La Selección Argentina de hockey subacuático, que tiene entre sus filas a 13 jugadores y jugadoras del club Talleres de Villa Gobernador Gálvez, necesita recaudar fondos para poder viajar al Mundial de Inglaterra.

En Inglaterra, donde el próximo 10 de agosto se disputará una nueva edición del mundial juvenil, nació esta disciplina inspirada en el hockey, pero que se juega bajo el agua. Sus orígenes datan del año 1954, en la localidad de Portsmouth, al sur del país británico. La jugadora Sofía Puchot, que lidera la campaña solidaria de Los Cachorros –el equipo del Club Atlético Talleres de la vecina localidad– para juntar el dinero y viajar a la cita máxima, repasó los pormenores de esta particular actividad que llegó al país hace unos 40 años.

“Como en Europa practicaban buceo y en invierno hacía mucho frío para estar en el mar, entonces inventaron esto, para jugar en la pileta”, remarca la joven que lleva 6 años practicando este deporte, uno menos que la institución a la que representa.

Reglas claras como el agua

Si bien el reglamento básico está tomado del hockey tradicional, por razones físicas son varias las particularidades que lo diferencian. Entre las normas esenciales, Sofía enumera: “Se juega en una pileta de 25 metros de largo y 12,5 de ancho. La profundidad es de 2 metros para arriba, puede llegar a los 4. Son dos equipos de 6 jugadores en el agua, y puede haber hasta 4 relevos, que son constantes, las veces que querramos. Se usa un tejo (de plomo por dentro y plástico por fuera) que pesa un kilo y medio, se pone en el medio de la pileta y los equipos cada uno en una punta de la pileta. Son dos tiempos de 15, con un entretiempo de 2 minutos”

Sobre la pilcha apropiada, cuenta que “cada jugador tiene aletas, patas de rana, un palo más chico que el de hockey y un guante de protección. En la parte visual tenemos una luneta, que es el visor, y utilizamos también un snorkel de buceo para respirar por la boca. También usamos un gorro muy parecido al de waterpolo, con orejeras”. Y sobre el juego en sí, brinda algunas particularidades clave: “Hay que aguantar la respiración en el fondo de la pileta, porque se juega en el piso, así que hay que tener mucha apnea y trabajo en equipo porque tenés que relevarte el aire con tu compañero. Cuando uno tiene que estar abajo, firme para no elevarse de a poco, tiene que largar todo el aire que tenga. Avanzas acostado en apnea”. De todas maneras, aclara que “salimos constantemente a respirar para expulsar el agua del snorkel, pero eso es un segundo, es automático, muy rápido el cambio de aire. Si el tejo está por el lado derecho, y yo estoy en el izquierdo, por supuesto que no voy a estar abajo del agua. Y cuando la jugada se va corriendo, ahí bajo para tratar de defender mi área”.

El objetivo, claro, es hacer el gol en el arco de la otra punta: “Dependiendo de los niveles se hacen muchos goles o no. A veces está muy parejo, otras no tanto, así que un partido puede salir 12 a 0 ó 1 a 0”.

Como ocurre en los deportes colectivos, en esta variante del hockey los protagonistas también se ordenan en posiciones, tal como cuenta Puchot: “Están los delanteros que son los encargados de picar y hacer el gol, los centrales que juegan en el medio, y los defensas que están en la parte de atrás, un poco más alejados de la jugada, y tratando de defender el arco”.

Para que no se les escape ninguna jugada en las profundidades, hay tres jueces en el agua, y uno en la superficie, el principal. “Los árbitros acuáticos son los que marcan las faltas o los goles. Y el que está arriba se maneja a través de señas, así los árbitros de abajo pueden parar el juego”.

Entre las faltas más usuales, las que más hacen trabajar a los encargados de impartir justicia, se encuentran “la obstrucción, que es cuando vos con el cuerpo impedís el paso del contrincante. Otra es que te peguen un palazo. Hay técnicas de elevar el tejo, y una de las faltas es jugada peligrosa: si apunta a la cara, te cobran la falta”.

La mayoría de las infracciones se cometen con el palo, y son consideradas leves. En cuanto a las sanciones, los árbitros pueden penar a los infractores con acciones que beneficien al equipo contrario, tal como conceder un penal.

Con el agua al cuello

El Club Atlético Talleres Rosario Puerto Belgrano está ubicado en la avenida Juan Domingo Perón 1790, de Villa Gobernador Gálvez, y hace meses atrás estuvo en boca de todos por el tremendo tarifazo que le tocó afrontar: una boleta de gas de 432 mil pesos, lo que puso en peligro la continuidad de la pileta climatizada en la que entrenan las y los chicos del hockey subacuático que representarán a la ciudad y al país en el próximo mundial.

La situación nacional desde aquel momento a esta parte no mejoró, ni mucho menos, y a la Secretaría de Deportes de la Nación –que solía dar una mano importante a los deportistas amateurs– la borraron del mapa de un decretazo presidencial.

Por eso, lo que debería ser una campaña preparatoria para viajar a Inglaterra a disputar el certamen internacional más importante de todos en agosto próximo, se transformó en una campaña para recaudar fondos, y así solventar los gastos que implica tamaño viaje. “Al ser un deporte amateur, tenemos que pagar todo nosotros. El precio estimado es de 3.500 dólares, es una cifra importante”, señala Sofía, que cuenta que están “en la búsqueda de un sponsor que nos dé una mano”.

Mientras aguardan la llegada de algún patrocinador, los Cachorros organizan “eventos, rifas, venta de comida, como para poder sumar la mayor cantidad de dinero y así viajar”, relata Puchot. “Nosotros hacemos esto desde acá, por nuestra parte. Cada club hace lo propio, busca su propia forma de juntar el dinero”, explica la jugadora, e informa que ya han mantenido diálogos con la municipalidad local (de VGG): “Están al tanto de esto, y todo está en proceso. También tenemos que hablar con la Agencia de Deportes, y veremos cuánta bola nos dan. Estamos en la lucha todavía”.

Hablando de dificultades, a Talleres se le complica encontrar rivales con los que medirse. “En Gálvez somos el único y en Rosario ya no hay. En algún momento tuvo la disciplina Central, pero eran muy pocos y ya no está más. Lo más cerca de nosotros es en Santa Fe capital, el club Regatas. Somos los únicos dos de la provincia”, dice la seleccionada, y amplía: “Después hay equipos en Buenos Aires, en La Plata, Pilar. En Mendoza hay equipos fuertes, lo mismo que en Córdoba, Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia”.

Igualmente se las ingenian para competir y no perder ritmo. “Tenemos torneos nacionales una vez al mes. Son intercalados: un mes juegan los juveniles, y al siguiente son los torneos de elite (22 años en adelante) y máster (más de 33)”, detalla Sofía, y aclara:

“A nivel internacional, la Argentina comenzó hace unos pocos años, desde 2011, a presentar equipos. De este proceso de selección, mi club empezó a participar hace 3 años, con un primer mundial juvenil que se hizo en Australia. Argentina presentó 4 equipos, y de nuestro club fueron 4 jugadores”, se enorgullece la chica, y sigue: “Los mundiales juveniles son cada dos años, al igual que los de élite, así que un año toca uno y al siguiente el otro. Al mundial del elite, que se hizo el año pasado en Canadá, fueron 3 de mi equipo. Son 4 equipos los que van: el elite femenino y masculino, y el máster femenino y masculino. Este año se hizo la convocatoria para el mundial juvenil de Inglaterra, que es en agosto, y de mi club habrá 13 representantes, de 48 jugadores en total”.

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