El periodista y escritor juninense, hincha de Independiente instalado desde hace 20 años en Rosario, fundió sus dos pasiones –el fútbol y la literatura– en varios pasajes de su último libro Quién no pensó en matarse alguna vez.
Juan Cruz Revello nació en Junín, en 1977, pero desde hace dos décadas vive en Rosario. Y dice que si en su ciudad natal “se vive mucho” el fútbol, “acá es una locura”.
“Mi viejo era muy fanático, y mis abuelos también”, cuenta de entrada el oriundo de esa localidad del noroeste de la provincia de Buenos Aires, y rememora: “Cuando era chico estaba la disputa porque un abuelo era de Boca y el otro de Independiente. El primero que me regaló una camiseta fue el de Boca, cuando yo tenía dos o tres años, pero después ganó el corazón de Independiente, ya que ese abuelo fue presidente de la peña del Rojo durante 10 años y viajábamos a todos lados”.
Sus abuelos paternos, además, fueron fundadores del club River de Junín. “Le dicen La Loba, y tiene la camiseta como la de Peñarol”, señala el hacedor de La hora del vinilo (martes a las 22 en Radio Trip 100.3), y añade: “Todos mis cumpleaños, y los de mis hermanos, fueron en ese club. Mi abuelo vivía en frente, manejaba la llave del club y se encargaba de los asados. Y mi abuela se hacía cargo de la vajilla y de las empanadas. De ahí en adelante, todos los Revello fueron dirigentes, incluso yo, que fui vocal”.
Más allá de esa relación casi sanguínea con la institución aurinegra, y de su ya por entonces definido amor por el Rojo de Avellaneda, Juan Cruz admite que en Junín es muy difícil esquivarle al verde. “Allá está Sarmiento, que es el único club que pertenece a AFA y todos cuando somos chicos vamos a la cancha a ver al Verde”.
En cuanto a su historia particular con la redonda, el productor de Tardenautas (lunes a viernes a las 19.30 en canal 5RTV), recuerda que “de pibe, jugaba todo el día”, ya que “vivía en un complejo de monoblock que adelante tenía un campito”, y confiesa: “No soy buen jugador. Mis intentos de jugar en algún club, y no digo de manera profesional, han sido siempre frustrados. Ahora hace 6 años que juego todos los lunes, con amigos”.
Recostado en la vidriera
Además de su pasión por la pelota, de chiquito a Revello se le despertó otra: los brolis. “Mi mamá siempre cuenta que cuando era chico yo me detenía en las librerías antes que en las jugueterías, pero de eso no me acuerdo”, destaca este fanático de los Rolling Stones. “Lo que sí me acuerdo es que todo lo vinculado al fútbol lo leía, todas las revistas que salían, y tengo guardados un montón de Gráficos. Y siempre me gustaban las notas vinculadas a lo literario, mucho más que las crónicas de un partido”.
Claro que también el periodismo siempre estuvo presente, y fue –de alguna manera– un nexo. “Cuando empecé a hacer radio, en Junín, tenía un programa con un amigo que además de ser periodista, fue futbolista y técnico, y ahora es escritor. Incluso tiene dos libros dedicados exclusivamente al fútbol. Él me prestó el primero que leí de Fontanarrosa, que era Los trenes matan a los autos, y me lo devoré”, repasa Juan Cruz, y concluye entre risas: “Después le pedí otro y me regaló El mundo ha vivido equivocado. En verdad me lo prestó y nunca más se lo devolví, y ya le avisé que no se lo iba a devolver”.
Saltar de los micrófonos y la lectura a la escritura, era casi cantado. “De chico les escribía cosas a las mujeres –desliza Revello–. En verdad siempre escribí pero nunca me animé a mostrarlo hasta que un compañero de la radio, Marcelo Rossi, que además tiene una librería, me pidió que le muestre lo que hacía y él mismo se ofreció a corregirme. Eligió algunos cuentos y así saqué mi primer libro”. Juan Cruz se refiere a La canción justa, obra que editó en 2013 y, como no podía ser de otra forma, de manera “independiente”.
En el sucesor de La canción…, que lleva el curioso título de Quién no pensó en matarse alguna vez, la pelota se coló por el ángulo. “El fútbol es muy importante en mi vida. Además de jugar seguido, vivo mirando partidos. Y más desde que me vine acá. Yo pensaba que en Junín se vivía mucho el fútbol, pero acá es una locura”, afirma, antes de meterse de lleno en ese relato. “Los dos capítulos de este último libro, en realidad, eran cuentos de fútbol. Después se desarrollaron con otras cosas, porque es lo que pedía el libro básicamente”.
En esos capítulos finales de Quién no pensó…, Revello reseña la historia de un pibe que la rompía y que hasta fue contratado por el dueño del circo que llegaba al lugar, para que “hiciera jueguitos y en un momento dado, cuando la pelota estuviera suspendida en el aire la agarraría de volea y la metería adentro de un aro”. Ese pibe era, en la ficción, el Nene Sandoval. “Está inspirado en un amigo mío, que para mí es el mejor jugador de fútbol que vi en mi vida. Mejor que Bochini y que el que sea”, se entusiasma Juan Cruz, y acota: “Yo lo miraba jugar a ese pibe y no lo podía creer. En realidad, a él y a otro más. Sinceramente, nunca vi dos jugadores así. No llegaron porque son dos vagos bárbaros, pero para mí son dos cracks, los veo así hasta el día de hoy y me emocionan. Uno jugó en La Loba, y fue capitán y campeón”.
El Gordo y el Negro
A la hora de rescatar textos que giren en torno a una pelota, Revello pone en el altar de autores a Fontanarrosa y a Soriano. “Los del Negro son los que más recuerdo, porque son los primeros que me devoré. A los de Soriano de fútbol me los leí a todos, me gustan muchísimo. Pero quiero recomendar a Juan Francisco Vilches, un amigo que tiene dos libros editados y ambos de fútbol. El último se llama El hijo de Gardel, y está muy bueno”.