El 10 por ciento de las pequeñas y medianas empresas se fundieron en los últimos cinco meses. Representan el 70 por ciento de la mano de obra formal.
Gracias a su dinamismo y la capacidad para adaptarse a los cambios económicos y tecnológicos, el desarrollo de las PyMEs acompañó el crecimiento de la economía nacional. Estas empresas fueron vitales para la generación de empleo dado que, según un informe de la consultora Abeceb, representaban el 96 por ciento de las 520.000 firmas que se encontraban a lo largo del país en agosto de 2015. Asimismo, diversas fuentes sostienen que dichas empresas generan el 70 por ciento de la mano de obra formal y específicamente las pertenecientes a la rama industria (que representan la cuarta parte del total), son responsables de casi el 50 por ciento del empleo del sector.
Por todo ello, su aporte al producto bruto interno (PBI) se encuentra, nada más y nada menos, en torno al 40 por ciento. Así es que cualquier gobierno que tenga como objetivo la generación de empleo debe generar un marco propicio para la permanencia y el desarrollo de las PyMEs; si no lo hace, la generación de empleo no sería su prioridad.
A partir de la asunción del gobierno de Cambiemos, el nuevo rumbo económico se presenta hostil y amenaza la sostenibilidad y el crecimiento de las PyMEs radicadas en el territorio argentino. Con la persistencia de un esquema de políticas que alientan las inversiones financieras, subas desmedidas en las tarifas de los servicios públicos y caída en el nivel de consumo, estas empresas comienzan a registrar una notable caída en sus márgenes de rentabilidad. Así, se ven confrontadas con la necesidad de reducir costos operativos, eliminar turnos de trabajo, reducir horas extras o directamente suspender personal.
Sin embargo, estos cambios son generalmente muy resistidos por estructuras empresariales pequeñas con fuerte presencia familiar y con un costo muy elevado de reposición de mano de obra. Por eso, vale decir, además, que las PyMEs son las empresas que sostienen el empleo en épocas de crisis.
Las estadísticas están reflejando que el cuadro es preocupante. De acuerdo con los datos presentados por el Indec, la actividad industrial cayó un 6,7 por ciento con respecto al mismo mes del 2015; mientras que, para la producción manufacturera el acumulado del primer cuatrimestre arroja un deterioro del 2,4 por ciento en relación a igual periodo del año pasado.
Como si esto fuera poco, un informe de la Federación Económica de la Ciudad de Buenos Aires (FECIBA) exhibe que el 10 por ciento de las PyMEs argentinas se fundieron desde principios de enero hasta el 10 de mayo del corriente año. Se apunta que las causas principales se centran en el ajuste en la estructura fiscal, la adecuación del cuadro tarifario de los servicios públicos –electricidad, gas y agua– y los combustibles y la caída de las ventas. En efecto, el costo de los servicios presentó aumentos que superan ampliamente el 200 por ciento, mientras que, el nivel de consumo cayó un 6,6 por ciento en el mes de abril con respecto a igual mes del año anterior y una disminución acumulada del 4,8 por ciento interanual según un sondeo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
A pesar de todo, del 10 por ciento de las empresas fundidas, un 4,4 por ciento cerraron sus puertas y el 6,6 por ciento restante se mantiene en funcionamiento con una producción mínima con un plantel de trabajadores reducidos.
Hasta hace unas semanas, algunos funcionarios del gobierno nacional sostenían que el repunte de la economía comenzaba en el segundo semestre del año en curso. Sin embargo, eso es cosa del pasado; ahora se dice que las mejoras se sentirán recién a partir del año que viene. Esto presenta un problema real para las PyMEs, puesto que repercute directamente sobre las expectativas de las personas y los empresarios, afectando el consumo y dilatando una posible recuperación. Hasta que no se observan mejoras concretas, el despegue de la producción junto con una progresiva mejora en el consumo será todavía más dudoso.
En conclusión, el contexto para las PyMEs resulta altamente complejo, no sólo por su nueva estructura de costos sino también por el enfriamiento de la economía y los efectos de la apertura a las importaciones. Si el gobierno realmente quiere que la economía genere puestos de trabajo genuinos, debería revisar sustancialmente su política económica y no darle la espalda a las PyMEs de origen nacional que son las que mayores posibilidades tiene de hacerlo.
* Fundación Pueblos del Sur