La bruma que origina una lluvia incesante entornó el desarrollo de las elecciones PASO efectuadas este domingo. El agua tiene un rasgo dual que suele generar metáforas en distinto sentido: facilita vida, implica fertilidad; también anega, a veces, ahoga.
Cuánta tela para cortar y al mismo tiempo, cuánta corroboración de tendencias. En los intersticios está la perspectiva; en el trazo grueso, la definición. Digamos para arrancar: el Frente para la Victoria sigue siendo la fuerza más votada en el orden nacional. No es poca cosa tras más de una década de gobierno.
Lejos de mostrar el desgaste a que nos tienen acostumbrados los que permanecen largo tiempo en gestión, este peronismo redivivo en kirchnerismo encarna un proyecto industrial e inclusivo que merece un apoyo imponente en el seno de un pueblo que evoca tiempos oscuros.
A partir de allí, las reflexiones con datos en la mano y los interrogantes acerca de las cifras venideras. Vale entonces reiterar un interrogante planteado por este periodista cuando se bajaron los primeros pre candidatos del FPV en el orden nacional: ¿la presencia de corrientes diversas en una interna debilita o potencia?
Así como, con poco, el líder del PRO Mauricio Macri logró sumar un seis por ciento de radicales despatarrados entre Sanz y Carrió, el candidato Daniel Scioli podría –quizás- haber congregado otras expectativas si entre sus contendientes confluyentes se hubieran situado dirigentes capaces de agrupar otras dinámicas, distintas trayectorias.
A partir de ahora es importante cautivar en dos direcciones con vistas a octubre: hacia un peronismo con rastro duhaldista que viene recalando en la coalición Tigre – Córdoba, y hacia una izquierda que puede renegar del sciolismo pero repudiar una eventual victoria macrista.
Resultó significativo que el más votado del país, Daniel Scioli, acompañado por su vice Carlos Zannini –en ambos casos flanqueados por sus compañeras- dejara de lado la perspectiva de mostrarse junto al ganador de la dura interna bonaerense.
Es probable que en ese afán convocante el primer reflejo de la dupla indicada fuera alejarse de una reyerta –precisamente- brumosa. La diferencia entre Aníbal Fernandez y Julián Domínguez resultó tenue y casi un reflejo de la distancia temporal de instalación pública. Scioli necesita contar con todos los votos. Y sabe que ahí hubo heridos de significación.
En ese sentido llama la atención la obcecación de una franja de la militancia pro Aníbal a la hora de desplegar la campaña PASO, pues en los últimos tres días previos al comicio resultó insistente la designación de los votantes rivales como depositarios de la estrategia del Grupo Clarín.
A todas luces –es difícil observar el fulgor de la llama detrás de una cortina de agua- era preciso diferenciarse pero al mismo tiempo contener a esos espacios. Las internas configuran un equilibrio delicado: alejarse del otro sin romper. Llama la atención que una fuerza con tanto trajín electoral como el peronismo no haya observado con más delicadeza esos bordes.
Desde este instante, el diseño de campaña tendrá que ser acorde a las necesidades. Armónico y firme. A decir verdad, se acabó el siempre muy limitado lugar para las diferencias intestinas y comienza el momento de unificar discursos sobre ejes muy claros. Los provee la misma obra de gobierno, así que su reafirmación con proyección no puede constituir un misterio.
REPASO. El Norte del país ratificó con energía la primacía oficial, muchos jefes municipales bonaerenses se vieron en dificultades (puede ser una experiencia refrescante), las diferencias entre grandes ciudades y pueblos del interior se sostuvo, Santa Fe sigue apreciando el valor de la persistencia, Córdoba demanda una estrategia simple y común que ejecute según la conveniencia. Mendoza sigue atravesada por un espíritu ganso que por momentos, los atrapa a todos.
En este medio recibimos dos tipos de encuestas en el último mes: unas daban cuenta de una diferencia del cinco al seis por ciento en beneficio del FPV en el orden nacional, y otras indicaban que ese porcentaje crecería hasta el 10 y el 11 por ciento. ¡Todas eran ciertas! De allí la confusión inicial a la hora del arranque del conteo.
Cabe una observación trascendente: la cultura política del pueblo argentino, que lo llevó a sufragar masivamente en una elección no ejecutiva a pesar de las feroces condiciones climáticas. Este dato es una garantía de participación que permite confiar en el futuro. En líneas generales, los grandes aciertos en momentos decisivos son la marca de fábrica de nuestra gente.
El final está abierto porque la posibilidad de ganar en primera vuelta se encuentra muy –muy- cerca, pero su plasmación depende de conseguir esos pocos puntos que restan para relanzar con energía el Proyecto Nacional. Es ostensible que la presencia de la más popular dirigente del país, Cristina Fernández de Kirchner, en la campaña que empieza, puede ser decisiva.
Y también, la selección de los acompañantes visibles de Scioli. ¿Ganó Aníbal en provincia? Y… si.
Por lo demás, en octubre no suele llover con tanta intensidad.
* Director La Señal Medios / Área Periodística Radio Gráfica