Los ministros de Seguridad de Nación y provincia, se echan culpas.
Los ministros de Seguridad de Nación y provincia, se echan culpas.

La recaptura de los tres lumpen-evadidos elevada a combate total contra el narcotráfico. Operaciones de agigantamiento deslucidas por el papelón al que sometieron al presidente. La disputa política entre la Nación y Santa Fe y una pregunta sin respuesta: ¿Quién hizo pisar el palito a Macri?

Tres condenados a prisión perpetua por un triple crimen se evaden caminando de un penal de “máxima seguridad” en la provincia de Buenos Aires, 48 horas después de Navidad. Unos días más tarde un ministro de seguridad provincial asegura que “están cercados”. Hay un tiroteo, pero se escapan. No se sabe si son ellos, los más buscados. La Inteligencia oficial tira un dato: están guardados en aguantadero de un pueblo de Santa Fe. Los temibles delincuentes, corazón, esencia misma del narcotráfico y la criminalidad organizada del país, vuelven a escapar de la persecución de Gendarmería en San Carlos Sud. Dos días después, luego de volcar con una camioneta robada uno queda malherido y es detenido en un camino rural por un policía ¡retirado!, ayudado por un baqueano de Cayastá provisto de tres poderosos…caballos. Se informa oficialmente que los tres fueron aprehendidos al mediodía. Los canales informativos de televisión llevaron horas de transmisión en vivo, sus conductores están excitados. Cayeron los tres en un rato, uno está en la comisaría de Cayastá, los otros… De los otros todavía no se sabe nada, hasta que se sabe. Hay un solo recapturado, dos siguen su fuga. No importa. Los buscan cuatro fuerzas de seguridad federales y una provincial. Unos 600 hombres armados, pertrechados, con vehículos terrestres y helicópteros. También los servicios de Inteligencia. Los dos que se mantienen prófugos están, nuevamente, cercados. No pueden escapar mucho más tiempo, aunque las autoridades aseguran que cuentan con la estructura de algún innominado grupo narco. Andan a pata. Están en una zona que no conocen, en la que no hay caminos alternativos a las rutas –cercadas por las fuerzas de seguridad- para subir hacia el norte. Los senderos rurales son un lodazal. Pero transcurren, otra vez, dos días. Hasta que, ahora sí, el encargado de los silos de una arrocera da con ellos. Charla con los malvados, toma mates, los engaña. Los evadidos están exhaustos, parece. Tienen armas pero carecen de movilidad. Llevan casi dos semanas escapando. Por fin llega la policía de Santa Fe, alertada por el empleado rural, y la historia llega a su fin. Los tres prófugos más buscados de la Argentina, elevados a la categoría Chapos Guzmanes del pago chico, caen definitivamente. La historia, que con un guión bien trabajado hasta puede dar para un thriller cinematográfico, provoca una gran polvareda política: un papelón del Gobierno, acusaciones entre el poder federal y el de Santa Fe, denuncias de pistas falsas, otras de supuestos complicidades y operaciones con fines inconfesables.

Montaje
La primera operación de prensa visible fue el agigantamiento de la peligrosidad de los tres prófugos, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci. Están condenados a prisión perpetua por el triple crimen de General Rodríguez, ocurrido en agosto de 2008, en el que fueron asesinados los empresarios farmacéuticos ligados al tráfico de efedrina Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina.

A los tres lúmpenes les dictaron la sentencia condenatoria como partícipes necesarios de privación ilegal de la libertad y homicidio. Es decir que, para la Justicia, no fueron los ejecutores del triple crimen, sus autores inmediatos. O, al menos, el tribunal no lo pudo probar.

La ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich, y su par bonaerense, Cristian Ritondo, le levantaron el precio a los fugados. Su recaptura significaría, dijeron, un duro golpe al narcotráfico, política en la que el gobierno de Mauricio Macri, dice, está comprometido. Los sucesos de Cayastá no lo dejan bien parado.

Mientras la TV transmitía en cadena durante buena parte de su programación esos episodios, otras cosas sucedían. Pero la opinión pública estuvo atada a esa persecución, ineludible en los grandes medios de comunicación.

El asunto no resultó bien, al menos de entrada. El sábado 9 se produjo el primer cortocircuito cuando se comunicó oficialmente la caída de los tres prófugos, aunque se trataba de uno solo el infortunado. La cuestión no es menor: el presidente Mauricio Macri felicitó a través de Twitter a los investigadores enarboló la lucha contra el narcotráfico. El primer paso estaba dado aunque, en rigor, se trataba de tres perejiles. Eso, como se dijo, no salió bien.

Bullrich y Ritondo acusaron a Santa Fe de haber brindado una “pista falsa”. El gobernador Miguel Lifschitz y su ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, retrucaron que fueron ellos quienes cometieron la inocultable pifia que los puso al borde del papelón nacional.

Pero antes de que eso estallara, el gobierno santafesino también se montó en una campaña de agigantamiento de su fuerza de seguridad, tasada en un puñado de monedas ayer nomás. Hasta Antonio Bonfatti, ex gobernador y actual presidente de la Cámara de Diputados provincial, salió el mismo sábado a elogiar a los policías santafesinos. Lifschitz también encomió la labor de los azules, arengados por Pullaro luego de la exitosa faena. Que, como se contó arriba, fue bastante modesta teniendo en cuenta las reales condiciones de detención de los prófugos.

La carrera para determinar qué fuerza de seguridad es más entusiasta y efectiva en la lucha contra el narcotráfico fue corta. Las disidencias primaron.

Watsapp y video
Elisa Carrió denunció el jueves pasado que los dos últimos detenidos, Cristian Lanatta y Víctor Schillaci, fueron capturados el sábado pero retenidos por la Policía de Santa Fe hasta el lunes. Cuando le preguntaron para qué, respondió: “Para hacerle pasar un papelón al gobierno” de Macri, al que ella defiende, ahora.

Lo curioso es la fuente de su convicción. Sus pruebas no lucen contundentes, aunque nunca se sabe. Carrió contó que en un grupo de watsapp llamado “Yo voto por Lilita”, armado para la campaña electoral del año pasado, varias personas conversaron el sábado 9 a las 16 sobre las detenciones de los tres prófugos.

Allí, un militante lilito de Cayastá escribió que los tres estaban detenidos en una arrocera de las afueras del pueblo, aunque no se podía dar a conocer las capturas.
Otro watsapero le preguntó si no estaban confirmadas. El lilito de Cayastá replicó que sí, pero que la policía no lo podía decir.

Con eso, Carrió le apuntó al gobierno de Santa Fe por retener, presuntamente, a los dos prófugos durante 48 horas y afirmó que “algo tiene que ver Bonfatti, que tiene mucha relación con muchos personajes raros. Él lo debe saber”.

De ese modo, para Carrió “no cometió un fallo Patricia Bullrich. No mintió el Presidente de la Nación” sino que las autoridades políticas de Santa Fe “están jugando con la información para tratar de ridiculizar al gobierno nacional. Quieren hacerle pasar un papelón”.

Así y todo, Lilita sostuvo que “el Gobierno ganó” porque ella no recuerda “en Argentina que tres prófugos se recuperaran en 20 días”. Por último, dejó un inquietante mensaje: “Adhiero absolutamente al gobierno de Mauricio Macri y de Cambiemos. Sólo tengo una diferencia: con las mafias no se pacta, se las combate y se las aterroriza”. ¿Cuál es la diferencia con el gobierno de Macri?

Como para corroborar las dudas de la líder de la Coalición Cívica, el gobierno nacional salió a decir que investigaba un video tomado por un particular en el que se ve –de modo poco claro- a dos presuntos uniformados apuntando a tres personas que hicieron bajar del auto. La Casa Gris le restó importancia al asunto; los agentes tienen ropa verde y el uniforme de las TOE es gris y negro. Finalmente se supo que era falso.

Los dichos de Carrió motivaron la réplica. Bonfatti rechazó la acusación al afirmar que “siempre he tenido una conducta transparente” y que durante su gestión luchó “para que Santa Fe siga avanzando”.
El socialista dijo que Carrió “se confunde creyendo que porque tiene inmunidad parlamentaria, por ser diputada, puede tener la impunidad de decir lo que se le viene en boca e inventa su mente fabuladora”. Y la tildó de “desquiciada”.

Además, no descartó querellarla penalmente por sus dichos.

“Estas cosas no las acepto, por eso voy a consultar con mi abogado y si cabe le voy a hacer una denuncia penal, porque no voy a dejar pasar que se me enrostren vínculos con personajes raros, según ella”, aseguró.
Por su parte, el gobernador Miguel Lifschitz consideró que la denuncia de la líder de la Coalición Cívica “no tienen ningún asidero” y dijo que supone que “pretende disimular la verdadera incapacidad para resolver el problema” de la evasión de los tres condenados por el triple crimen de General Rodríguez.

“Estaría bien que Bonfatti haga la denuncia porque no hay fundamentos en los dichos”, afirmó.

En medio del humo de la refriega –y a pesar de que Pullaro aseguró que escuchó a un gendarme avisar a Nación que los otros dos fugados también habían sido capturados, cuando eso todavía no había ocurrido–, un interrogante queda flotando, aún sin respuesta: ¿Quién le hizo pisar el palito a Macri?

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. adhemar principiano

    17/01/2016 en 12:44

    Es muy fuerte ponerme a pensar que un periodista de labor cotidiana pueda llegar a expresar que la «novelita de los prófugos»,lo engañaron al «macri».Los unicos tontos que pisaron el «PALITO», fue toda LA COMUNIDAD, que dias tras dias absorbidos por los medios, mientras por detras pasaban los elefantes, llevando en sus alforjas el hambre, la ignorancia y la dignidad de ya no ser.

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