¿Qué signa a un dibujante? ¿el talento, lo económico, la época, la historia? Pablo Colaso, autor de la novela gráfica Sudoku, cuenta, esta vez sin trazos, como desde Rosario aborda un oficio que a pesar de los inconvenientes siempre se autogenera un horizonte.

Pablo Colaso publicó el año pasado la novela gráfica Sudoku. Es dibujante de historieta, diseñador gráfico, ilustrador y docente. En este caso el orden de los factores altera el producto. En cuanto a dedicación de tiempo y producción del dinero necesario para afrontar la existencia en el contexto actual, se invierte la relación de las ocupaciones. Lo que más hace Pablo Colaso es dar clases concentrando su labor pedagógica en torno al dibujo y la historieta.
«En mi situación personal yo siempre trabajé muchas horas, entonces el tiempo que queda para dibujar es bastante reducido», sentencia.
Se trata de una secuencia bastante común en el ámbito de los dibujantes de historieta que se extiende a otras labores artísticas donde el desarrollo personal se confronta en la distribución de los tiempos con las necesidades económicas de los artistas.
La creación de historietas es atravesada por lo económico y produce concentraciones de tipos de producciones (un gran número de dibujantes profesionales de la ciudad se dedica al mercado norteamericano) y de segmento social de origen de los artistas (la etapa formativa es larga, el acceso a los materiales difícil y gran parte de la producción depende de cierto amateurismo).
Aún destacando las dificultades que se agudizan en el actual contexto socioeconómico, en la actualidad Colaso se encuentra trabajando en una novela gráfica con guión del uruguayo Rodolfo Santullo y tiene en carpeta otros 2 guiones más.

Amor

Por motivos tecnológicos y económicos a fines de los 90 y principios del 2000 hubo mucha producción autogestiva –fanzines–, que llegando a la segunda década del siglo fue cediendo a cierta división del trabajo.
«Dibujar historietas es un placer», dice Colaso.
Quienes dedicaban tiempos rescatados de sus necesidades diarias a escribir, dibujar, diseñar y editar sus producciones desarrollaron un rico capital cultural y amplios saberes. Pero un nuevo escenario, dado en parte por el crecimiento (en varios sentidos), permitió a guionistas y dibujantes publicar sin que tuvieran que hacer ningún tipo de gastos más allá del tiempo empleado en la creación, incluso –en algunos casos– recibiendo ejemplares como pago por su labor.
El año pasado se publicó la novela gráfica Sudoku. Pablo anhela que sea publicada en Europa para que su obra y nombre confluya entre los títulos y artistas que él mismo admira. Se trata de su primera novela gráfica y cuenta con guión de Otto Zeiser y Alejandro Farías. Como otras producciones de la editorial Loco Rabia, fue publicada página a página semanalmente en forma virtual y luego compilada en formato físico.
Pablo tiene varias ideas para desarrollar historietas integrales, es decir, en las que cumpliría también el rol de guionista. Se trata de un sueño que piensa realizar algún día, cuando pueda dedicarle más tiempo a la historieta. “En caso de ganarme el quini, por ejemplo”, bromea seriamente.

Salud

En el laborioso camino de la historieta lo estimuló mucho su amigo Leo Sandler –conocido dibujante rosarino– y Diego Cortés –el cordobés guionista, escritor, editor y merecedor de más de un altar en el saludablemente profano mundo de la cultura indie–. El nuncabienponderado Diego Cortés dejó una obra multidimensional, pero su grandeza superó su cuerpo.
Pablo considera que a una persona con talento y con una situación acomodada que le permita meterse a dibujar ocho horas, lo más probable es que tenga un buen horizonte como historietista. No ha sido su caso, ya que desde chico tuvo que emplear varias de sus horas en diversas actividades que le permitieran el diario sustento.
«Me lo estoy tomando de un modo profesional pero consciente de que lo que hago es vocacional. Si pienso que me va la vida en las historietas, estoy al horno», confiesa.
En torno a esta seria dedicación que la historieta de Colaso promete desarrollarse en un camino que no penda de lo rentable y vendible pero también, a un ritmo que al propio autor se le hace más lento de lo que quisiera.

Sorpresa

El año pasado fue artista invitado de la Crack Bang Boom, la megaconvención de historietas que hace varios años se realiza en la ciudad de Rosario. Tal invitación configuró para Pablo una enorme y grata sorpresa. Ser destacado como dibujante en Rosario, donde hay grandísimos valores, lo perfila como un artista reconocido.
En 2017 hubo varias presentaciones de publicaciones en las que participó. Sin embargo, según dice, citando la película Sin título, “de todo lo que sean cuestiones creativas, lo más interesante es el proceso”. «Si lo que pasa en tu tablero, o en tu cabeza, o en tu máquina de escribir es malo, todo lo demás no sirve».

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