociales contenedoras.

De poco parece servir el resultado de esa masiva construcción popular: la Argentina tiene uno de los indicadores más bajos de inseguridad en el mundo. Nadie cree eso, es apenas una realidad no difundida. Después de años de prédica aterrorizante, los grandes medios y los dirigentes liberales en general consiguieron convencer a los vecinos sobre la necesidad de linchar, torturar, asesinar a un sospechoso. Quien siente terror reacciona así. Necesita matar para evitar recibir un daño potencial.

La propaganda lo ampara: le hace sentir que su crimen es correcto, justificado porque «así no se puede vivir más». En ese punto estamos de acuerdo: no se puede vivir más con la hegemonía de medios que conducen a los argentinos a guerras intestinas entre ciudadanos, promueven el odio horizontal y halagan el quiebre de las leyes esenciales que amparan la convivencia. Sólo queda pedir a los colegas que han cacareado sobre la inseguridad en los años recientes, que reúnan a sus familias y les digan: «yo también linché a ese ratero. Yo también soy asesino, como los que critico a diario».

Ni siquiera cabe pretender que, en un acto de valentía cívica, escriban o digan eso al aire. Por muy democráticos que se presenten, tendrían que admitir ante el público que su nivel de flotación no supera al de Baby Etchecopar. Que estos colegas lo admitan ante su gente. Tomen a su pibe en brazos y le digan: «es bueno torturar a alguien que, quizás, robó un kiosco».

La formidable andanada comunicacional asentada en mentiras integrales, ha tenido un efecto singular, profundo. No vamos a desarrollar acá los cuestionamientos que merecen el Poder Judicial, las policías y otras instancias que deberían ocuparse del tema. Queremos focalizar sobre la responsabilidad periodística.

Cuando dijimos que así se estaba cometiendo un crimen comunicacional, sabíamos lo que estábamos afirmando. Que cada uno se haga cargo.

* Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.

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