El Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas de la ciudad de Rosario (SIVENDIA) festejó 75 años de vida el pasado 3 de junio y su titular, Carlos Martínez, estuvo en el programa Noticias Piratas, que produce la Cooperativa La Masa y que se emite por Radio Universidad (FM 103.3) todos los sábados de 12 a 14. En ese marco, el gremialista se remontó a los orígenes del gremio e hizo hincapié en destacar una actividad que, en la actualidad, pelea por encontrar su lugar ante el avance implacable de las nuevas tecnologías, que modificaron la manera en que la población elige acceder a la información.
Los canillitas, o los vendedores de diarios y revistas, son protagonistas y actores indispensables en esa película en la que suele convertirse el trajín cotidiano de la ciudad. Además, comienzan y terminan sus días en horarios extravagantes, por lo que a la vez son una referencia importante para cada vecino. Y, aunque no se vea, también trabajan de confidentes, guías barriales y hasta de psicólogos, ya que siempre están preparados para charlar de lo que sea con quienes llegan a comprar el diario.
Orígenes de una identidad
“Nuestra sigla es SIVENDIA y somos activos participantes del Movimiento Sindical Rosarino, pero para darnos más visibilidad y no quedar en la montonera de siglas, decidimos hacer referencia a la palabra «canillita», que es la que más nos identifica. A partir de ahí, confeccionamos las pecheras y las banderas con las que vamos a los actos y a las marchas”, resume Carlos Martínez, y agrega: “Si nos remontamos a la historia, en la década del 40, algunos gremios más puntuales como pueden ser Luz y Fuerza, los Ferroviarios o La Bancaria, replicaban acá los logros que venían conquistando los obreros en Inglaterra, como por ejemplo que el sábado se trabajara hasta el mediodía; lo que se conoció como el «sábado inglés». Por lo tanto, en nuestra actividad había muchísima informalidad y desorganización. Por ejemplo, no había ayuda en materia de salud o educación, y proliferaba el trabajo infantil. De ahí que surge la famosa obra teatral de Florencio Sánchez Canillita, que nos termina identificando a todos porque relata la historia de un pibe vendedor de diarios”.
En este punto vale rescatar la figura del uruguayo Florencio Sánchez, que llegó a Buenos Aires en 1892 para trabajar como periodista y después, en la ciudad de La Plata, realizó sus primeras obras. En 1902 recala en Rosario, para asumir como redactor en el diario La República, fundado por Lisandro de la Torre. En esta ciudad, escribe una pequeña obra en la que el personaje principal es un niño vendedor de diarios, pero le faltaba titularla y al ver a un vendedor rosarino de piernas muy delgadas, se le ocurrió la palabra canillita, y así denominó a su obra que al poco tiempo tuvo enorme repercusión en los teatros porteños.
“Nuestra organización sindical es reconocida como tal el 3 de junio de 1944. Desde ese momento hacia atrás, había mucha informalidad. De cualquier manera había vendedores de diarios, y más allá de rivalidades o competencias por una zona o por otra, había muchos códigos que se respetaban, y también solidaridad entre los trabajadores canillitas. Aunque siempre estaban los que infligían un poco eso códigos tirando un diario en el lugar que no les correspondía”, relató Martínez.
El rol del sindicato
En los 75 años de vida que lleva el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas de la ciudad de Rosario, fueron múltiples los vaivenes que tuvieron que vivir, y también en estos tiempos donde, especialmente desde el oficialismo nacional, intentan denostar y atacar la labor gremial. Ante eso, Martínez indica que en la mayoría de los interlocutores habituales que invaden las pantallas de TV, “hay mucho desconocimiento y desinformación”. “Nosotros fuimos fundados en junio de 1944, pero en 1945, cuando Perón estaba al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión, se impulsó una ley que otorgó dos pilares sobre los que se edificó nuestra actividad. El primero fue la estabilidad de la parada de diarios, y el segundo fue el derecho a la devolución de los ejemplares no vendidos. Siempre digo que como complemento de estas dos medidas viene muy bien recordar los fundamentos de esa ley que dice: «es objetivo de la misma, brindar al vendedor de diarios una unidad económica para que él y su familia tengan una vida digna». Eso me pone la piel de gallina”, manifestó el conductor local de los canillitas.
Esa ley impulsada por Juan Domingo Perón promovió que la actividad se ordenara. A partir de ahí, se comenzó a trabajar para erradicar el trabajo infantil y desde el interior del sindicato hubo que armar la estructura para poder contar, sobre todo, con una obra social. “Nosotros estamos definidos como trabajadores pero somos laburantes atípicos porque en nuestra actividad no existe la figura del patrón. Entonces el gremio tuvo que crear las condiciones para tener los mismos beneficios que otorga la Ley de Asociaciones Profesionales que le exige a los otros sindicatos”, señaló Martínez.
El titular de los canillitas rosarinos, además, destaca que “la obra social de nuestro sindicato es de particulares, por lo tanto no recibimos subsidios, no hay reintegros de nada. Tenemos que afrontar tanto enfermedades menores como intervenciones de alta complejidad, y hasta ahora nos cuesta horrores. Pero por suerte podemos La esquina es su lugarcumplir con todo y con todos. Para nosotros, la obra social es lo mejor que tiene el sindicato, y así debe ser por una razón muy especial: porque nosotros, a diferencia de otros trabajadores que lo hacen en relación de dependencia, ya sea en las empresas privadas como en el Estado, no podemos dar parte enfermo”.
La esquina es su lugar
Carlos Martínez es vendedor de diarios hace cuarenta años, y hoy tiene su puesto en Ovidio Lagos y Lamadrid. “En la actualidad hay vendedores de diarios que son tercera y cuarta generación. Es decir, que históricamente es una actividad que fue transmitida a través de la generaciones pero ahora eso de la sucesión se está cambiando porque el puesto de diario viene sufriendo muchos ataques”.
A modo de nutrir ese argumento, Martínez sostiene que los canillitas se definen “como el termómetro de la economía, porque cuando hay crisis, algo que ya hemos visto en el Rodrigazo, la hiper de Alfonsín, el brote inflacionario de Menem, y con De la Rúa en 2001, de las actividades económicas siempre somos unas de las primeras en caer, porque cuando las familias comienzan a sentir el apriete en el bolsillo, el diario y las revistas pasan a ser superfluos. Como contracara de eso, cuando la cosa mejora nuestra situación mejora, y probablemente seamos una de las actividades que primero nos levantamos. Pero desde hace algunos años, la aparición de noticieros durante 24 horas, más internet y las redes sociales, fue cambiando el paradigma de la gente con respecto al hecho de informarse. Fundamentalmente la gran contra que tiene la prensa escrita es la inmediatez”.
Sin embargo, y más allá del avance de las tecnologías y de los cambios en los hábitos de consumo periodístico por parte de los ciudadanos, el canillita del barrio continúa siendo un referente y su puesto de venta un punto de encuentro de muchos vecinos, para comentar las noticias del día, cargadas futboleros o análisis políticos callejeros. “El vendedor de diarios está incorporado al paisaje urbano, forma parte de toda la fisonomía de la ciudad, tanto acá como en cualquier lado. Es un personaje confiable. Nosotros tenemos innumerables muestras de afecto y de confianza, el cliente te deja la llave de la casa o del auto porque después viene un pariente o amigo y las pasa a buscar. Particularmente en mi caso, por ejemplo, en la calle Lamadrid para el lado de Avellaneda se formó una gran barriada de gente que vino de Paraguay y sus parientes que venían, tomaban como referencia el puesto de diarios mío, que se transformó en una especie de consulado de ese país vecino”, concluyó Carlos Martínez.
Producción: Gabriel Zuzek
Fuente: Noticias Piratas/El Eslabón