Portada del suplemento aniversario de El Eslabón.
Portada del suplemento aniversario del semanario rosarino El Eslabón.

Seamos francos. Más allá de la voluntad, no son muchos los núcleos de comunicación popular que ameritan admiración y respeto. Hay varios, claro, pero no tantos como para señalar que por el mero hecho de encarar una acción periodística por fuera del circuito tradicional se han alcanzado los objetivos mínimos.

Hace tantos años y ya no lo recuerdo, varios compañeros escindidos de aquella agrupación Santiago Pampillón de Rosario me dijeron que deseaban realizar una publicación. Recuerdo haber señalado una serie de orientaciones que me parecieron adecuadas. Recuerdo también que tenían ideas fuertes para llevar adelante.

Y como sucede cuando se conjugan garra y talento, lo pusieron en marcha. Lo concretaron. Y al rato tenía en mis manos El Eslabón, un tabloide amenazante que contrastaba con todo lo existente. Empecé a hojearlo y comprendí algo: daban ganas de leerlo más allá de mi vínculo personal con los hacedores. Estaba bueno.

Andando el tiempo el periódico creció. Se desplegó. Tuve algunos desencuentros con periodistas muy queridos pero nunca dejé de observar la labor desplegada. Un día me avisaron que se largaban a tomar por asalto, semanalmente, los kioscos. Y volví a comprender que aquella garra y aquél talento permanecían y habían hallado la casa adecuada para asentarse y crecer.

No sé si todos los lectores comprenden la trascendencia cultural y comercial del emprendimiento. Sólo atino a indicar que los costos de la impresión gráfica resultan habitualmente, imposibles. Y que el desafío de presentar materiales que contrastan con la agenda mediática habilitada es muy difícil de sortear.

Hoy El Eslabón es de lo mejor que el periodismo puede ofrecer. Punto uno. Luego podemos decir que es lo mejor que el periodismo rosarino puede brindar. Vale la priorización para dar a entender, claramente, dónde están. Y un apunte más: junto a esa garra, junto a aquél talento, se adentran la pasión y la emoción, sin los cuales la mejor nota, nada vale.

El afecto, el respeto y la admiración que siento por los compañeros que realizan El Eslabón de la Cadena Informativa, no puede plasmarse en estas escuetas líneas. Ellos son ejemplo de tenacidad ante situaciones adversas y de miradas situadas, mangrullos bien puestos, ante un mundo ancho, aunque quizás ya no tan ajeno.

Abrazos con el corazón.

* Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica

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