La cuerda que Macri y Aranguren pensaron poder tensar hasta el infinito ya se muestra como un frágil hilo a punto de cortarse. El Gobierno, que no puede dar al menos una buena noticia a la sociedad, se ve sacudido internamente por el efecto de sus brutales tarifazos.

No fue por cierto el Ruidazo contra el Tarifazo que se llevó adelante el pasado miércoles en diferentes lugares del país lo que hizo que el jefe de Gabinete convoque de urgencia a sus aliados radicales y de la Coalición Cívica a la Casa Rosada para ver cómo bajarle los decibeles a un ruido más sordo, pero que le provoca a Cambiemos más malestar que cualquier protesta de la sociedad.

Fueron las quejas intestinas de quienes saben que el terrorismo económico que practica el gobierno de CEOs es una verdadera sangría electoral, una hemorragia de votos que ya alcanza a las capas medias del electorado base del macrismo.

De todas maneras, nadie debe ilusionarse. Ni Marcos Peña ni el propio presidente Mauricio Macri producirán cambios sustanciales en el esquema criminal de tarifas que en las áreas petrolera, eléctrica y gas tiene como principal protagonista a Juan José Aranguren –el Reinhard Heydrich del régimen macrista–, ejecutor de la solución final para cualquier política energética autónoma y despiadado planificador del esquema tarifario que ahoga a seres humanos, pymes y cooperativas.

No es casualidad que casi todos los proyectos de ley que apuntan a morigerar los efectos dramáticos de los tarifazos contengan respuestas para esas tres víctimas, algunas de las cuales se superponen entre sí.

La senadora Cristina Fernández de Kirchner tal vez fue más lejos que nadie, y presentó un proyecto de ley que establece la emergencia tarifaria de luz, agua y gas, retrotrae las tarifas al 1º de enero de 2017 y suspende los aumentos hasta el 31 de diciembre de 2019, pero hasta el dialoguista Frente Renovador tomó nota del alcance que tiene el criminal plan que surge del despacho de quien fuera hasta hace poco más de dos años el CEO de la multinacional angloholandesa Shell.

Aliados ansiosos y socios mudos

La presión que ejercen los aumentos en las tarifas de servicios esenciales para la vida ni siquiera se ven amortiguados en distritos en los que no gobierna el macrismo y las distribuidoras pertenecen a los estados provinciales. Es el caso de Córdoba, que administra la Empresa Provincial de la Energía (Epec), y de Santa Fe, que tiene la homónima EPE y, además, la proveedora del agua en la órbita del Estado.

En el primer caso, se podría argumentar que el gobernador Juan Schiaretti es un neoliberal más, que bajo el manto justicialista esconde un lobo demasiado parecido a Macri. Pero en Santa Fe, el progresismo de Miguel Lifschitz no alcanza a generar la sensibilidad social necesaria para que los sablazos tarifarios sean menos furibundos que en el resto del país.

Es más, el común denominador de ambas provincias es que durante el lapso en que el Estado nacional subsidió esos servicios –entre 2003 y 2015– Córdoba no los trasladó a su esquema tarifario eléctrico, y en la provincia Invencible una vez que se fue Jorge Obeid y asumió el progresista Hermes Binner, se terminó “la fiesta” que consistía en que los ciudadanos pagaran más baratos sus consumos de agua y luz.

Santa Fe ya lleva tres períodos casi completos con ese esquema, pero desde que asumió Macri la presión ya es casi insostenible para las grandes mayorías, lo cual no le impidió a la administración del Frente Progresista, Cívico y Social incrementar las tarifas de luz, agua, y todo el esquema de impuestos que dependen de la Casa Gris, sin contar que en Rosario los servicios prestados por el socialismo en el poder acompañaron ese ritmo infernal sin culpas progresistas.

Esos virtuales socios mudos están atados, además, por la firma del Pacto Fiscal, que los obliga a resignar muchos recursos y a castigar doblemente a los sectores más vulnerables, porque mientras se les aumentan los servicios desde el Estado, se fijan los techos que indica la Casa Rosada para las negociaciones salariales en paritarias. Cabe preguntarse qué color surge de la mezcla entre el rosa y el gris en la escala cromática, pero la sintonía que exhiben ambas administraciones –macrismo y frenteprogresismo– resulta alarmante.

Algo de eso dijo Marcos Cleri en la Cámara de Diputados, donde no hubo quórum para debatir en sesión sobre los tarifazos. Aunque no se refirió a Lifschitz, sí lo hizo respecto de los legisladores santafesinos de Cambiemos: “Santa Fe es una provincia muy afectada por los tarifazos. Tengo una gran decepción porque legisladores de Cambiemos tendrían que estar acá debatiendo y no están; y son de mi provincia de Santa Fe. Y algunos tienen aspiraciones de renovar y otros de ocupar cargos ejecutivos”.

Los aliados radicales y carriotistas en Cambiemos son un poco más ruidosos cuando les tocan los votos que consideran propios. Un ejemplo de esos quejosos es el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, quien ya había despotricado contra Aranguren la semana pasada, y el pasado jueves fue recibido por Macri y Peña, quienes escucharon su plan para «aplanar» las tarifas.

La iniciativa del cuyano es más o menos la siguiente:

  • Prorratear el mayor consumo de los bimestres 3, 4 y 5 (invierno), en el consumo del sexto de 2018, y del primero y segundo del siguiente (verano).
  • Posponer el 50 por ciento de la última cuota de la Revisión Tarifaria Integral, pasándolo a octubre de 2019.
  • Aplazar las modificaciones en la estructura de la tarifa social.

Con ese esquema, considera que la tarifa plana promedio en invierno reducirá la factura de casi tres mil pesos a 1.442 (que se pagarán en 2 cuotas), y la tarifa de verano a 1.979 pesos.

Algo de eso anunció que se pondrá en marcha Mario Negri –jefe del bloque Cambiemos en Diputados– a la salida de su reunión con Peña. El encuentro juntó al jefe de Gabinete con Federico Pinedo –presidente provisional del Senado–; Emilio Monzó –su par en la Cámara de Diputados–, Nicolás Massot –jefe de bloque del PRO–; los radicales ya mencionados Cornejo y Negri, y Fernando Sánchez y Juan López, representando a la Coalición Cívica, puesto que Elisa Carrió, como es costumbre, se tomó un avión en medio de la interna gubernamental.​

Negri anunció un «aplanamiento de las facturas de los dos bimestres de mayor consumo (mayo-junio y julio-agosto)”, y agregó que “se podrá posponer el pago del último aumento en tres cuotas bimestrales para todas las facturas emitidas entre el 1° de julio y el 31 de octubre”.

Las cuotas se efectivizarán en los tres bimestres de menor consumo –el último bimestre de 2018 y los primeros de 2019–, y según Negri, “esto es optativo para el consumidor».

Como se ve a simple vista, ni un centavo menos de lo que se incrementó. La indulgencia macrista con los que menos tienen alcanza para que paguen en cuotas lo que no se puede pagar en una sola vez. La sola comparación con los beneficios recibidos por las agroexportadoras y mineras mueve a algo más que indignación: pone negro sobre blanco a favor de quiénes gobierna el clan que capitanea Macri.

El mandatario ya había advertido que se allanaba a una negociación pero con la condición de que ninguna propuesta comprometa lo que con cinismo incomparable denomina “la meta de reducir el déficit fiscal”, que él mismo provocó.

Pero el colmo de todo es que las cuotas tendrán un interés, y el diario Clarín comentó en su edición del jueves que “los radicales plantearon que no era conveniente porque cosechará críticas”, pero que “Aranguren replicó que no podía ser a tasa cero”. Mostrando que es proclive a que lo convenzan, Negri sostuvo, al salir del cónclave: «Acá hay realismo, ni populismo ni demagogia».

Como era de esperar, la oposición rechazó en forma inmediata el pago en cuotas de las tarifas, y el jefe del bloque de Diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, definió esa alternativa oficialista como “una tomada de pelo a la sociedad y una engaña pichanga”.

Con la lógica más elemental, el diputado del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) Nicolás del Caño aseguró que el Gobierno de Macri “se está burlando de todo el pueblo trabajador con este tarifazo brutal”.

El legislador sostuvo que la iniciativa como “un mamarracho”, y razonó: «Mantienen el tarifazo, que se podrá pagar en cuotas ¡con intereses! O sea, vas a pagar más».

Lo único que crece es la desigualdad

El primer trimestre de 2017 marcó un aumento de 5,5 puntos en el índice de la pobreza y la desigualdad también creció, según la Universidad Católica Argentina (UCA), que marcó además que la diferencia de los ingresos entre el sector más rico y el más pobre pasó de 18,7 veces en 2015 a 23,2 en 2016. Nada ha cambiado, y es más, se esperan cifras que empeoren esa situación.

Sin embargo, Marcos Peña cree que eso no es así. La periodista Silvia Naishtat redondeó un artículo en el que señala lo siguiente: “En Jefatura de Gabinete apelan a una investigación del experto en consumo Guillermo Olivetto. Sostiene que en los primeros meses del año la baja del consumo no se verifica entre los más vulnerables”.

Un dato revelador es que al grupo de WhatsApp de los economistas del gobierno lo bautizaron “Gradualismo”. Y los voceros que cita la escriba del diario de Héctor Magnetto sostienen algo que no debe ser mentira, pero esconde una trampa: “Los que están en la Rosada dicen caminar por una doble cornisa. «Nos critican por el alza de las tarifas y la inflación y a la vez los inversores nos piden ir más rápido», dijeron a un reducido grupo de periodistas al aferrarse más aún al gradualismo”.

La trampa es que la política económica del macrismo de gradualista sólo tiene a quienes la promocionan como tal, que es el caso de Naishtat, entre muchos otros.

El Indec de Macri que conduce Jorge Todesca señala: “En el cuarto trimestre de 2017, se observa una reducción en los indicadores de desigualdad con respecto a igual trimestre del año anterior: el coeficiente de Gini desciende a 0,417”. Venía de un 0,428.

Para no tomar información del Indec kirchnerista, vale apuntar la data que surge de un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa): “La diferencia de los ingresos entre el decil más adinerado y el del decil más bajo pasó de 18,7 veces en 2015 a 23,2 veces en 2016. Además, en la era Macri se retrocedió en lo ganado en los últimos cinco años” anteriores a la llegada de Cambiemos al gobierno.

El informe indica que “durante el período 2003-2015, se produjo una reducción de la brecha entre los ingresos del 10 por ciento más rico y los ingresos del 10 por ciento más pobre”, y agrega que “este patrón se mantuvo estable en todo ese lapso con las excepciones de los años 2009 y 2014, que fueron signados por una desaceleración económica y una devaluación”. Coinciden con la crisis global de 2009 y sus coletazos de 2014 en EEUU y Europa.

Ese informe, que data de 2016, ratifica que “en 2003, el ingreso promedio del decil 10 (más alto) superaba en 33 veces el del decil 1 (el más bajo), mientras que en 2015, la brecha se redujo a 18,7 veces. En 2016, la brecha se amplió a 23,2 veces”.

La periodista de Clarín relata que en la Jefatura de Gabinete se aferran a las afirmaciones del experto en consumo Guillermo Olivetto, quien destaca que “La caída del consumo es inversamente proporcional a la clase social. En la base de la pirámide el consumo crece 8 por ciento”.

Para coronar la tesis, Naishtat subraya: “Eso sí, reconocen que la que más sufre, con una caída en sus compras del 11 por ciento es la clase baja superior integrada por familias con empleo que destinan casi la mitad de sus ingresos a la comida, no están bajo la línea de pobreza y no reciben planes”. Traducido al castellano, los planeros están mejor, y lo otros sufren, tal vez por lo anterior.

La lectura de Peña respecto del diagnóstico de Olivetto, quien según Clarín “describe un clima social negativo”, desnuda la perspectiva indecente del Gobierno: ”Esquemáticamente hay un 60 por ciento de la sociedad que nos apoya y un 40 por ciento entre el kirchnerismo, la izquierda y otros sectores de la oposición. Dentro del 60 por ciento que apoya, hay un núcleo duro del 43 por ciento que en un 90 por ciento respalda la Gobierno, pero es un votante muy exigente. Nosotros estamos acostumbrados, por nuestro paso por la Ciudad y la política del balotaje, a trabajar con los que nos falta, con quienes aún no nos apoyan y estamos muy cerca. El 76 por ciento del presupuesto es rígido y se destina a lo social. El resto es flexible y ahí recortamos gastos. Hacemos el doble con la mitad. Somos transparentes y eficientes”.

Macri, en la semana que culmina aseguró en Tucumán: “Siempre les he dicho y lo ratifico hoy, no soy mago. Me encantaría, pero no me sale eso. Pero tampoco soy estafador. Nada de lo que a uno le prometan que viene de regalo puede ser verdad”.

La sentencia la formuló en su carácter de testigo del primer embarque de limones a los Estados Unidos desde 2001. Dicen que en privado se queja de que esas buenas noticias no tienen la suficiente amplificación. También comentan que alguien que no tiene problemas en contradecirlo le susurró: “Con estas buenas noticias no nos alcanza para ganar en 2019”. Da la sensación de que el colaborador se quedó corto: con las verdaderas noticias, como la del reciente suicidio del trabajador de Mefro Wheels, la fábrica de llantas de Rosario paralizada hace meses, es improbable que lleguen sin magulladuras serias al Mundial de Rusia.

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