Este medio se arrimó a la Asociación Barrio Alberdi Nuevo Centro Organizativo, institución de la zona norte que –bajo su antigua denominación: Banco Nación– vio surgir, entre otros, al canaya Ezequiel González y al leproso Leonardo Díaz.

Siempre se le dijo “Banco” a secas, al club de bulevar Rondeau al 2900 fundado un 10 de mayo de 1949. Y cuando a principios de 2000 se consiguió la personería jurídica para constituirse como Asociación Civil y separar el área futbolística de la institución en sí, se la bautizó “Barrio Alberdi Nuevo Centro Organizativo”, cuyas siglas son –justa y nada casualmente–: B.A.N.C.O.

“Se tiraban varios nombres, como General Rondeau o Matheu, pero la idea era no perder la identidad. Y en una de las tantas reuniones se me ocurrió escribir en una servilleta «B.A.N.C.O.», así, con puntitos. Y enseguida salieron las siglas”, dice orgulloso Alberto Massari, quien preside la entidad desde aquella división, y admite que como la mayoría de los dirigentes de los clubes de fútbol de los barrios, un día acompañó a su hijo y no se fue más: “En el 95 traje a mi hijo mayor, que es categoría 89, a jugar acá y hace 21 años que me paso la vida en el club”.

Por aquel entonces, Banco Nación participaba en la Liga Sanlorencina, pero para Alberto el lugar que le correspondía era la Rosarina. “Como pienso que para cambiar algo hay hacerlo desde adentro, y no criticar desde afuera, me sumé a la Subcomisión de Fútbol del club y en el 98 volvimos a ser parte de la ARF”.

Al poco tiempo, un representante se acercó a comprar el porcentaje que la entidad de zona norte poseía de Matías Irace –un mediocampista que con apenas un puñado de partidos con la camiseta de Central emigró al fútbol europeo–, pero el dinero, pese a que el acuerdo decía que lo que ingresaba por el fútbol se destinaba a esa área, fue a parar a las arcas del club. Y eso aceleró la decisión de conseguir una personería jurídica que permitiera “independizarse” de la institución en sí.

Foto: Franco Trovato Fuoco
Foto: Franco Trovato Fuoco

Nueva sangre
Después de las cuestiones de papeleo –transferir los derechos federativos de los jugadores, etc.– se reinscribieron en la ARF con la nueva denominación y con Massari como titular de la flamante entidad. “Al principio trabajé a la par de Norberto Olita, que hacía muchísimos años estaba y que me ayudó muchísimo, y después formamos una Comisión Directiva nueva con muchos jóvenes, varios de los cuales jugaban o habían jugado en el club”, rememora el presidente del Tricolor (la camiseta siguen siendo la misma de siempre: blanca, azul y celeste, a bastones verticales), y explica: “Lo que más tiempo te lleva es la Rosarina. Ir a las reuniones, fichar a los jugadores (algo de lo que se ocupa su esposa, Liliana Barón, quien además de ser prosecretaria del club es delegada de fútbol infantil en la ARF). Lo bueno es que acá se debate todo entre todos y se hace lo que la mayoría decida. Y por suerte los chicos colaboran muchísimo, lo que me da la tranquilidad de que cuando decida retirarme dejó el club en muy buenas manos”.

Por las canchitas de Rondeau desfilan más de 400 pibes, entre la Escuelita (que es recreativa y no participa de competencias, pero sí puede abastecer a las inferiores), el Baby y la Primera; y cada uno de ellos paga una cuota que, junto con el dinero de las recaudaciones de los fines de semana, permiten mantener en condiciones las instalaciones. “Este año pudimos hacer la fiesta de entrega de trofeos en el gimnasio cubierto de Banco Nación –gracias a la buena onda que hay con la nueva dirigencia, que está conformada por varios chicos que también jugaron acá–, y metimos unas 900 personas”, cuenta orgulloso Alberto, y acota que eso sirvió para arreglar los baños y poner en condiciones el terreno de juego de la cancha principal, agregando tierra, nivelando y sembrando el verde césped que ahora crece esperando el inicio de la temporada.

A lo largo de su historia, y más allá del cambio de nombre, Banco vio surgir a jugadores que luego triunfarían en el fútbol profesional, como el ex arquero de Newell’s, Colón e Independiente, Leonardo Díaz; al mencionado Matías Irace, mediocampista que de 2005 a esta parte deambuló por distintos equipos de ascenso de Europa (actualmente milita en el CF Tecnofútbol de España); a Mariano González, volante zurdo que pasó por Central y Tiro Federal, y a su primo Ezequiel. “Cuando él jugaba ganábamos 5 a 0. O por ahí íbamos perdiendo 3 a 0 y el Equi se calentaba y terminábamos 5 a 3 arriba”, lo engrandece Massari, quien aprovecha para destacar la colaboración que les brindó el padre del habilidoso ex enganche canaya.

El presente y nada más
Después de un par de pésimas campañas, B.A.N.C.O., que militaba en Primera División, perdió la categoría en temporadas consecutivas y terminó en la C, donde se encuentra en la actualidad. “Me hago cargo de esos errores. Por ser fiel a la premisa de bancar a los técnicos, y no cambiar el rumbo a mitad de torneo por los malos resultados, lo terminamos pagando muy caro”, admite Massari, y lamenta que en la última temporada “perdimos el ascenso sobre el final. Después de liderar durante casi todo el campeonato, y de llegar a sacarle 7 puntos de ventaja al segundo –General Paz–, en las últimas cuatro fechas nos fue muy mal y terminaron ascendiendo ellos, mientras que nosotros quedamos escoltas, a sólo 3 puntos del primero y 20 arriba del tercero”.

Tras remarcar que “ahora logramos que la Rosarina nos dé bola y a partir de este año van a ser dos los ascensos”, anhela: “Esperamos repetir o mejorar la campaña anterior para subir de categoría”. Sin embargo, y más allá de que B.A.N.C.O. es un club exclusivamente de fútbol, y que lo que mandan son los resultados (“si ganás, el lunes sos Gardel; y si perdés, te re putean”), Alberto se encarga de remarcar que “lo nuestro es formar jugadores”. En el alambrado que rodea la cancha de once, incluso, hay un cartelito con una frase que pinta claramente lo que pretenden inculcar los directivos y los profes del Tricolor: “Si querés un campeón en la familia, entrenate. Mientras tanto, dejá que tu hijo juegue feliz”.

Foto: Franco Trovato Fuoco
Foto: Franco Trovato Fuoco

Voy a llevarte en mí

Pablo Olita tiene 27 años y juega desde los 5 en Banco. Además ocupa el cargo de vicepresidente. Y dice que el club es todo. “Actualmente sigo jugando en la Primera local –dice–, y con un par de compañeros, que estuvimos toda la vida acá adentro, hace un par de años decidimos darle una mano a Alberto en lo que es el manejo del club. Y con mucho esfuerzo y muchas ganas, como se hace en los clubes de barrio, nos metimos en la comisión a colaborar”.

Pablo cuenta que Alberto los chicaneaba en las incontables tardes que, con varios de sus amigos, pasaban en las instalaciones de la entidad ubicada en Rondeau al 2900, y que esa prédica terminó surtiendo efecto. “Estábamos en una edad en la que sentimos que nos teníamos que comprometer más con el club”, dice este pibe al que no lo desvela ser presidente algún día, pese a que el actual titular “vive amagando” con que se va a ir.

“En clubes de este tipo, el cargo es lo de menos, lo importante es sumar gente, poder reunirse en la semana y tomar decisiones que, bien o mal, son las que nosotros creemos que son las mejores para el destino del club”, dice este volante central que también puede jugar por la derecha o hacer las veces de enganche, y rememora: “Acá empecé a jugar a los cinco años y, salvo los dos años que estuve en Tiro Federal, en los que para colmo me lesioné seis meses antes del momento en que podía renovar, jugué siempre en el Banco”.

Ante la pregunta de este cronista respecto de lo que significa Banco en su vida, Pablo muestra orgulloso el escudo que se estampó en uno de sus brazos y argumenta: “Te respondo lo mismo que le contesto a la gente que me pregunta por qué me hice este tatuaje: para mí, este club representa a mis amigos, porque a mis mejores amigos los conocí acá adentro; representa a mi familia, porque estuvo acá adentro también acompañándome desde chico como padres que fueron para el deporte; y –sobre todo– representa una pasión, porque venir y hacer todo esto como lo hacemos a diario este grupo de personas, no implica otra cosa que no sea pasión”.

Publicado en la edición #230 del periódico El Eslabón.

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2 Lectores

  1. Damian Pusineri

    19/01/2016 en 16:08

    Hermoso club…jugue 15 años y fueron los mejores momentos de mi vida…un abrazo grande a pablito y carlos q los conozco de muy pequeños

    Responder

  2. Córdoba Alejandro

    19/01/2016 en 22:28

    Estoy orgulloso de haber pertenecido al club empecé a los 8 años por casualidad y jugué con idas y bueltas hasta los 29 años conozco a todos y doy fe al esfuerzo que hacen
    Un abrazo sigan así

    CARITA!!!!!

    Responder

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