El ex futbolista Mauro Amato recuerda cuando festejó un gol pelando una remera que rezaba “Aguanten las Madres”, en la Tucumán gobernada por el genocida Antonio Domingo Bussi.

El ex delantero de Estudiantes de La Plata, entre otros muchos equipos del fútbol argentino, vive en las afueras de la ciudad de las diagonales, donde se dedica a su huerta, y sigue ligado al fútbol, ahora como entrenador de divisiones infantiles del Pincha.

Antes de calzarse el buzo de DT, este hombre marcó 83 goles con variadas camisetas, como las de Atlético Tucumán, Banfield, San Martín de San Juan e Instituto de Córdoba, donde fue ídolo.

Y con los gritos de los goles llegaron también los gritos de Memoria, Verdad y Justicia. “La verdad es que en casa no se hablaba de eso sino que me empecé a interesar de grande y por una curiosidad mía, de indagar, leer, investigar y conocer gente que vivió esa época, de saber un poco más de historia argentina. Eso me despertó un interés más profundo”, cuenta Mauro en diálogo con el eslabón, y recuerda que todo comenzó durante su etapa en el Decano, donde estuvo entre el 98 y el 99. “En Tucumán no sólo me interioricé más sobre esos temas, sino que empecé a tener más conciencia social, a querer involucrarme en esas cuestiones”.

Además, comenta que “cuando descubrí el peso específico que tiene un futbolista, por el hecho de llegar a muchos lugares, y que hacer un gol hace que seas visto por mucha gente, entonces se me ocurrió conjuntamente con Ceci, mi compañera, tirar mensajes de contenido social” con remeras estampadas que llevaba debajo de la camiseta del decano tucumano. “Como para activar un poquito la memoria o que no dejen de recordarse ciertas cuestiones de nuestra historia”.

De todas maneras, reconoce que en el ambiente de los planteles que integró, la memoria era materia pendiente: “No había demasiado interés de parte de los compañeros de equipo, excepto Damián Felicia, un cordobés que era mucho más joven que yo y sin embargo se enganchaba en una forma ideológica de pensar”.

Remeras en tu corazón

amato

Además de la que rezaba “Aguanten las Madres”, que se “viralizó” cuando aún no existía ese término y que ilustró la portada del primer libro de su amigo Kurt Lutman, peló otra que decía “No se olviden de Cabezas” (aclara que con esa también homenajeaba a “todos los reporteros gráficos, incluyendo a mi esposa”). También intercambió camisetas con Chizzo, cantante de La Renga, y mostró una de esa banda de Mataderos al festejar un tanto del equipo tucumano. También ofrendó a su amigo Martín Palermo, mostrando una con la cara del ex Estudiantes y Boca. “Y después no hice más goles”, relata entre risas.

Después de su paso por el Jardín de la República, Amato recaló en Instituto y se arrimó a la agrupación Hijos, de la Docta. “Si bien no tenía una participación activa, nos comíamos unos buenos asadazos (lo dice con tonada), compartimos muchos lindos momentos y pude ahondar más en el conocimiento de lo que habían vivido y sufrido esos chicos y sus familias. Y en la historia argentina, porque en definitiva es eso: es nuestra historia”, reflexiona.

“Quizás no iba a las marchas o a los escraches, que en ese momento hubo varios –y a los que sí iba Ceci a cubrir fotográficamente–, pero sí me gustaba mucho charlar, tomar mates y juntarme con esos pibes y pibas que se organizaban para conocer la verdad y hacer justicia”, agrega el ex atacante, que pisó las impecables canchas de Primera división, las modestas del Ascenso, y hasta las de tierra de las ligas del campo.

Además de gritar consignas desde las remeras que portaba debajo de las camisetas de fútbol, Mauro también organizó una colecta para que los internos de la Unidad Penal de San Martín tuvieran un aula donde poder estudiar (se enteró que estaba destruida por un flaco que estaba preso ahí, hincha de Instituto) y consiguió libros, pintura, una heladera, computadora, pelotas y material didáctico.

En silencio se iba involucrando. Donó materiales a hospitales, pomadas para chicos que habían sufrido quemaduras. Se acercó a una familia a cuyo hijo menor, Sacha –aclara– una motosierra le había cortado la piernita, y aprovechó su amistad con Palermo para que el pibe conociera a varios integrantes del plantel xeneize.

Participó de innumerables charlas de concientización en distintos temas, como la prevención del sida, y encabezó una movida para apoyar a los familiares y las víctimas del accidente aéreo de Lapa (varios de los pilotos eran cordobeses).

“Busco educar futbolísticamente”

10-11 amato entrenador pincha

Mauro Javier Amato reparte su vida entre la pelota –como entrenador de chicos en Estudiantes de La Plata– y sus estudios de neurociencia, que “es algo que me voló y me abrió la cabeza, y también el corazón”, asegura. Vive en una casa de campo sobre la ruta 11, alejado de la ciudad de las diagonales. Según argumenta, es para estar “más conectado con la naturaleza que con el ser humano”.

Una vez colgado los botines, luego de su paso por Rivadavia de Lincoln, este personaje se alejó del mundillo de la redonda –y también de la ciudad– para ponerse a vender artesanías e instalar una huerta. Por eso aclara, a la hora de hablar de la situación que vive el país: “No me gusta mucho hablar de cómo veo a la Argentina porque soy un tanto pesimista. Estoy en un proceso de conocerme a mí mismo y alejado de la tecnología”. Y añade: “Estamos viviendo una etapa de violencia en la que todos los medios lo ponen al palo, que es lo que consume la gente, y es eso lo que se traslada a las calles. Por eso me alejo”.

De todas maneras, la pelota siempre pudo más. Se recibió de entrenador y desde hace un tiempo a esta parte labura con pibes de 12 años en el Pincha. “Enseño a jugar al fútbol a través de los valores humanos”, cuenta el DT, quien se muestra muy entusiasmado con su trabajo. “La conexión que tengo con los chicos es de mano a mano, no me visto con el traje de técnico porque quiero mimetizarme y ser uno más de ellos. Busco educar futbolísticamente y creo que lo primero son los valores humanos”, agrega.

Para el ex atacante, “la idea es poder convidar a los chicos aprendizajes de lo que fue mi carrera deportiva”, de las tantas camisetas que se calzó.

Amato y Lutman, que se conocieron en Huracán de Corrientes, de campamento con la agrupación HIJOS.
Amato y Lutman, que se conocieron en Huracán de Corrientes, de campamento con la agrupación HIJOS.

También resalta entre quienes aportaron a sus conocimientos futboleros y de vida, a dos rosarinos: Al Tata Gerardo Martino, que lo dirigió durante su paso por la Gloria; y a Kurt Lutman, a quien conoció en Huracán de Corrientes.

Es más, el ex jugador de Newell’s y militante de derechos humanos, lo hizo protagonista en el cuento que le da nombre a su primer libro, El agua y el pez, cuya historia se desarrolla en la Tucumán del represor Antonio Domingo Bussi.

“Lo que aprendí de ellos me da un valor agregado para darle herramientas a los chicos para que puedan desarrollarse en lo que más les gusta hacer, que es jugar a la pelota”, dice Mauro, y recuerda sobre el autor de Semillas para barriletes, de reciente publicación: “Estuvimos 6 meses juntos, pero ese tiempo significa toda una vida para mí, porque la relación y la onda que tengo con Kurt es más de sangre que un vínculo por amistad. Hemos compartido muchas cosas desde el corazón, el vínculo que tengo con él es, y seguirá siendo, enorme. Es un gran hermano de vida. Es un maestro”.

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