Estados Unidos, que superó los 2 millones de casos de coronavirus, no solo es por lejos el país más golpeado por la pandemia, sino que se confirmó que las infecciones continúan creciendo sin freno.

Mientras el gobierno federal de Donald Trump se concentró en mostrar los resultados económicos de las reaperturas y dejó de lado las evaluaciones diarias que en algún momento supo hacer sobre el avance a nivel nacional de la pandemia, los últimos informes periodísticos advirtieron que más de la mitad de los estados tuvieron un crecimiento de casos en la segunda mitad de mayo y los primeros días de este mes.

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Por ejemplo, California, uno de los estados más grandes del país, pasó de sumar 15.900 casos entre el 22 de mayo al 28, a registrar 18.400 nuevos infectados la semana siguiente. Esto no modificó la decisión del estado –que ya tiene más de 122.000 casos y más de 4.400 muertes– de pasar a la segunda fase de la reapertura hace más de un mes, publicó la agencia Télam.

Un caso similar es el de Florida, un estado que ya tiene más de 60.000 infectados y de 2.600 muertos.

Entre el 22 y el 28 de mayo sumó casi 5.000 casos nuevos de coronavirus y, a la semana siguiente, esa cifra escaló hasta casi 6.900. No obstante este crecimiento, el estado pasó a la segunda fase de la reapertura, lo que implicó más actividad económica, playas abiertas y turismo nacional.

Otro estado que hizo lugar a las presiones de la Casa Blanca para reabrir la economía lo antes posible fue Texas.

Hace tres semanas entró en la segunda fase de la reapertura, pese a que la semana pasada sumó más de 10.200 casos nuevos, una cifra bastante superior a los más de 7.300 que había registrado la semana anterior.

En total, el estado sureño ya tiene más de 70.500 casos y de 1.700 muertos, y, según datos oficiales, nunca tuvo tantos pacientes de coronavirus internados.

Esto sucede en más de la mitad del país y por diferentes razones, pero varios expertos ya han expresado su preocupación de que el avance de las reaperturas, sin tener en cuenta estos brotes, empeore aún más la situación a nivel nacional y postergue aún más el pico de la curva nacional de contagios.

Por ejemplo, en Arizona, entre otros, hubo un fuerte rebrote luego de que, con el fin de la cuarentena, la gente volviera a agolparse en bares, parques o restaurantes, sin respetar las más mínimas medidas de distanciamiento social.

Además, muchos de estos estados no hicieron obligatorio el uso de barbijos, lo que según expertos, podría haber facilitado aún más la transmisión del virus.

En otros estados, como Carolina del Norte, el aumento de casos se explica más por la masificación de los testeos, como una de las condiciones para pasar de manera segura de fase en la reapertura.

Especialistas explicaron que cuando se aumentan las pruebas realizadas, es esperable que se encuentren más casos, sin que eso suponga un rebrote o un empeoramiento de la situación sanitaria en general.

Por otro lado, en estados como Alabama, el aumento de casos se debió a brotes en lugares muy concretos y delimitados, como geriátricos o fábricas, por lo que una vez contenida la situación, los números volvieron a estabilizarse.

Aún si los números están creciendo en la mitad de los estados, con la excepción de California, ninguno está cerca de la dimensión del brote que sufrió y sigue sufriendo, aunque con menor intensidad, el estado de Nueva York.

El estado epicentro de la pandemia en Estados Unidos tiene más de 380.000 casos confirmados de coronavirus y sufrió más de 24.400 muertes por la Covid-19.

Por eso, fue uno de los últimos estados en reactivar su economía y vida diaria, especialmente en la ciudad de Nueva York, donde se vivió la peor situación.

Pese a la cautela de las autoridades neoyorquinas, el estallido hace dos semanas de multitudinarias protestas en las calles en repudio por el asesinato de George Floyd cuando era detenido por la Policía en Minneapolis pareció haber dejado en segundo plano la preocupación por el distanciamiento social.

Hubo cientos de miles de manifestantes juntos, policías sin tapabocas y cientos de detenidos sin las condiciones de mínima precaución, según denunciaron activistas y organizaciones civiles.

Lo mismo sucedió en ciudades como Los Angeles, en California; Boston, en Massachusetts, y, por supuesto, Minneapolis, en Minnesota, entre muchas otras.

Según la Universidad Johns Hopkins, ya murieron más de 112.500 personas por coronavirus en Estados Unidos. La última proyección del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud de la Universidad de Washington, un modelo que suele tener en cuenta la Casa Blanca, calculó que para inicios de agosto el saldo de fallecidos habrá superado los 145.000.

Sin embargo, la Casa Blanca sigue firme en su decisión de no dar marcha atrás con las reaperturas y evitar como sea una mayor crisis económica en este año electoral, en el que Trump se juega su reelección.

«No podemos volver a cerrar la economía. Aprendimos que si cerramos la economía creamos más daño», aseguró hoy el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin en una entrevista con el canal CNBC.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), que también lleva un conteo global pero con cifras más conservadores, porque depende del envío de cifras de los estados, calculó hoy que Estados Unidos se acerca a los dos millones de contagios y está a punto de superar las 112.000 muertes.

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