Pese a las presiones del gobierno ultraderechista pro dictadura que padece Brasil, de los militares brasileños y de EEUU, el Supremo Tribunal recordó que su función es hacer cumplir la Constitución y votó 6 a 5 por cambiar su doctrina sobre la prisión preventiva.
Con Lula en la calle será otra cosa. Empieza otra etapa en esta tenebrosa época que atraviesa Brasil. Tiembla el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, que arrebató derechos a la población y está avanzando para privatizarlo todo, cumpliendo las recetas neoliberales y siempre a los pies del Imperio. Pero Bolsonaro tiembla de odio, y la respuesta será seguramente brutal, tanto a más brutal que las políticas que viene implementando el ex militar. El Supremo Tribunal recordó que su función es hacer cumplir la Constitución y votó 6 a 5 por cambiar su doctrina sobre la prisión preventiva. La Justicia venció al odio.
La libertad de Lula es una vergüenza menos, un acto de Justicia exigido por millones de mujeres y hombres de todo el mundo. El grito “¡Lula libre!” puede convertirse en realidad tras la lucha de cientos de organizaciones, movimientos de derechos humanos, y el propio Partido de los Trabajadores (PT), que fue incansable a la hora de reclamar.
La noticia se conoció poco antes de las 22 del jueves 7 de noviembre. El Supremo Tribunal Federal, finalmente, y pese a las presiones, recordó que debe atenerse a la Constitución, y cambió su doctrina con relación a las prisiones preventivas y el encarcelamiento de personas que no hayan agotado todas las instancias de apelación. El fallo incluiría la libertad de Lula y unas cinco mil personas más.
579 días después de haber sido encerrado en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, el titular de la Corte, Antonio Dias Toffoli, emitió su parecer a favor del político que el 27 de octubre pasado cumplió 74 años. Ese fallo definió una puja larga, y agria, entre los jueces del Supremo Tribunal Federal.
A las 15 horas había 5 jueces en contra y 3 a favor de Lula. Pero a partir de allí fueron llegando, uno a uno, los votos que desembocaron en el grito “¡Lula Libre!”, que estalló en las calles.
Lula, un preso político que no cometió delito alguno
“Lula no cometió ningún ilícito y es víctima de la lawfare que consiste en el uso estratégico del derecho para la persecución política” dijo el abogado defensor del ex presidente, Cristiano Zanin Martins.
Martins adelantó que exigirá la inmediata salida de Lula, para lo cual tendrá que enfrentar a la jueza de primera instancia de Curitiba, Carolina Lemos, incondicional del juez que condenó al ex mandatario, Sergio Moro, quien posiblemente hará todo lo que tenga a su alcance para postergar la excarcelación.
Por su parte, el diputado Paulo Pimenta, jefe del bloque del PT, señaló que el líder va a volver al poder. “Lula, el pueblo te está esperando para enfrentar a este gobierno corrupto que está destruyendo la soberanía. Yo quiero ver a Lula otra vez en aquel palacio (señalando al Planalto, sede de la Presidencia). Vamos a subir otra vez esa rampa (del Planalto). Es una noche histórica”, consideró Pimienta.
“Sergio Moro es un matón de los paramilitares, esa banda que armó con Bolsonaro ya fue desenmascarada. Lula fue juzgado por un coludio (pacto) mafioso entre Moro y los fiscales”, agregó el dirigente del PT.
La injusticia de la condena a Lula quedó clara ya en el mismo texto de Moro, quien reconoció no tener pruebas y haberlo sentenciado “por íntima convicción”. El hecho fue condenado por juristas, militantes y movimientos sociales de todo el mundo.
Y la historia de la condena sin pruebas no terminó allí. Lo que muchos sabían fue ratificado luego con pruebas contundentes, documentales, y hasta audios, que daban cuenta del desempeño ilegal de Moro y sus aprietes a los fiscales.
La publicación The Intercept reveló en junio de 2019 que el Lava Jato (la investigación que condenó al líder del PT) fue nada más que una maniobra para sacar de la carrera presidencial a Lula y permitir el triunfo de Bolsonaro.
Por cumplir con esa tarea, a las órdenes de EEUU, la derecha brasileña, los poderes fácticos y los medios a su servicio, Moro fue premiado con el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública.
El Lava Jato fue otro caso de guerra judicial (más conocida por su denominación en inglés “lawfare”), que la derecha regional utiliza para sacarse de encima a sus rivales políticos.
Y tras la revelación de The Intercept, el 26 de septiembre de 2019 el Supremo Tribunal Federal emitió un duro fallo contra Moro. Esa decisión judicial estableció, por seis votos a tres, que entre otras irregularidades cometidas, los “arrepentidos” no pueden formular sus denuncias luego de que el imputado presente su alegato final. Fue el principio del fin de la maniobra que logró proscribir y encarcelar a quien, de haber podido competir en las elecciones, sería hoy presidente de Brasil.
Lula es inocente y fue condenado sin pruebas. Su libertad es un acto de Justicia, un triunfo del pueblo, y una esperanza para el futuro de Brasil.
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