Jorge Lanata 3d

La objetividad y la independencia son gastados artilugios para ejercer la manipulación. Pero esto no significa que la práctica periodística esté más allá de la responsabilidad y la ética. Todo lo contrario. Los límites son claros, nítidos, indiscutibles. Y la prensa argentina nos brinda ejemplos todos los días.

Cada periodista dice lo que dice desde un lugar en la historia. Desde un campo ideológico determinado. Negar este hecho es una de las formas más utilizadas de la mentira, la manipulación y la confusión.

Cada periodista se expresa, además, utilizando el lenguaje, un instrumento ya de por sí marcado históricamente, una herramienta intrínsecamente ideológica que, además, pertenece a un orden distinto del de los hechos.

No se puede confundir la descripción con lo descrito, ni la cosa con la palabra que la designa. “La palabra perro no muerde”, enseñaba el lingüista polaco Alfred Korzybski.

La ética periodística consiste, justamente, en reconocer y hacer transparentes estas características del oficio y de sus herramientas. El decir desde qué lugar se dice lo que se dice debería preceder todo decir honesto.

El sujeto no puede pretender la objetividad, pero sí puede hacer visible, transparente, explícita, su subjetividad.

El límite es claro. Lo que no es ético es mentir, encubrir, tergiversar, engañar, sacar de contexto. Los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos nos brindan ejemplos todos los días. En realidad, son ejemplos de lo que no debe hacerse, claro, pero cuentan para reflexionar sobre estas cuestiones.

Cuando la presidenta Cristina Fernández anunció el envío al Congreso del proyecto de ley que reconoce a los actores como trabajadores, el Grupo Clarín se ocupó de informar acerca de la cantidad de veces que la mandataria utilizó la cadena nacional, y ocultó, disfrazó, y encubrió el contenido del anuncio todo lo que pudo.

Lo viene haciendo desde hace años. No es nuevo. La trampa es paradigmática, sistemática, y desnuda una de las estratagemas que da cuenta de la falta de límites éticos de los medios hegemónicos.

Lanata ofreció la cara más burda y brutal del artilugio. Dijo que la presidenta habló otra vez en cadena “y anunció algo sobre los actores”. O sea: ocultó la información. No informó. Hubiera podido, por ejemplo, denostar la cantidad de veces que la presidenta utilizó la cadena y, a la vez, mencionar el proyecto de ley, y criticarlo duramente y argumentar en su contra. Pero no.

La utilización sistemática de la mentira es, en cierto sentido, paradójica, porque desnuda y exhibe lo que intenta ocultar: su ideología.

La falta de respeto del receptor, el menosprecio permanente es la ideología. Allí está, clarita, más que en ninguna otra parte. En esto coinciden los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos con las expresiones partidarias de estos poderes. El discurso del PRO, por ejemplo, también implica un permanente desprecio del receptor.

Conforme se acercan las elecciones, estas y otras vilezas se irán incrementando. Y más allá de la indignación y del asco, la frontera entre ejercer el periodismo y ser un mero lobbista de los poderes fácticos queda cada vez más clara.

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2 Lectores

  1. Vanina Croce

    19/09/2015 en 11:52

    Gracias por explicar en forma tan clara la vieja discusión sobre la objetividad y cómo los diarios y la tv monopólicos manipulan y ocultan información y confunden a las ciudadanas y ciudadanos.

    Responder

  2. Roberto Dante

    22/09/2015 en 14:03

    LA NOTICIA COMO MERCANCÍA QUE VENDE DESESTABILIZACIÓN EN LATINOAMÉRICA
    roberto dante – Lanús, Argentina –

    Cito: «…la izquierda regional se inclina al centro». Esta frase más que encuadrar un realidad política es la certificación de que existen puntos de vista – intencionadamente – distorsionados sobre Latinoamérica.
    – ¿ Por qué ?
    Porque la información en los medios oligopólicos de comunicación intentan «embarrar la cancha» para inducir políticas económicas que les marcan los Dueños del Poder real.

    Mal que le pese a “el periodismo objetivo”, a la Freedom House a la SIP, a la FUNDALEX y a la International Freedomof Expression Exchange (IFEX) es válido reconocer que la noticia es una “mercancía”. Los medios de comunicación impresos, radiales y televisivos se sostienen por los aportes de los Centros de Poder ya mencionados, que, reitero, necesitan difundir como “verdades” sus lineamientos políticos e ideológicos que aportan la justificación” a sus proyectos económicos., casualmente, siempre en contra de las mayorías populares y a favor de la concentración de la riqueza en pocas manos. Cualquier semejanza con el neoliberalismo es cierta.

    Generan cualquier tipo de las mal llamadas noticias “objetivas” para defenestrar a los diferentes gobiernos progresistas en Latinoamérica. Como en Ecuador (fueron aplastados por Correa); Bolivia, Brasil, Chile, y hoy, con extrema dureza contrala Venezuela Bolivariana, y el Proyecto K en Argentina.

    Comparto con el politólogo Lázaro Fariñas que “la libertad de prensa, (…) no es más que la libertad de empresa”. Pues el mal llamado “sentido común”, no es otra cosa que una construcción de pensamiento elaborada a partir de la manipulación de la información que conduce a creer en la existencia de una objetividad inexistente. Nunca existió el periodismo imparcial y/o neutral. Creerlo es contra natura. Es prioritario trabajar sobre estos a priori inducidos por el establishment mediático.
    Tomo como ejemplo la durísima oposición neoliberal que enfrentamos en Argentina los que defendemos la nueva “Ley de Servicios Audiovisuales”.
    – ¿De qué libertad de prensa estarán hablando los periodistas marketineros? Dicen: “Queremos preguntar”.
    – ¿Quién se los impide”.

    La experiencia de vida nos enseña que una cualidad humana –muy importante- es la contradicción. El lenguaje es básicamente contradictorio. Con el podemos aclarar pero también oscurecer. Buscar –a ciegas- la verdad y no poder distinguirla de la falsedad. Pero, en este caso, la acción ilumina a las palabras.
    – ¿Por qué?
    Porque “no somos lo que decimos, somos lo que hacemos”. El establishment “acciona” a favor de los Grandes Medios Oligopólicos de Comunicación. Bien sabemos que estos Medios “dicen lo que dicen”, pero “NO hacen lo que dicen”. Manipulan la palabra. Nos hablan de “libertades”, “de igualdades”, “de…”, mientras trabajan para los dueños del poder.
    – ¿Los pueblos?
    A pesar de la grisura y la impostura de los mensajes mediáticos, se rebelan (accionan); ya no se tragan las letras venenosas.

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