El ingreso al playón en el que se erige el Club Social Deportivo y Cultural Latinoamérica es por la cortada Brandazza, que hace referencia a Ángel Tacuarita Brandazza, militante secuestrado en Rosario y considerado por la Conadep como el primer caso de desaparición en la Argentina. La canchita está ubicada en el corazón del Fonavi Latino, tal como le dicen en el barrio a ese complejo de monoblocks ubicado en la zona de Ovidio Lagos y Rueda.
La idea de crear una institución en el centro de dichas torres surgió para ponerle fin a un viejo enfrentamiento entre hinchas de Central y Newell’s que se disputaban los paredones para dejar impregnadas, con pinturas de colores, leyendas e imágenes, sus identidades futbolísticas.
La naranja mecánica
“Había una disputa por pintadas de Newell’s y Central, en todo el barrio y todo el tiempo. Había peleas incluso entre la misma gente del barrio”, rememora Lucio Rodríguez, presidente de la entidad, y agrega: “Eso también motivó a darle un color al club, el naranja, que es el que nos identifica. Entonces, todo eso que estaba azul y amarillo o rojo y negro, se pintó de naranja, y nunca nadie más lo tocó”.
“El club hizo que se calmaran muchas cosas acá en el barrio”, se suma a la charla Graciela Palais, referente social de la zona, y argumenta: “Incluso se han jugado los clásicos acá y todo en paz, nunca hubo ningún problema”.
La entidad naranja comenzó a crecer allá por 2015. Y maduró y floreció en un contexto político y social difícil para los clubes barriales de todo el país. Es que pese al macrismo que pretendía vaciarlos, el Latinoamérica logró sobrevivir en sus primeros años, un poco por la gran mano que le tendió la anterior gestión municipal –según destacaron los entrevistados–, y sobre todo por la fuerte voluntad de dirigentes, vecinos y pibes y pibas, que le dieron vida a la institución de la zona sur. “La idea fue de tres personas: Víctor, Martín y Rosa. Y después se fue sumando gente, algunos están y otros ya no”, rememora Gachi, que así es como le dice todo el mundo a Graciela, y sigue relatando sobre lo que fue ese comienzo, primero en Arofusa, y luego ya –desde fines de 2016– en la Liga Rosarina: “Siempre tuvimos futsal, hubo un momento en que tuvimos vóley también, y competíamos en la liga. Teníamos muchos chicos, al principio arrancamos con muchísimas categorías, con todas”.
En la árdua tarea de llegar a fin de mes, la mujer cuenta que “nos solventamos con una cuota que le vamos cobrando a los chicos, algo relativo porque la mayoría no puede abonarla, así que nos pasamos haciendo eventos, rifas, choripaneadas, todo lo que se nos ocurra. Todo a pulmón, lo nuestro”.
El playón, luego convertido en canchita de fútbol, es hijo del Presupuesto Participativo municipal. Al original espacio de cemento se le incorporaron rejas, arcos y líneas demarcatorias, para que luego comenzara a rodar la redonda. “Esto permitió que el club creciera”, admite el mandatario, y subraya la ayuda que provino desde el Palacio de los Leones, cuando aún Mónica Fein era la titular del Ejecutivo local: “Nos dieron una mano importante, con redes, pinturas, con la personería jurídica”.
Para dar a conocer el nacimiento de la institución, la referente femenina recuerda que “al principio “todos venían para repartir folletos, pegarlos por todo el barrio, por mensajes. Fue todo muy rápido. Se ve que se necesitaba esto en el barrio porque de pronto llovían los chicos”. Y como relatando lo que ocurría en los alrededores, mientras se realizaba la entrevista (días antes del aislamiento obligatorio), agrega: “Muchos chicos vienen solos, acá hay familias muy carenciadas. Los chicos están encantados con esto, sólo quieren jugar. Cuando nos cruzan en el barrio se ponen como locos y nos preguntan cuándo jugamos”.
Al respecto, el también entrenador de la 10ª aporta que “todos los nenes que ustedes ven que pasan por acá, son jugadores del club. Tenemos chicos a los que han llamado desde otro clubes, como Newell’s, Central Córdoba”. Y tras exponer su orgullo por el progreso futbolístico de los suyos, describe al populoso barrio: “Acá son 800 departamentos, más estas siete torres que creo que tienen 52 departamentos cada una. En dos cuadras tenés más de mil departamentos. Entre Primera y Reserva deben ser unos 40 chicos los que vienen. El femenino debe tener 15 más, y hay que sumar las inferiores, que estamos por arrancar, donde habrá 50 más. Tenemos más de cien pibes”.
A volver, a volver…
El Club Social, Deportivo y Cultural Latinoamérica tiene entre sus novedades del año, el retorno a las canchas de las mujeres. “Hubo un tiempo que no tuvimos pero ahora volvimos”, aclara Gachi, y explica: “Es que nuestra Primera ascendió a la B en Rosarina, y nos exigen tener todas las categorías, inclusive femenina. Así que este año arrancamos, con un torneo de verano. Son muchas las chicas. También arrancamos voley, que también habíamos dejado porque al principio tuvimos inconvenientes con el dinero”.
Sobre el tiempo en que se mantuvieron alejadas de la pelota, Palais detalla: “El femenino paga mucho en Rosarina por semana, de árbitros. Atrás de la Primera, es el que más paga. Y después, muchas chicas no podían y a nosotros nos crecía la deuda. Pasaron muchos técnicos, fue complicado sostenerlo”.
Hinchada hay una sola
Y es la naranja, según se jactan los entrevistados. “Muchos chicos que vienen es por el contagio de nuestra hinchada, que es lo que nos hace famosos”, asegura Rodríguez. “Tenemos muchas canciones propias, a donde vamos siempre se cantan”, agrega. Por su parte, Graciela se agranda al asegurar que “nadie tiene la hinchada que tenemos nosotros”, y recuerda cómo estaban los tablones el día del ascenso: “La cancha estaba repleta por nuestra hinchada, con bombos. No paran de alentar”.
Uno de los cantitos que encienden a la masa naranja es el que reza, con la melodía de Jurabas tu, de Los del Fuego: “Fonavi, la banda te alienta, somos la hinchada anticareta. Fonavi, vos sos mi adicción, esta es la banda que viene a alentarte siempre al playón”.
Fuente: El Eslabón
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