Montes Juan Carlos 475
Montes, quien más veces dirigió NOB y más partidos ganó. (Foto: Manuel Costa)

Por Facundo Paredes. Desde hace un tiempo a esta parte, y más precisamente desde la llegada de Gerardo Martino, la búsqueda de entrenadores en Newell’s ha dejado de lado el azar y se encamina más hacia técnicos “que conserven el estilo” como dicen algunos, o “de la casa”, como prefieren otros.

El arribo del Tata no sólo alejó al club de la zona de descenso o le dio un campeonato. En su partida dejó un sello propio, que prioriza el buen juego, saliendo desde el fondo, usando las permanentes proyecciones de ambos laterales, entre otros atributos, que le permitieron a la Lepra, ya sin su principal figura en el banco, ser protagonista en el último torneo.

Se apostó a una persistencia en ese estilo que enamoró a hinchas rojinegros y a muchos otros. Y varios, como Juan Carlos Montes, piden por esa continuidad. “A Berti le fue bastante bien apostando al el estilo que tenía el Tata y lo tendrían que haber seguido bancando”, afirma uno de los entrenadores emblemas que tuvo Newell’s durante gran parte de la década del 70.

Montes, en su convencimiento de continuar con lo realizado, pidió la continuidad del por ahora DT interino Ricardo Lunari porque “conoce las inferiores, sabe lo que es el club, y cambiar sería empezar de cero”. Y sobre conservar la identidad, dice: “La identificación la dan los jugadores, es decir que los técnicos que se contraten tienen que tener el perfil de los futbolistas que ya tenés en tu plantel”.

Juan Carlos Montes charló del club de sus amores y de cuya historia, además, forma una parte en un sitial importante, ya que fue quien más veces lo dirigió, con 275 partidos; y el que más triunfos obtuvo, con 101.

Hombre sencillo, apasionado por el deporte y gran conocedor de su profesión (dirigió 15 equipos), Montes analiza la situación por la que atraviesa el rojinegro, que está en plena búsqueda del reemplazante de Alfredo Berti.

“El técnico tiene que conocer bien a los jugadores, pero no sólo dentro de la cancha, sino su mentalidad, fuerza de voluntad, saber si es pícaro o no”, explica; y expone los motivos por los que elige a Lunari por sobre los otros nombres que suenan en las inmediaciones del Parque Independencia. “La diferencia no es tan grande con respecto a los otros candidatos porque los jugadores son los mismos”, señala, aunque aclara: “De todas maneras es entendible que la dirigencia busque por otro lado, porque tiene la presión de la gente y no quiere que le suceda nuevamente lo mismo que con Berti”.

A la hora de buscar respuestas al mal momento por el que atraviesa el equipo, apunta: “Le está faltando cambio de ritmo y más gente que desequilibre. A Berti le faltó un jugador como Scocco, y eso fue uno de los problemas que tuvo durante su etapa”.

“Después hay otros detalles, como la reacción del jugador cuando pierde, o las situaciones malas, o que se ponen nerviosos cuando llega el partido”, añade.

También compara su época con la actualidad: “Hoy se juega peor que antes. Quisimos copiar la forma de Europa, sacamos los espacios y eso da lugar a que el fútbol sea más físico que habilidoso”.

El debut del 10

El sonido del timbre y la interrupción de la entrevista cumplieron una función similar a las tandas en la tele o en la radio, cuando antes el conductor anuncia que lo mejor del programa vendrá después de la pausa. “Ahora hablamos de Maradona”, dice antes de bajar por el ascensor.

A su regreso, comienza su emocionante relato de cuando hizo debutar en primera división al mejor de todos los tiempos. “Cuando llegué a Argentinos Juniors, Diego estaba jugando en la séptima y uno de los delegados siempre me insistía con que lo vea a Dieguito, pero en ese entonces tenía 15 años y la situación era complicada para el club, que peleaba por no descender. Hasta que un día le dije que lo traiga a la práctica y después, charlando con los de Primera, quedaron asombrados de lo que hacía”.

De aquellos primeros entrenamientos recuerda que “Pellerano (padre del defensor que jugó en Newell’s), ni bien lo vio, me dijo que ese pibe era un fenómeno”. “Te dabas cuenta en lo pícaro que era, la mentalidad que tenía. Jugaba de la misma forma en la séptima que en primera”, se asombra.

Fue así que un 20 de octubre de 1976 y frente a Talleres, en Buenos Aires, Montes tenía el privilegio de mandar a la cancha a un tal Diego Armando Maradona, de apenas 15 años y con la 16 en la espalda. “Fue un miércoles. Perdíamos 1 a 0 en el primer tiempo y él estaba en el banco. Recuerdo que era chiquito como es ahora, flaquito y con unos pantalones que le pasaban las rodillas”, se ríe. “Después lo miro y le pregunto si se animaba a entrar, y obvio que me dijo que sí”.

En cuanto a las recomendaciones que le hizo previo a su ingreso, Juan Carlos cuenta: “Para no meterle presión le dije que en la primera jugada tire un caño, y cumplió”. “Su debut oficial fue contra Newell’s en Rosario y el día anterior me llamó Berti, que jugaba acá, y me preguntó sobre ese pibe que iba a traer, porque en aquel entonces era toda una novedad un futbolista tan joven”, relató luego.

Por último, recordó las sensaciones e impresiones que le dejó ese chico que más tarde iba a triunfar con las camisetas de Boca, Barcelona, Nápoles y hasta en la Selección Argentina. “Cuando lo vi, imaginé lo que iba a ser con el tiempo, porque era un fuera de serie, un atrevido, en el buen sentido de la palabra, no le importaba a quien tenía adelante”, concluyó.

(Publicada en el eslabón nº 140)

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