Mientras Macri ponía en escena el pedido de expulsión de Julio De Vido, el mundo se prepara para un nuevo ciclo de la crisis que el Alien financiero parió en 2008 y algunos quieren dar por muerta. El único dilema real es si la criminal gestión de Cambiemos logra impedir que la economía estalle antes de las legislativas de octubre.

El sitio El Economista América, en su capítulo argentino, publicó hace más de un año un vaticinio de Macri, quien aseguró que la Argentina crecería entre un tres y un 3,5 por ciento en 2017. Al hablar en la Cumbre del G20, más acá en el tiempo, Macri auguró que la Argentina tendrá un «crecimiento del 3 por ciento o más». Pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo desmintió, pese a que aumentó su estimación de crecimiento para el Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina de 2,2 a 2,4 por ciento.

Más allá de la timba en la que están embarcados el mandatario, las corporaciones financieras y el FMI, en la semana que termina el macrismo, sus aliados de la UCR, la Coalición Cívica de Elisa Carrió y socios circunstanciales como el socialismo, distrajeron a la sociedad con el intento de llevarse puesto al ex ministro de Planificación Federal de Néstor y Cristina Kirchner por “inhabilidad moral”.

La operación insumió unos diez días, y aunque fracasó por falta de votos, produjo el ansiado efecto de hablar de cualquier cosa menos del rumbo de colisión que lleva el manejo de la economía por parte de salvajes depredadores que sólo tienen como meta el saqueo de todos los activos públicos.

Detrás de esa puesta en escena se encuentra la orden que el asesor presidencial Jaime Durán Barba dio al gabinete y a los candidatos de Cambiemos respecto de no hablar de economía, que en realidad es el tema que obsesiona a las grandes mayorías, que se encuentran subsumidas en un pavoroso declive de sus ingresos y poder adquisitivo.

El repaso de la situación socioeconómica generada por Macri, sus secuaces e impulsores, entonces, se impone aún más, en momentos en que las condiciones globales muestran signos en extremo adversos para todo el mundo, pero especialmente para los países no desarrollados.

El crack interno

El consumo en la Argentina, no es novedad, viene cayendo desde la asunción de Macri en diciembre de 2015, y una de las confirmaciones de ese proceso acaba de hacerse público nada menos que a través de un nuevo informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

El estudio indica que el consumo en supermercados y shoppings continúa en un marcado descenso, y acentúa que las ventas no sólo cayeron en las grandes cadenas de supermercados y centros comerciales, sino en los almacenes de barrio y pequeños y medianos comercios.

Según el informe del Indec, el consumo en mayo pasado se desplomó un 2,5 por ciento en los hipermercados y alcanzó nada menos que un 4,3 por ciento en los centros de compras. A ese dato hay que sumarle que en el último año se produjeron 1.150 despidos en supermercados.

Pero además, un informe elaborado por el Centro de Almaceneros, Autoservicios y Comerciantes Minoristas de Córdoba concluyó que en la Argentina el costo al público del litro de leche es, en promedio, 1,55 dólar (unos 28 pesos), precio que sólo es superado por Canadá, donde es de 1,86 dólar.

De este modo, la leche en el país cuesta el doble que en la India, Paraguay, Egipto o Alemania, para citar algunos ejemplos.
En ese informe, por otra parte, también se revela que la diferencia que existe entre el primer eslabón y el último de la cadena de valor en el precio del litro de leche pasó del 295 por ciento en 2013 al 515 por ciento en 2017, y que el consumo bajó a los mismos niveles que se registraban en 2002, en medio de la peor crisis económica de las últimas cuatro décadas.

Los datos oficiales –la fuente es la Subsecretaría de Lechería del Ministerio de Agroindustria de la Nación– determina que en los últimos doce meses los argentinos consumieron en promedio 40,1 litros de leche líquida, el número más bajo desde los años 2002 (37,8 litros) y 2003 (37,3 litros). Y agrega que la caída del consumo respecto de 2015 llega al 9 por ciento, la más pronunciada desde 2002.

En una entrevista (1) realizada por el medio revistapaco.com al ex secretario de Comercio Guillermo Moreno, se le preguntó si ve en el horizonte un conflicto social, y el ex funcionario y precandidato a diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires expresó su mirada sobre la marcha de la economía en tiempos de Macri: “Esto no es un modelo económico. No tiene consistencia interna. Lo llamábamos modelo oligárquico durante el primer semestre de 2016 pero ya en el segundo semestre empezamos a decir que esto era un experimento”.

El hombre que enfrentó al Grupo Clarín en su cara, se explayó largamente sobre el tema: “Para que haya un modelo tiene que haber consistencia interna. Un experimento, en cambio, es ensayo y error… Hace 70 años que esto no pasa en Argentina. Esta no es la reedición de modelos del pasado cercano. Ese es un error de caracterización de economistas ociosos. Hace 70 años que no se metían con el precio de la comida. Estas bestias se metieron con el precio de la comida. Por eso decimos que este es un experimento oligárquico, que aparte está terminando. Desde antes de Perón y Eva que nadie se metía con el precio de la comida”.

Si se toma debida nota de lo que están haciendo “estas bestias” con la leche y otros productos, realmente no queda otra que darle la razón a Moreno.

Respecto del impacto social de las medidas económicas que viene practicando Cambiemos, el ex funcionario de Néstor y Cristina señaló: “Los economistas del peronismo en general nos juntamos y reflexionamos de acuerdo a nuestra profesión sobre la consistencia del modelo. Vemos si el modelo tiene consistencia y, (a) renglón seguido, pasamos al tema social. Y decimos: lo que podría cerrar en términos económicos, no cierra en términos sociales. Y nos dedicamos a analizar, en términos sociales, cuando la cosa alcanza su límite. Por ejemplo, en 2001 fuimos un grupo de economistas a verlo a Duhalde y le dijimos que no jugara con el peronismo antes de tiempo, porque lo único que quedaba era el peronismo. Y Duhalde no lo jugó. En este caso, los economistas del peronismo ni siquiera llegamos al plano social. Porque este modelo no tiene consistencia interna. Por eso decimos que son unos descerebrados. Unas bestias”.

Pero acaso el peor escenario sea el que Moreno presenta en el plano macroeconómico fiscal: “Vos no podés tener 12 puntos de déficit fiscal. Vos imaginate que la república tuvo 12 puntos de déficit fiscal durante un mes en la época de Rodrigo, durante el gobierno de Isabel. ¿Se acuerdan del Rodrigazo? Ahí tuvimos 12 puntos. Durante un mes. Cuando Alfonsín llegó a 10 puntos de déficit fiscal del PBI, le quedaban 60 días. Y estos hace seis meses que tienen un déficit fiscal de 12 puntos, y encima dicen que van a seguir así”.

No todo queda allí. El ex funcionario describe que, por otro lado, los economistas de Macri “tienen la tasa de interés que no baja del 11 ó 12 por ciento en dólares. Y se endeudan a 100 años con un bono que tiene una TIR (tasa interna de retorno) endógena con amortización de capital en el proyecto de inversión que vos tomaste con esa plata –porque si vos con esa plata vas a pagar sueldos, estás en el horno–. Entonces, se supone que invertís. Tenés que amortizar. Te da una TIR de 11,80 (por ciento). O sea, es el piso que le pusieron a cualquier proyecto de inversión en dólares. No hay ningún negocio en Argentina que hoy esté ganando eso en dólares sobre el patrimonio neto”.

En el mundo no se espera algo mejor

El lunes pasado, la agencia de noticias rusa RT publicó un artículo titulado “¿De qué tienen miedo? El tercer trimestre del 2018 ya preocupa a los banqueros”, que ya desde la bajada insinúa un panorama inquietante: “Dentro de un año las ventas de activos por los bancos centrales pueden superar las compras a nivel mundial, llevando a una situación que no se ve desde el año 2008”.

En realidad, el despacho de RT remite a un informe publicado por el portal informativo Zerohedge (2), que sintetiza las previsiones de tres grupos de analistas bancarios para el año que viene. El pronóstico es que “la actividad económica a nivel mundial puede exponerse a un riesgo jamás visto en cuestión de meses”, y ese riesgo estaría vinculado a “la previsible contracción simultánea de las hojas de balance de al menos cuatro bancos centrales (el europeo, de Japón, Suecia, el Reino Unido) y la Reserva Federal, en Estados Unidos”.

El informe cita que “según los cálculos del Bank of America Merrill Lynch, después de la crisis del 2008 las cinco entidades de referencia mencionadas inyectaron juntas 15,1 billones de dólares en liquidez (3,1 billones al año). Sin embargo, en algún momento comenzarán a deshacerse de esos activos, vender más de lo que compran: algo que se convertiría en un gran problema para el mercado”.

Zerohedge, además, revela los vaticinios de analistas pesados: “En Credit Suisse creen que ese momento del paso por el balance cero llegará en 12 meses, el equipo analítico de Citygroup pone los marcos temporales entre 12 y 18 meses, mientras que para el estratega jefe de inversiones de Bank of America, Michael Hartnett, todo puede suceder abruptamente en los próximos 3 ó 4 meses. Este último pronóstico es menos viable, porque el Banco Central Europeo ha programado más compras récord para estos meses, antes de ponerse a vender”.

Un panorama desolador para una Argentina atada como nunca desde 2003 a los vaivenes financieros globales, que se encuentra en una evolución de toma de deuda indefendible salvo para los buitres que toman ganancias de esos préstamos y que, como siempre ocurre, pronto perderá capacidad de repago de tan sideral endeudamiento.

Zerohedge, por si fuera poco, subraya que “en aproximadamente 12 meses la economía global afrontará un período de contracción conjunta de las hojas de balance de los bancos centrales. Eso corresponderá al tercer trimestre del próximo año”. Y agrega un condimento dramático: “El momento más peligroso llegará cuando el crecimiento de cotizaciones coincida con la modulación trimestral de los ingresos de compañías. En espera de esta tendencia en los próximos meses los mercados comprarán la volatilidad y, en lo que se refiere a los valores de rendimiento fijo, sacarán dinero de los activos de alto riesgo, incluidos los mercados en vías de desarrollo”. Uno de ellos es la Argentina, que se encuentra alimentando la bicicleta financiera a través de la colocación de Letras del Banco Central (Lebac), con una tasa de retorno del orden del 27 por ciento anual.

La previsión de los analistas globales debería hacer reflexionar a cualquier economista sensato, ya que “los bancos y grandes jugadores bursátiles privados pueden plantear deshacerse de sus activos realizables simultáneamente. En este caso el mercado de liquidez podría desplomarse en cuestión de horas. Así, las consecuencias de lo ocurrido con la caída de Lehman Brothers sería un juego de niños comparado con lo que podría suceder llegado ese momento”.

Si a esa prospección se le suma que la Reserva Federal de EEUU viene subiendo los tipos de interés, y según las previsiones más serias lo seguirá haciendo, las condiciones para que en la Argentina se produzca un colapso similar al de 2001, o tal vez más grave, no resultan advertencias tremendistas en tiempos electorales.

En junio pasado la Reserva Federal incrementó de 0,25 puntos hasta el 1,25 por ciento la tasa de interés, tratándose de la tercera subida desde que Donald Trump ganó las elecciones de EEUU. Los anteriores incrementos se produjeron en diciembre de 2016 y en marzo de este año.

El equipo que dirige Janet Yellen decidió dejar atrás la crisis económica y anunció el primer incremento de las tasas en casi una década. Pero además, el Comité Ejecutivo del banco central estadounidense prevé una subida más de los tipos antes de que finalice 2017. “La decisión se corresponde con las expectativas que tenían los mercados financieros” (3), publicó la agencia RT, citando fuentes de la entidad monetaria yanqui.

Acá no ha pasado nada

Mientras tanto, la disparada de la cotización del dólar en la Argentina no parece preocuparle al gobierno nacional. El alza del dólar «no es una preocupación» para el gobierno, sostuvo el titular del Sistema Nacional de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, al término de la reunión de Gabinete que encabezó el propio presidente Macri la semana que culmina.

La cotización del dólar ya está en torno de los 18 pesos, pero Lombardi descartó la posibilidad de un traslado a los precios por la suba de la moneda estadounidense que provoque un «pico inflacionario».

Según la agencia Télam “el alza del dólar se analizó en la reunión de Gabinete realizada en la Casa de Gobierno”, y refiere que Lombardi –quien ofició de vocero- intentó tranquilizar a todo el mundo. “No va a haber un pico inflacionario”, dijo el funcionario, y remarcó que el Gobierno mantiene «una franca lucha contra la inflación”, al tiempo que señaló que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, relató “claramente” que hay “un desenganche entre el valor de tipo de cambio y los índices de precios”. Eso fue todo lo que tuvo para decir en términos económicos, en una de las semanas más convulsionadas a nivel financiero que ha tenido Cambiemos desde que asumió.

Sobre lo que sí abundó Lombardi fue sobre De Vido: “A pesar de algunas protecciones legislativas, el Parlamento no se puede convertir en un aguantadero».

Como si fuera poco, el jueves el Gobierno removió a Pedro Biscay del cargo de director del Banco Central, para el cual había sido designado en 2014 por la administración kirchnerista. La excusa: “Por mediar mala conducta e incumplimiento de los deberes de funcionario público”.

Biscay fue designado director de la entidad en 2014 por Axel Kicillof, en aquel año ministro de Economía y contaba con acuerdo del Senado para cumplir mandato hasta 2019, pero venía siendo en extremo crítico de las políticas monetaristas del presidente de la entidad, Federico Sturzenegger.

“No están dispuestos a tener una voz crítica en el directorio del banco», replicó Biscay al conocer el decreto 571/2017, publicado en el Boletín Oficial, en el cual se explicita que el Poder Ejecutivo Nacional dispuso su remoción por “afirmaciones (…) que ponen en riesgo los objetivos establecidos” en la Carta Orgánica del Banco Central, “particularmente en lo que se refiere a la estabilidad financiera en un sistema bancario de encajes fraccionarios y en el marco de un país que ha atravesado múltiples crisis cambiarias y bancarias en las últimas décadas”.

El decreto lleva la firma de Macri, y expresa el reverso de la verdadera intención presidencial: “No se trata en el caso de su supuesto de afectación de la libertad de expresión (…), pues con tal criterio se podría sostener que también deberían violarse los secretos de Estado o publicarse elementos de la vida privada de las personas –protegidos por las normas constitucionales– o dejarse de lado la reserva que impone la responsabilidad del desempeño de determinados cargos”. Lo dice justamente quien estuvo procesado por espiar a su cuñado, a un familiar de una víctima del atentado a la Amia, y a dirigentes docentes porteños.

El mejor equipo de los últimos 50 años obliga a la sociedad a correr una carrera de embolsados, con los ojos vendados, en la cornisa enjabonada de un rascacielos, a cien pisos del nivel del mar. Pero mientras los integrantes de ese dream team tienen red, la mayoría de los argentinos no.

Referencias:
(1) https://revistapaco.com/2017/07/16/moreno-lousteau-todavia-se-masturba/
(2) RT: https://actualidad.rt.com/actualidad/245065-miedo-banqueros-tercer-trimestre-2018
(3) https://actualidad.rt.com/actualidad/241327-reserva-federal-eeuu-sube-tipos-interes

Fuente: El Eslabón

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