En el Centro Cultural QTP, un grupo de profes les enseña a chicos y no tan chicos a jugar con peones, torres y alfiles, combinando el aprendizaje con lo lúdico y el laburo social. “No hay que instrumentalizar el ajedrez”, reclaman.
“El ajedrez no es sólo para inteligentes”, remarca Solana Gómez Reyes, una de las coordinadores del club de ajedrez que desde hace un par de años funciona en el centro cultural Que Te Pasa, de Riccheri 340. “Somos varios profes que damos ajedrez todos los días y tratamos de integrar a toda la comunidad. Al ser un espacio social y cultural, la idea es que la gente tenga un lugar donde encontrarse”, dice Sol en referencia al QTP, y añade: “Es un espacio recreativo, donde también hay otras actividades como tango, telas y teatro”.
Gomez Reyes y Leandro Álvarez, su compañero en esta aventura, laburan juntos desde 2017, primero en sus casas particulares y luego –desbordados por la cantidad de pibes y pibas que se sumaban– en un espacio mayor como el centro cultural. “Empezamos buscando un lugar para enseñarle a los chicos y establecer un espacio en el que puedan venir todos los días a jugar a este club de ajedrez, porque es un espacio que hace mucho que no existe y no se ve en la ciudad. Por eso, queríamos reconstruir lo que se perdió hace mucho tiempo”, cuenta Leandro, y agradece a “los chicos del QTP y a Joel Natalí que nos abrieron las puertas, porque los chicos lo disfrutan mucho y es una actividad que fomenta el encuentro y la sociabilización”.
“La idea es que ellos se apropien de las piezas –se prende Diego Medin, del plantel de profesores– en la medida en que su manera de jugar, su relación con el juego, lo va permitiendo. Y con los recursos que ellos tienen a partir de lo recreativo, que lo puedan tomar del lado de la diversión y no cargarlos con teoría y conceptos, sino que ellos mismos se apropien de las piezas, que vayan encontrando el camino a su manera hasta que tengan los recursos suficientes como para ingresar a otras lógicas del juego”.
Sol cuenta que “están viniendo unas 40 personas aproximadamente” al QTP a jugar al también llamado juego-ciencia. “Entre 10 y 15 por clase, y de todas las edades”, remarca. Leandro detalla que “las clases, que son todos los días (ver aparte) se dividen por edades y niveles. Los chicos de iniciación, que tienen entre 4 y 8 años trabajan con el profe Diego, los martes. Los que recién empiezan y ya tienen idea del movimiento de las piezas, estudian un poco más el ajedrez y empiezan a jugar torneos, están en una etapa intermedia. Y tenemos profes que se especializan más en esa parte. Horacio, que es otro profe, tiene más experiencias con adultos, porque trabaja en la universidad”.
Mano a mano
Desde el próximo 20 de mayo, los lunes, jueves (desde las 20) y sábados (a partir de las 15) se disputarán las nueve rondas (una por día) de uno de los torneos más importantes de la ciudad. Y tendrá, nada menos, que al QTP como sede. “Nos tocó como club organizarlo, que es el torneo de Segunda Categoría o Selección. Es importante porque de ahí se clasifican los jugadores y quedan definidos los de primera categoría de la ciudad”, explica la anfitriona Solana, y aclara: “No es un torneo abierto. Si estás federado tenés que tener una fuerza mayor a 1600 puntos, que es el ránking con el que se miden los jugadores de ajedrez, o tenés que venir de una seguidilla de torneos en los que vas pasando instancias y clasificaciones. Por una cuestión de nivel, será un torneo con más gente grande. Hay chicos, pero son los menos”.
De todas maneras, Álvarez –que será uno de los encargados de arbitrar las partidas del certamen en el que serán locales– subraya que para los chicos también hay competencias: “Juegan por sus categorías, por edad. En el año compiten en un circuito de 4 Grand Prix que suman puntos, y a fin de año se hace una semifinal y después la final, que los clasifica para torneos nacionales e internacionales. Desde que estamos trabajando, venimos metiendo a muchos chicos en la final, y participan en torneos todo el tiempo. Algunos han viajado a competir a Brasil, Uruguay, Chile. A los que les interesa competir, van consiguiendo resultados, pero hay espacio para todos, para quienes vienen solamente a aprender a mover las piezas y después encuentran su lugar”.
En cuanto al reglamento, el juez indica que “el ritmo de juego es de una hora por jugador con 30’ de incremento, lo que constituye alrededor de tres horas y media por partida. Cada jugador tiene ese tiempo de reflexión en total. Son 9 fechas. El escalafón final determina que el 30 por ciento de arriba de la tabla se clasifica y está avalado para jugar el torneo de primera fuerza de Rosario”.
Primeros movimientos
El contacto de los entrevistados con el juego de tablero arrancó desde muy temprana edad, y con el correr de los años se les fue impregnando en sus cuerpos. “Aprendí de chica, cuando tenía 8 años. Estuve un tiempo sin jugar, pero ahora volví. Tuve la suerte de que mi familia me apoyó muchísimo, que eso es fundamental para crecer como deportista”, afirma Solana, hoy jugadora de Primera, que se familiarizó con las piezas gracias a un obsequio: “Me regalaron un bolsito con varios juegos de mesa, y entre ellos estaba el ajedrez. La ventaja que tiene es que las piezas son muy vistosas y los chicos se enamoran, como me pasó a mí”.
“Lo del ajedrez viene de familia –aporta Leandro–, me lo enseñó mi viejo cuando era chico. Yo hacía natación, básquet, taekwondo, hasta que un día me agarró lo del ajedrez y dejé todo”. El también profesor, recuerda entre risas que en sus inicios, “cuando recién comenzaba a meterme de lleno en esto, me dijeron que estaba loco, que los del ajedrez son todos medio personajes, pero nada que ver. Locos hay en todos lados”.
Diego, que al igual que Sol es jugador de primera categoría, también lo practica desde pibito. “En 2015 me sumé a un grupo que se llama Jaquemateando, en el que hacemos talleres de ajedrez en distintas instituciones y en lugares con una lógica más comunitaria. Encontré en el ajedrez una gran pasión”.
Emilio Isola es alumno del QTP y se sumó a la charla para contar sus primeros pasos –o movimientos, bah– en la disciplina de estrategia. “Soy del barrio (Pichincha, donde está emplazado el centro cultural), así que me enteré de esto y vine. Jugué al ajedrez desde chiquito, a veces obligado y otras veces no tanto. Ahora, aprovechando que tengo la posibilidad de tener clases todos los días acá cerca, me sumé”, admite el joven nacido en Villa Cañás, donde competía en varios torneos de la zona.
A la hora de destacar lo mejor del ajedrez, Leandro asegura que “te forma la personalidad”. “Al que aprende desde chico, te ayuda mucho a ser responsable de tus propios actos y que cada cosa que hacés tiene su consecuencia, y tal vez lo pagás, lo asumís, y así asumís en la vida misma”, dice. Diego, por su parte, indica que lo que más le gusta “es lo infinito que es el juego, que no está todo dicho, no está todo estudiado. siempre está evolucionando continuamente”, y que “no se necesita mucho, es un tablero, unas piezas y alguien con quien jugar, y eso es suficiente”. Aunque aclara: “Lo duro es la exigencia que demanda a los que compiten, porque es mucho tiempo, mucho sacrificio y estudio, y como disciplina no es muy remunerativa”.
Solana, a su turno, rescata “la parte lúdica, que uno puede ganar o perder, y siempre tenés otra oportunidad”, y que “esto saca un poco a los chicos de la compu”. Y agrega: “Lo peor es que si competís a nivel deportivo, te toca algunos sentimientos. Si lo hacés de forma recreativa, no hay tanto sufrimiento”.
Anote anote. Los interesados en participar de este deporte mental en el Qué te pasa pueden inscribirse vía Facebook en Club de ajedrez QTP, o al celular 341-3906377. Los horarios son: Martes y miércoles de 18 a 20, para Iniciales; lunes y viernes de 18 a 20 para intermedios; y miércoles y jueves de 19 a 21 para los más avanzados.
Solana Gómez Reyes
15/05/2019 en 16:14
Gracias por todo! Excelente experiencia 🙂