Todos los países mediterráneos guardan muchos aspectos en común. El mar Mediterráneo, el antiguo Mare Nostrum de los romanos, fue en la antigüedad una de las cunas de la civilización. Aunque ese honor históricamente ha recaído en Mesopotamia, en torno a los ríos Tigris y Eufrates, en el actual Irak, en el Mediterráneo se han desarrollado culturas importantísimas para la humanidad: egipcios, griegos, cartagineses, fenicios, tartessos, romanos, otomanos…
Todos los territorios que rodean al mar Mediterráneo están imbuidos de una cultura común, a lo que ayuda también un clima muy benigno y, por supuesto, un desarrollo comercial importantísimo desde hace milenios, capaz de conectar áreas totalmente alejadas geográficamente unas de otras.
Cualquier país con influencia mediterránea que visitemos ofrece elementos que son muy comparables a los de otro país de esta misma región, aunque obviamente diferentes entre sí, particulares. Esto se repite en cuestiones como el arte, la cultura, la gastronomía, la arquitectura… lo mediterráneo es un concepto que abarca todo tipo de disciplinas, y todas ellas se mantienen similares (en mayor o menor grado) en todo este arco, ya sea en Oriente Próximo, África o Europa.
Egipto, la primera gran civilización del Mediterráneo
Mesopotamia está considerada como la cuna de la civilización en Occidente, pero la realidad es que todo el territorio que conforman Irak, Irán, Persia y el golfo Pérsico se alejan un poco de la cultura mediterránea.
No obstante, Mesopotamia influyó de algún modo en Egipto, que esta sí puede ser denominada como la primera gran civilización mediterránea. Ambas culturas, en Oriente Próximo el norte de África sentaron las bases de la civilización que siglos más tarde llegaría a Occidente.
Los habitantes de sus fronteras pasaron de relacionarse en pequeños grupos a realizar una especialización de se trabajo y una división social, se formaron las primeras ciudades. Además, practicaron artes como las matemáticas y la astronomía, que utilizamos hoy día, y revolucionaron la agricultura, el comercio e inventaron la escritura.
Egipto tuvo en el Mediterráneo y el río Nilo sus principales fuentes de riqueza. El Nilo, que se desbordaba una vez al año, convirtió en fértiles sus campos y suponía también su principal fuente de comunicación. Los egipcios aportaron a nuestra sociedad avances tan importantes como el calendario, el sistema de regadío y el de cultivos, además de nociones vitales sobre arquitectura y sus impactantes pirámides.
Alrededor del río Nilo y en la costa mediterránea se levantaron sus primeras ciudades, de modo que es habitual en cualquier viaje a Egipto empaparse de lo que significa el mar y el agua para un país rodeado al completo por tierras áridas y secas. En Egipto el Mediterráneo es vida.
El Mediterráneo es vida porque es pesca, agricultura y comercio, es civilización y es el camino para conocer otras culturas y territorios. En la Antigüedad, la relación de Egipto con Roma fue muy prolífica. Visitar Egipto es conocer un país clave en la historia de la humanidad, un destino obligado para los amantes del turismo, la cultura y la gastronomía.
Turquía, la puerta entre Asia y Europa
En este paseo por países encantadores del Mediterráneo, países “occidentalizados” en el Mediterráneo con menos sabor a Europa, es imprescindible destacar también a Turquía. Turquía fue el gran núcleo del Imperio Romano de Oriente. Su capital. Constantinopla, también conocida como Bizancio, se sitúa en la actual Estambul, la ciudad más importante de la Turquía actual.
En la Edad Media, de los siglos XIII al XV, el Imperio Otomano consiguió hacerse con los territorios del Imperio Bizantino, y situó su capital en Constantinopla. Durante su máximo esplendor, entre los siglos XVI y XVII , llegó a expandirse por tres continentes, dominando buena parte del Mediterráneo Oriental y todo el Magreb.
En la actualidad, Turquía sigue siendo un país de contrastes, de fronteras, la puerta a Europa y a Asia. Si existe una ciudad que consolida ese espíritu, esa es sin duda Estambul. Cualquier viaje a Turquia obliga a pasar unos días en esta ciudad, quizás la de mayor legado en el país.
En cualquier caso, más allá de Estambul, otro destino imprescindible es La Capadocia, una región natural declarada como Patrimonio de la Humanidad que sorprende por su paisaje lunar salpicado de las denominadas chimeneas de hadas (formaciones rocosas que se han ido formando durante miles de años por la erosión del viento). En La Capadocia una experiencia inolvidable es reservar un paseo en globo al amanecer.
Un tercer destino muy recomendable es Éfeso, también Patrimonio de la Humanidad. Éfeso fue una ciudad fundada por los griegos que alcanzó su máximo esplendor durante la ocupación romana. Es una de las ciudades mejor conservadas de Asia Menor. Y si queremos seguir recordando el impacto de Roma en este país, no debemos dejar de visitar Aspendo, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Antalya.
Aspendo es uno de los teatros romanos mejor conservados del mundo. Con capacidad en su día para 15.000 espectadores, fue construido en el siglo II d.C. durante la época del emperador Marco Aurelio.
Antalya, al sur de Turquía, es una ciudad costera que siempre supone al visitante un relajante paréntesis en su ruta por el país plagada de yacimientos arqueológicos. La ciudad es un importante destino turístico de sol y playa y destaca por su gran oferta de alojamiento, restauración y actividades de ocio.