El ex atacante e ídolo de Rosario Central, que fue convocado por la comisión directiva auriazul para que entrene a los delanteros de las divisiones inferiores, aseguró: “Voy a cumplir un sueño que tenía desde hace más de 20 años”.
La directiva canalla lo informó a través de un escueto comunicado que en su primer párrafo rezaba: “Con gran satisfacción y alegría informamos que José Luis Puma Rodriguez regresa a Rosario Central”. Rápidamente, la noticia explotó en las redes sociales y el pueblo canaya la recibió con muchísima alegría. Es que el delantero, que sólo jugó durante un par de años con la casaca auriazul, se transformó en ídolo a fuerza de garra, goles y, sobre todo, por declarar ante micrófono que le pusieran enfrente el haberse “enamorado de Central”.
“Tengo una alegría enorme, inmensa, creo que pasaron un poquito más de 20 años en los que estuve esperando poder regresar a Central”, le dijo el Puma a este semanario vía telefónica desde su domicilio porteño, y agregó: “En algún momento pensé volver como jugador, en otro como técnico, y cuando ya empezaba a perder un poquito la esperanza, el momento –gracias a Dios– llegó. Y el momento es hoy”.
El flamante entrenador de delanteros juveniles aclara de entrada que la convocatoria llegó de parte de la Comisión Directiva y no de Coudet, como muchos se apuraron a suponer. Su acercamiento previo a la agrupación que luego ganaría las elecciones en la institución del barrio Lisandro de la Torre, hizo que una vez que asumieran lo llamaran para invitarlo a trabajar en el club. “Eso fue hace como tres meses, como un primer contacto, y hace una semana me lo hicieron más formalmente, Seguramente lo consultaron al Chacho –con quien tengo una buena relación, pero tampoco es que somos grandes amigos– y evidentemente debe haber estado de acuerdo porque me terminaron ofreciendo esta posibilidad y yo, por supuesto, acepté de inmediato”.
Vamos los pibes
El Puma ya sabe lo que es trabajar con futbolistas de divisiones menores ya que durante varios años dirigió las inferiores del Deportivo Español, club en el que debutó como jugador, allá por 1994. “Este último año fue muy bueno, ya que salimos campeones en 4ta (que es la categoría que yo dirigía) y en 5ta (con la que trabajábamos prácticamente a la par) y promovimos varios chicos que seguramente jugarán en Primera en poco tiempo”, señala orgulloso Rodríguez, quien también tuvo un paso por la conducción técnica de las infantiles del modesto club Yupanqui, y agrega: “Me sirvió muchísimo como experiencia y para entender, además, que los chicos de hoy no son lo mismo que eran antes y que hay que hacer un poco de psicólogo también porque cada uno tiene su mentalidad y sus problemas.
En algún momento, el Puma tuvo que hacerse cargo del equipo profesional del Bajo Flores cuando el descenso ya estaba casi consumado: “Me llamaron cuando el club atravesaba una situación muy difícil y no dudé en ir y poner el hombro. Y aunque no hubo nada que hacer, y perdimos la categoría, no me arrepiento de haber estado ahí cuando me necesitaron”.
Este aguerrido ex delantero, que le convirtió dos goles a Newell’s y que nunca perdió un clásico rosarino (empató dos y ganó el restante 2 a 1, con un gol suyo y otro del Flaco Galloni), confesó “estar cumpliendo el sueño que yo tenía, que era trabajar en Central y para Central”, y detalló la tarea que llevará adelante en esta nueva etapa de su carrera futbolística: “El trabajo es pura y específicamente con los delanteros de las inferiores, para ver si podemos sacar jugadores que hagan goles y que puedan llegar certeros a la hora de definir. Y también hay que hablar mucho con los chicos para que entiendan que son privilegiados pero que también tendrán que hacer un gran sacrificio para poder llegar a Primera. Algunos lo van a entender, otros no, y muchos quedarán en el camino; porque hay pibes que tienen todas las condiciones pero no llegan y también hay que prepararlos para afrontar esa situación”.
Este hombre que a principios de febrero comenzará a trabajar con los pibes de las inferiores, y que remarca que la idea es promover delanteros al plantel profesional, también habla sobre la importancia de atender el aspecto humano de los jóvenes futbolistas. “A mí, por ejemplo, no me preparó nadie para el debut. Los compañeros más grandes por ahí me dijeron que me quedara tranquilo, que me bancaban, pero nadie me preparó mentalmente para ese momento. Igualmente, no es lo mismo para un pibe debutar en cancha de Español y en la B, como me tocó a mí, que en un Gigante repleto y con 50 mil personas que lo único que quieren es que rindas y que te van a exigir al mango”, destaca el Puma, y concluye: “Tenés que tener mucha personalidad y mucho carácter, y eso es lo que voy a tratar de inculcarle a los chicos. Igual, la idea es mostrarle las falencias que los delanteros actuales del fútbol argentino tienen, como poca movilidad, y enseñarles cómo recibir la pelota de espaldas al arco, tirar un amague o perfilarse rápido y, sobre todo, que tengan el arco entre ceja y ceja”.
“Durante los años que jugué al fútbol algo aprendí y sé que puedo transmitirle mucho a los jóvenes”, expresa con humildad el Puma, y sentencia: “Y no sólo en cuanto a lo futbolístico y a la posición de delantero, sino también en lo que tiene que ver con el sentimiento del jugador de Central, que tiene que pensar que cada partido que juegue con esta camiseta debe ser el último y que debe romperse el alma en la cancha para defender estos colores”.
Enamorado estoy
A la hora de explicar lo que siente por el club al que después de más de 20 años regresa, el Puma aclara de entrada que de pibe era hincha de Independiente. “Cuando empecé a jugar al fútbol, lo que deseaba era jugar en alguno de los clubes grandes de Buenos Aires y en irme a Europa”, admite, y tras rememorar que “tuve la fortuna de jugar en la Selección y en el Betis de España (entre 1988 y 1990)”, confiesa que su paso por Arroyito lo marcó para todo el campeonato: “El Cai (Carlos) Aimar me habló tanto de lo que era el club y su gente, que me terminó de convencer y decidí ir a Rosario. Y ahí, mi vida futbolística y mi pensamiento cambiaron por completo y me enamoré. Me enamoré de la ciudad, del club y, de hecho, nunca más fui a ver a Independiente y me dediqué a seguir a Central, incluso estando en Buenos Aires –cuando no jugaba– viajaba a Rosario a verlo. Y ojo que eso no me pasó sólo a mí: le pasa a la mayoría de los jugadores que pasan por Central. Sin desmerecer a la gente del Parque, ningún jugador que pasó por ahí habla de Newell’s; ni siquiera aquellos que salieron campeones.
Somos distintos, no sé si por una cuestión de piel o qué, pero a mí me encanta destacar a Central en todos lados a los que voy, aunque me caguen a pedos los de Español. Es lo que me sale. Fijate que yo no hablo de Racing, ni de Olimpo, ni del Betis; yo hablo de Central porque soy hincha de Central”.
En las buenas y en las malas
“El fútbol me dió un montón de cosas hermosas”, confiesa el Puma, y enumera el “haber jugado en la Selección”, como uno de los picos máximos de su carrera. Con el combinado juvenil, el ex 9 conquistó los Juegos Sudamericanos de 1986 (jugó los 5 partidos y convirtió 2 goles), y formó parte del plantel que disputó el Preolímpico Sudamericano y clasificó a los Juegos de Seúl 1988. Y en la mayor debutó en un amistoso ante Alemania, en Buenos Aires, en el que la celeste y blanca se impuso por 1 a 0 y en el que arrancó como titular y fue reemplazado en el segundo tiempo por Pedro Troglio. Además, Rodríguez resalta el haber tenido “muy buenos compañeros” y “haber hecho grandes amigos”, y asevera que sus “mejores momentos fueron en el 87, en Español, y las dos temporadas en Central, que fue lo mejor que me pasó en mi vida futbolística. Los dos años en Central fueron inolvidables”.
Y a la hora de identificar el peor momento de su etapa de jugador, no duda en señalar su salida del club de Arroyito. “Fue lo más negativo de mi carrera, por la forma en que se dió (no lo dice pero se enfrentó con el técnico de aquel entonces, Pedro Marchetta), y porque no me lo merecía. Pero bueno, cuando hay gente que no maneja bien las situaciones (en obvia alusión a Víctor Vesco, quien presidía la institución de Arroyito), te terminás yendo por la puerta de atrás. Y lo que más me dolió fue el hecho de no haberme podido despedir de la gente”.
El pasado te condena
“Somos locos y borrachos como el Puma y como el Chacho”, reza una estrofa del cantito que la hinchada canaya canta a grito pelado con la melodía de El viejo de arriba, de Bersuit Vergarabat. “El que piense que yo no voy a ser un buen ejemplo para los chicos, está totalmente equivocado y se ha quedado con una imagen mía que de por sí fue exagerada y que ya no corresponde con el tipo que soy a los 51 años”, indica el futuro asesor de los juveniles delanteros, y argumenta: “Es verdad que a mí me gustaba salir, pero lo hacía sólo cuando se podía. Y cuando había que entrenar era el primero. Lo que pasa es que estuve varios meses lesionado, en los que sólo iba al (Sanatorio) Mapaci a hacer rehabilitación, y ahí sí salía mucho. Y mucha gente se quedó con eso. Sobre todo porque nunca me escondí”
“La gente, además, tiene que entender que –más allá de que algunos te eleven a la categoría de ídolo, sos humano y tenés los mismos gustos y las mismas miserias que cualquiera”, remarca el entrevistado, y cierra: “En el fútbol, como en la vida misma, hay algo muy difícil de encontrar que es el equilibrio. Y yo, aunque a veces me fui un poco para un lado y otras para el otro, siempre intenté encontrarlo”.
Nota publicada en la edición 177 del semanario El Eslabón.