La Leona quiere retener el cinturón en febrero.
La Leona Rosarina, Victoria Bustos, intentará retener el cinturón en febrero.

La boxeadora rosarina, que defenderá el título del mundo en febrero ante la estadounidense Kimberly Connor, repasa su breve pero intensa y fructífera carrera en un mano a mano imperdible.

La relación entre el deporte de los puños y Victoria Bustos no comenzó por influencia de su padre ni de su tío, dos ex boxeadores amateurs. En su andar por las veredas de Rosario, un folleto la detuvo en su marcha, y cuando bajó a recogerlo se topó con lo que hoy es su gran pasión. “Empecé de grande, cuando iba a cumplir 21 años”, admite de arranque la pugilista.

Golpe de suerte

La rosarina de 27 años desconoció en dos décadas de vida su pasado familiar boxístico, y el amor por esta disciplina lo encontró en la calle –o en la vereda, mejor dicho–. “Un día levanté del piso un panfletito de boxeo, y así fue como arranqué. Decía que hacían un festival en el Club Sportivo Alberdi, me fui hasta allá y ví a varias chicas y chicos que peleaban, y me gustó mucho”, rememora La Leona, y sigue: “Hablé con el entrenador que estaba en ese momento, que era Tito Unzúa. Le dije que quería empezar y me contestó que no entrenaba a mujeres. Pero de tanto insistir, lo convencí. Y al mes estaba haciendo la primera exhibición y a los dos meses debuté con la primera pelea amateur”.

Antes de eso, Victoria probó con varias disciplinas. Hizo handball, vóley, básquet, natación, pero con ninguna tuvo tanto resultado como con el que alguna vez practicaron su padre y su tío. “Siempre hice deportes porque toda la vida me gustaron”. Pero una vez arriba del cuadrilátero, no se bajó más, ni la bajaron. “Mi papá y mi tío fueron boxeadores, pero ninguno llegó lejos. Hicieron la carrera de amateur, pero no siguieron”, cuenta la actual campeona mundial de peso superligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), y sorprende: “Hasta el momento que empecé con esto no sabía que ambos habían sido boxeadores. Una vez que arranqué y me fui perfeccionando, mi papá me contó todo”.

“Había intentado con todos los deportes y nunca boxeo. Pero cuando probé, me gustó, y me dije que este era mi deporte. Ahora hace 7 años que estoy en esto y nunca lo dejé, porque me gusta más que todos”, afirma la joven que supo formar parte del equipo de vóley del club Arroyito, de la localidad bonaerense de Moreno.

Dale leona

Su recorrido arriba del cuadrilátero arrancó en el Sportivo Alberdi, bajo la conducción de Tito. “Fue todo muy lindo. Cuando vas dando los primeros pasos es todo nuevo y una experiencia hermosa”, resalta sobre sus inicios en la actividad, y así recuerda su primer combate: “Fue con una chica de Puerto General San Martín. Laura se llamaba. Era muy buena boxeadora, pero después me la crucé y ya no peleaba más”.

Al tiempo, y ya con cinco peleas en el lomo, Victoria cambia de entrenador. En este sentido, el crédito local cuenta que es el propio Tito quien “decide abrirse y me dice que pruebe con otro equipo, para ver si podía llegar a competir mejor o por un título del mundo”, y aclara: “Fue por eso que me aparté y no por otra cosa, porque hasta el día de hoy tengo la mejor relación. Lo que pasa es que ya está grande, no ve bien, cosas de la edad; pero fue excelente conmigo”.

Así fue como cayó en manos de los Rivero, con quienes pasó a entrenar en el Ñaró Boxing Club (de Castro Barros al 5200, en la zona sur de la ciudad). Pero con ese equipo “hubo varios problemas y decidí apartarme”, lamenta, aunque celebra: “Ahora estoy con Marcelo Botta, del Sindicato Empleados de Comercio, que es un genio. Nos gusta lo mismo, nos entendemos rápidamente y por eso trabajamos muy bien”.

A la hora de elegir la pelea que la marcó, el crédito local no duda: “Después de mi quinta pelea me llamaron de Buenos Aires para ir a pelear con Erica Farías, la campeona del mundo. Y es esa pelea la que me hace conocida. Ellos pensaban que yo con tan pocas peleas era un paquete, pero la aguanté hasta el décimo round. Después esa fue elegida la mejor pelea e incluso gané un premio por eso”.

“Hasta la quinta pelea nunca me habían visto en Buenos Aires, porque las mías no eran televisadas. Llevaba cinco combates invicta, había peleado con varias chicas con muchísima experiencia. En la cuarta le gané a Silvia Zacarías, que es una de las más conocidas porque tiene como 40 peleas. En la quinta le gano a Roxana Laborde, que ha peleado con todas las campeonas del mundo y por eso también es muy conocida”, repasa.

Así fue escribiendo su incipiente carrera, hasta que en septiembre de 2013, le llegó la oportunidad de buscar el título del mundo ante Ana Laura Esteche, y la venció por puntos. “Eso fue muy especial para mí, porque además se disputó en Rosario”, recuerda sobre la velada que tuvo lugar en Sportivo América.

Se ajusta el cinturón

Antes de defender su cetro mundial Ligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) en la categoría de 61 kg, en febrero próximo, Victoria realizó un último combate preparatorio ante Cristina Cuevas, campeona regional y oriunda de Villa Gobernador Gálvez, en una velada que se desarrolló –el pasado viernes 23– en el Club Atlético y Recreativo Ferrocarril, de la localidad santafesina de Vera. “Fue una buena pelea, tranquila. En ningún momento tuve mucha exigencia ni me vi en problemas”, dice la Leona, pero aclara: “Eso no quita que Cuevas es una rival muy fuerte. La conozco muy bien porque es amiga mía y varias veces hemos guanteado. Es una chica muy fuerte”. Al ser consultada sobre los sentimientos previos al momento de subirse al ring, asegura que no sintió nervios “ni en esta pelea ni en las anteriores. Ni siquiera en las que hago por el título del mundo”, pero que sí se pone “ansiosa porque llegue el día de la pelea. Siempre cargo con el compromiso de querer ganar, de tener que hacer una buena pelea, un buen papel, porque es lo que todos esperan. El boxeador hay noches que tiene todas las luces y hay noches que no”.

Corona en juego

“A fines de febrero o principios de marzo vamos a defender el título del mundo”, dice con una mezcla de orgullo y ansiedad Victoria, y aclara que ese combate será en el marco de su categoría, ya que el que hizo ante Cuevas fue en 63,5 kg. “La rival es una norteamericana, Kimberly Connor. Es buena, prolija, alta. La vi poco porque hay sólo dos peleas de ella en internet”, señala. “Trabajaremos mucho junto a Marcelo Botta, que es mi entrenador y es un fenómeno, y con mi preparador físico El Ruso, con quien también hacemos un trabajo muy duro”, agrega.

La Leona, apodo que le puso su primer técnico pero que pronto será reemplazado por el de La Leona rosarina “por recomendación del Ruso y mi manager”, según se encarga de remarcar la pugilista, cuestiona que en el deporte, como en la mayoría de los ámbitos de la vida, “la carrera de la mujer siempre cuesta”. “Tenés que lucharla el doble, marcar territorio. Es difícil ya por el sólo hecho de ser mujer”, dice con cierto dejo en la voz, aunque remarca: “Por suerte, en ese sentido, nunca tuve demasiados problemas porque los colegas boxeadores nos apoyan mucho, pero sí en el sentido profesional: para que te reditúe, para poder vivir de esto, todavía falta mucho. Yo, al igual que la mayoría de las peleadoras del país, no vivo del boxeo. Lo hago como aficionada, porque me encanta, y si bien cobro plata, todavía no me alcanza para dedicarme sólo a esto. No soy como el Chino Maidana, que hizo dos peleas y se retiró millonario” (risas).

Además de entrenar y combatir, Bustos cuenta: “Doy clases de boxeo recreativo en un gimnasio en la zona de La Florida y ayudo a mi papá con los papeles de la empresa de pintura que tiene”. Y a la hora de mencionar referentes en el deporte de los guantes, no lo duda: “Mis mayores referentes son locales, porque creo que las mejores boxeadoras están en nuestro país. Las mejores peleas y los duelos más grandes se han dado acá, entre argentinas. El nivel es muy alto. Yo con muchas de las que he peleado son campeonas del mundo. Por eso las admiro a todas”.

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