Parece un hecho que la unidad del peronismo deberá prescindir de Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto, quienes así lo decidieron al vetar a CFK y por cuestiones programáticas insalvables. ¿Cuál es el verdadero caudal de votos de esos referentes?

El gran interrogante que desvela a quienes tienen por misión dividir al peronismo en las presidenciales de octubre es cuál llegará a ser el real volumen electoral de aquellos espacios que decidieron no apostar a la unidad si ésta incluye a Cristina Fernández de Kirchner.

Massa, Urtubey y Pichetto se desgajaron por voluntad propia del árbol de la unidad peronista. Lo que a priori parecía una difícil convivencia se tornó indeseable para quienes no arriaron las banderas históricas del movimiento creado por Juan Perón, sobre todo tras el vergonzoso abandono del principio de no injerencia en los asuntos internos de otra nación, que precede incluso al peronismo.

Pero aún antes del intento de golpe de Estado en Venezuela, las conductas y discursos de esos dirigentes dieron una clara pista de que no está entre sus prioridades conformar una mayoría que derrote electoralmente a Mauricio Macri o quien sea el candidato de Cambiemos en los próximos comicios.

Con el sello de la embajada

El globo de ensayo de un presunto –o al menos viable– acuerdo de unidad para que la fórmula presidencial en 2019 fuera Cristina Kirchner-Felipe Solá, y su correlato bonaerense estuviera encabezado por Sergio Massa-Verónica Magario duró apenas diez días, el tiempo que le llevó al ex intendente de Tigre proclamar su apetencia presidenciable y proclamar que tiraba por la borda más de 70 años de tradición peronista al celebrar que un legislador sedicioso se autoproclame como presidente de Venezuela.

Sin cargo alguno, sin siquiera contener a todos los integrantes de su espacio en algo tan elemental como es el sistema de alianzas y su propia candidatura, Massa tuiteó: “El mundo le da la espalda a la dictadura de Maduro y empiezan a soplar vientos de libertad. Fuerza Venezuela. #VenezuelaGritaLibertad”.

Al menos el salteño Urtubey –el único gobernador que jugó como lo pide la embajada yanqui– es mandatario provincial, aunque su publicación en twitter causó profundo rechazo entre los usuarios peronistas en las redes sociales: “Mi reconocimiento al nuevo Presidente interino de Venezuela, @JGuaido. Celebro la fuerza y la valentía del pueblo venezolano de alzarse en nombre de la libertad contra la dictadura de Maduro”.

Urtubey es, además, el mismo que el 5 de marzo de 2013 tuiteó: “No se puede despedir a Hugo Chávez. Su presencia permanecerá por mucho tiempo. Y su recuerdo también”.

La gravedad de los pronunciamientos de la dupla “racional” no radica solamente en que se coloca en las antípodas de la tradición peronista, sino que deja atrás la doctrina Drago y el panamericanismo que impera en la región desde hace un siglo, contrariando la doctrina Monroe que propugnaba “América para los americanos”, o sea, para EEUU.

Que Mauricio Macri, Jair Bolsonaro y otros sátrapas del imperio norteamericano sigan los mandatos de Washington es esperable. Las reacciones de Massa y Urtubey confirman las sospechas de que sus movimientos están siempre, invariablemente, en sintonía con los intereses de la embajada de los EEUU en la Argentina.

Autoexcluidos y cada vez más solos

Días antes de la crisis venezolana, los peronistas “racionales” dinamitaron los puentes tendidos con generosidad por el grueso del Frente para la Victoria, el PJ e incluso Unidad Ciudadana.

El pasado 17 de enero, en el portal de noticias Infobae, el dirigente gremial Carlos Acuña sentenció: “El candidato de la CGT es Massa”. Nadie puede suponer que esa preferencia sea compartida por Héctor Daer, el otro sobreviviente del triunvirato del que ya se autoeyectó Juan Carlos Schmid, pero no se conoció desmentida alguna, acaso porque la central obrera padece en esta coyuntura una peligrosa balcanización, con sectores que sostienen a una conducción desgastada y sin voluntad confrontativa con el régimen macrista, otros que siguen la línea del camionero Hugo Moyano, y la Corriente Federal.

Dando vuelta como una media la prospectiva de casi todos los consultores, incluidos los contratados o afines al macrismo, Acuña planteó: “Casi todos los candidatos hoy le ganan a Macri en segunda vuelta, excepto Cristina. Los que apoyan a Cristina quieren que gane Macri”.

La intención del dirigente gremial de respaldar la postulación presidencial del jefe del Frente Renovador y descartar cualquier posibilidad de un acercamiento a CFK chocó de frente con la realidad, que la semana que culmina lanzó dos claras señales al escenario político.

La primera de ellas la protagonizó José De Mendiguren. El sitio Política Argentina lo describió de esta manera: “El legislador que aún integra el massismo, instó al tigrense a competir en una interna con la ex presidenta y «el que gana, gana; el otro, acompaña». Además, sugirió que todavía resta «debatir» el tema en su espacio y reveló que un balotaje votaría a CFK”.

La segunda sorprendió a propios y extraños, y el diario digital Perfil lo publicó bajo el título “Juan Manzur pidió la unidad del peronismo «con Cristina adentro»”, y con una bajada que suena a cachetazo en el rostro de Acuña: “El gobernador tucumano destacó que el peronismo siempre fue inclusivo, y pidió que Cristina Fernández de Kirchner forme parte”.

Página 12 reprodujo los dichos literales del mandatario tucumano, quien pugnará por ser reelecto: “Por eso hoy más convencido que nunca digo que todos tenemos que hacer el esfuerzo. Por ahí preguntan: ¿y Cristina?. Yo lo dije públicamente y lo vuelvo a decir. Tiene que ser con CFK adentro del peronismo. Así que yo voy a trabajar para eso”.

Una pésima noticia para los “racionales”, puesto que Manzur integra el espacio de mandatarios justicialistas inaugurado con aquella foto por Massa, Urtubey, Pichetto y Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba.

¿Cuánto pesará entonces el chancho pa cuando lleguen las fiestas?, como se preguntan algunos paisanos impacientes en el campo. Una incógnita que no se puede despejar en forma sencilla. Sin embargo, pueden ponderarse algunos hechos incontrastables. Del entorno más cercano del tigrense ya se alejaron pesos pesado como Alberto Fernández, Felipe Solá, Facundo Moyano y Daniel Arroyo, sin contar que en algún momento el líder del Frente Renovador contaba con Roberto Lavagna como estrella económica, y en esta coyuntura el ex ministro de Néstor Kirchner es sindicado por otros espacios como presidenciable.

Ahora se agrega la mojada de oreja de De Mendiguren, y es poco probable que una sangría de esa magnitud se produzca sin que las figuras que se fueron del FR no hayan sopesado la real dimensión de ese espacio. Si se alejaron, parece que el chancho pinta pa flaco.

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