La cucha y el ladrillo que al caer del cielo la dejó hecha trizas.
La cucha de Hulk y el ladrillo que al caer del cielo la dejó hecha trizas.

Un paquete que contenía unos doce kilos de marihuana compacta cayó sobre la cochera de una casa de familia en los EEUU, destrozando la casa de Hulk, la mascota hogareña, que se repone del stress.

El episodio ocurrió en la localidad norteamericana de Nogales, cerca de la frontera con México, en una noche tormentosa, y remite obligadamente al misterioso relato de Howard Phillips Lovecraft titulado El color que cayó del cielo.

Pero lo que cayó del cielo en Nogales no fue precisamente un color. Según el periódico El Nuevo Herald, la señora Maya Donnelly dormía plácidamente cuando un «fuerte estruendo» la despertó. La ama de casa, sin embargo, acaso pensando que se trataba de uno más de los ruidos propios del temporal que azotaba la zona, no hizo más que dar unos pasos antes de decidir volver al lecho y seguir durmiendo plácidamente.

El periodista Terry Tang, de Associated Press, quien fue el encargado de narrar el insólito episodio, cuenta que la mujer, «horas después, revisó la cochera de su casa… y vio pedazos de madera en el piso. Pronto, encontró un paquete envuelto en plástico negro».

«Cayó justo encima de la casa del perro», describió la sorprendida dama al periódico Nogales International, el primer medio en reportar lo sucedido. Para completar su escueta crónica, sólo agregó: «Dejó un hueco en la cochera».

En el interior del misterioso paquete volador se ocultaban 11,7 kilos de marihuana compacta. El bulto, según calcularon las autoridades locales –con destreza de expertos tasadores– cotiza alrededor de 10 mil dólares.

La hipótesis de los investigadores es que «posiblemente fue arrojado por accidente desde la aeronave de un narcotraficante».

Ajeno a cualquier otra cosa que no fuese el stress que le causó el violento impacto del pedazo de droga que destrozó su hogar, Hulk, la mascota perjudicada, se lamentaba en un rincón del estropeado garage de sus dueños.

La crónica local da cuenta de los momentos posteriores al hallazgo del ladrillo volador. «Al vivir cerca de la frontera, Donnelly asumió que el paquete contenía drogas. De inmediato llamó a su esposo Bill, quien le pidió que llamara al número de emergencias».

Según apuntó la publicación, los efectivos policiales que acudieron al llamado de la pareja desarrollaron su hipótesis: «posiblemente un avión ultraligero proveniente de México se deshizo prematuramente de parte del cargamento por accidente y dejó caer el resto más al norte».

Los agentes del orden revisaron el bulto, y se aseguraron de que Hulk no le hubiera dado una cuantas mordidas. Ya se sabe que algunos canes se ven tentados por la fragancia que emana del cannabis. El paquete estaba intacto.

Según fuentes del poblado, el jefe de policía de Nogales, Derek Arnson, confesó que en los tres años que lleva en el puesto, es la primera vez que ve un cargamento de drogas impactarse contra una construcción: «Alguien definitivamente cometió un error y quién sabe cuáles sean vayan a ser las consecuencias para ellos», conjeturó el sheriff.

Si el suceso no fuera lo suficientemente singular, por estas hora la policía científica del lugar se encuentra abocada a una tarea investigativa de última generación: quieren saber si el paquete de hierba hilarante era trasladado por una aeronave o bien por un dron, o sea un aparato no pilotado.

Pese a que Donnelly, la mujer damnificada, considera poco probable que alguien se presente en busca de la mercancía voladora, y Arnson piensa lo mismo, el jefe policial, de todos modos, incrementó temporalmente los patrullajes en el vecindario.

Las reparaciones por los daños que produjo en la vivienda el trozo de marihuana que cayó del cielo suman unos 500 dólares. Pero lo que más angustia a las tres hijas adolescentes del matrimonio es conseguir una nueva casa para Hulk.

Si bien las autoridades policiales felicitaron a la pareja, familiares y amigos de la misma les reprocharon no haber sacado buenas ganancias del sorpresivo paquete. «Es lo que todos nos dicen: ‘¿Por qué llamaron a la policía?'» confesó Donnelly, quien sopesó, algo tarde, que la historia bien pudo ser otra: «Pudimos hacer muchas reparaciones a la casa con ese dinero».

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