Argentina superó en el repechaje a Panamá y jugará un Mundial de fútbol femenino después de 12 largos años. La arquera del seleccionado nacional, la rosarina Vanina Correa, celebra el logro pero no se olvida de lo duro que fue el proceso.

Las pibas golearon a las panameñas en un estadio de Arsenal repleto. Fue 4 a 0, producto de los tantos de Mariana Larroquette, Eliana Stabile (2) y Yamila Rodríguez, y fue en medio de una polémica del movimiento de mujeres con la AFA por la falta de decisión de la casa madre del fútbol argentino para posibilitar el acceso al estadio a hinchas de todo el país, ya que las entradas había que retirarlas en Buenos Aires, de manera presencial, dos días antes de ese juego. Con esa abultada diferencia, la celeste y blanca fue al país caribeño, conocido por sus facilidades fiscales, con medio pasaje a Francia en el bolsillo. Y lo terminaron de asegurar con el empate 1 a 1 cosechado tras el gol de Florencia Bonsegundo. “La verdad que partir después de jugar fue duro”, admite la arquera rosarina Vanina Correa, y detalla: “Después del partido en Sarandí, un grupo se fue a las 12 de la noche, otro a las 4 de la mañana y el resto a las 9. Estar allá, a la espera, aunque fueron poquitos días, también se hizo larguísimo”.

En cuanto al desarrollo del encuentro desquite en sí, Vanina confiesa que “el partido no fue uno de los mejores”, y argumenta: “Sabíamos que iba a ser así, que se nos iban a venir con todo y que teníamos que aguantar. Por suerte se lo pudimos empatar y ahí se les complicó a ellas. Después de 12 años volver a estar otra vez en un Mundial es increíble”.

Y respecto del presente del fútbol femenino, Correa analiza: “Es complicado. Antes había menos interés, y se hacía difícil. Y ahora en esta nueva tapa también, porque cuando arrancó este proceso no teníamos ni viáticos, ni vestuario, no teníamos nada. Poco a poco fuimos consiguiendo cosas, mucho tuvo que ver la foto que nos sacamos en la Copa América (posaron al mejor estilo Juan Román Riquelme imitando al Topo Gigio para visibilizar la falta de apoyo de la dirigencia). Hablamos con Tapia (Chiqui, presidente de AFA), y se fue generando esto que derivó en un partido a cancha llena como nunca en la historia del fútbol femenino”.

El fútbol, de la mano

La trayectoria de Vanina en el fútbol femenino data del duro año 2000. Pero para alcanzar a debutar con la camiseta –o el buzo, bah– de Rosario Central, se las tuvo que arreglar primero entre hombres. “Juego desde chiquita. Tengo todos hermanos varones, así que vivía en la cancha. Arranqué jugando con los varones, después no me dejaron jugar más y tuve que esperar hasta cumplir 14 años para poder fichar en el equipo de mujeres”, rememora la hoy experimentada guardavallas de Social Lux y la Selección Argentina, y que tuvo dos etapas por el Canaya y en Boca, y que también defendió los arcos de Banfield y de Renato Cesarini.

Durante todo ese ciclo, casi a la par, Correa puso sus manos y sus guantes al servicio del combinado nacional, con el que debutó con la entrada del nuevo milenio y se dio el gusto de alcanzar el título en el Sudamericano 2006, disputado en el país, y un subcampeonato tres años antes, en Perú. “Tenía 16 años cuando me convocaron por primera vez, y fue duro porque me llamaron para la sub 19 que recién se estaban armando. No sé qué pasó que ese proyecto se cayó y fui directamente a la mayor”, recuerda la portera de 35 años, madre de mellizos. Y sigue: “Me costó bastante porque había chicas que ya estaban formadas, así que tuve que adaptarme. Pero por suerte lo pude hacer y de a poquito empecé a pelear el puesto con grandes jugadoras que estaban en ese momento, como Gabi Ferro y otras que jugaban muy bien”.

La arquera resalta la importancia que tuvo –en aquel entonces y hoy–el actual entrenador de la Albiceleste, Carlos Borrello, en el desarrollo de su trayectoria. “Me dio la posibilidad de atajar y de ahí en más siempre estuve en la pelea por el arco de la Selección”. Justamente, ambos, DT y jugadora, serán los únicos en el actual plantel que tienen experiencia mundialista, tras su participación en la copa de 2007 que se jugó en la lejana China. “Yo había dejado la Selección, pero volví porque agarró Carlos, me convocó y no lo dudé”, agrega.

Volveremos, volveremos

Esta mujer, que vive en la zona sur de la ciudad y que junto a la defensora de Central, Virginia Gómez, representó a Rosario en el Repechaje ante Panamá, disputará en territorio francés su tercer Mundial, ya que además del que rodó en China, formó parte de la delegación que jugó el de Estados Unidos, en 2003.

“Ahora sólo pienso en descansar, en disfrutar de mi familia, de mis hijos”, se frena la futbolista, quien admite que en el partido decisivo atajó con una molestia: “Vengo de una lesión e incluso el martes me tuvieron que infiltrar para no sentir dolor. Así que ahora tengo que recuperarme y esperar a ver cómo sigue el trabajo de la selección de cara a Francia”.

Tras las ausencias en Alemania 2011 y Canadá 2015, la ansiedad por volver a un torneo ecuménico se agiganta. Para atenuar esos nervios hasta el 7 de junio (jornada inaugural del Mundial, que culminará un mes después), habrá una fecha FIFA en marzo. “Seguramente nos citarán en febrero para ir armando el equipo. Después del partido en Panamá y los festejos, casi que no hablamos de lo que viene. Pero obviamente que estamos muy ilusionadas por volver a jugar un Mundial”, subraya Correa.

Para colmo, pegadito al más importante de los certámenes, comienzan en Lima los Juegos Panamericanos, y Vanina no se quiere bajar: ”Estoy segura que a esas dos competencias las voy a pelear. Después no sé, veremos, tendré una charla con el DT a ver qué espera o pretende. Por ahora sólo le apunto a esos dos torneos”.

De arco a arco

Desde que Vanina Correa descubrió el mundo del fútbol, siempre anduvo con una pelota bajo el brazo, literalmente. “Toda la vida fui arquera”, asegura, y reconoce: “Por ahí me aburro, me canso y pido jugar un rato pero siempre mi puesto fue el arco”.

Al mejor estilo moderno de los y las de su posición, afirma que le gusta “jugar con los pies o salir jugando, pero también es decisión del técnico” de turno. “Al de la Selección no le gusta mucho y prefiere un rechazo ante cualquier jugada complicada, pero bueno, a veces no queda otra y salís con los pies sabiendo que después viene el reto”, revela entre risas.

Reconocida hincha de Boca, Vanina acepta que en su puesto admira y sigue de cerca los pasos de Franco Armani, portero de River: “Lo vengo siguiendo mucho porque se está destacando. Me fijo en las atajadas, en cómo se mueve, cómo se para”. Pero al toque, aclara: “También lo veo a Agustín Rossi (del Xeneize), y de cada uno se aprende porque tienen su forma de atajar. Como referentes actuales nombraría esos dos, y no es casual que estén en los dos clubes más grandes del país”.

Ante la consulta sobre las diferencias entre el fútbol femenino y el masculino, la jugadora del Mercadito de Ludueña apunta a “la parte física”, y argumenta: “El hombre tiene mucha potencia, fuerza, y la mujer no tiene la contextura física del hombre. Por ahí, técnicamente se puede igualar o estar a un nivel parecido, pero en lo físico estamos muy lejos y eso hace que el femenino sea un poco más lento y no tan vistoso”.

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