El Tribunal Oral Federal 3 de Rosario postergó esta semana el inicio de un juicio que tiene como principales acusados al exjefe de Contrainteligencia de la Policía de Investigaciones (PDI) y ex Drogas Peligrosas, Alejandro Miguel Druetta, y al presunto narco Ignacio Mario Actis Caporale, alias Ojito o Nacho, a cuya banda le secuestraron una banda de droga en 2012. El debate oral, que se realizará a fines de octubre o principios de noviembre, busca determinar si, como declaró en 2018 un testigo que se acogió al régimen de imputado arrepentido, el jefe de la banda era el policía y no el señalado como líder de la organización.

La acusación que llevará adelante el fiscal Federico Reynares Solari consistirá en intentar probar que Druetta era el jefe de una asociación ilícita que por un lado permitía el narcomenudeo a algunos vendedores quienes, a la vez, les “marcaban” otros comercializadores con los que sumaba procedimientos “positivos” para ascender en su carrera policial. De ese entramado, según la investigación, también participaba un suboficial de la Policía de Rosario, Juan Ángel Delmastro, Tiburón, condenado en 2018 como cómplice de la banda Los Monos.

En 2012 el diputado provincial Maximiliano Pullaro denunció a dos narcos que operaban en el sudoeste santafesino: Carlos Ascaíni y Aldo Orozco. Ambos cayeron poco después a manos de Druetta, en operativos cuestionados. Uno porque la presunta cocaína incautada contenía, según el análisis de laboratorio, gran cantidad de azúcar. El otro por presunto “embagayamiento”, que en la jerga significa “plantar” la droga incautada.

Cuando Pullaro asumió como ministro de Seguridad en 2015, Druetta ganó terreno. Dejó la Brigada Operativa de Drogas de Venado Tuerto (antes había estado en Villa Constitución) para pasar a ser el jefe de Contrainteligencia de la PDI en Rosario y convertirse en un policía de confianza del ministro, que garantizaba un número creciente de “positivos” en el “combate al narcotráfico”.

La causa que se ventilará en octubre/noviembre expondrá los curiosos métodos empleados por el eficaz oficial.

Los ojos ciegos

Cinco días antes de la Nochebuena de 2016, Ignacio Actis Caporale fue detenido en una circunstancia poco frecuente para alguien que lleva cuatro años prófugo: estaba por largar una carrera en el autódromo de la Ciudad de Buenos Aires. Hasta daba notas televisivas en su nuevo rol de piloto automovilístico, como si gozara de impunidad.

El 26 de septiembre de 2012 su departamento del quinto piso de Presidente Roca 653, el de su padre y el de otras personas fueron allanados en una causa por drogas iniciada un año antes, como desprendimiento de un expediente en el que había caído Norma López, la Tía, una puntera con kioscos en el noroeste de Rosario. Las escuchas indicaban que uno de sus proveedores era un tal Ojito.

En el departamento la policía secuestró 3,1 kilos de cocaína, MDMA y muy poca marihuana. En los otros domicilios, 4 kilos y medio de marihuana, troqueles de LSD, 238 pastillas de éxtasis y demás. Fueron arrestados el padre de Ojito, Jorge Actis Caporale, Joaquín Goizueta, Leandro Cano, Daniel Illanes, Dante Pierani, Carlos Colombini, Román Palmedi y Pablo Kresta como presuntos integrantes de una banda narco.

Ojito no cayó. Volvía con su novia de un viaje a Colombia y, según contó años después en una entrevista que dio desde la cárcel a LT8, un policía le avisó del procedimiento. Aprovechó una escala del vuelo en Lima, y se bajó.

También contó que hasta 2013 le pagó a Druetta para no ser perseguido. Una vez “casi” lo atrapan cerca de la estación de Retiro. Su “suerte” se acabó el 19 de diciembre de 2016 en la pista del autódromo “Oscar y Juan Gálvez”.

No era la primera vez que visitaba la sombra. El 5 de julio de 2007, cuando tenía 18 años, el propio Druetta lo detuvo por tenencia de drogas en la plaza Pringles.

Según Ojito, a partir de entonces se puso a vender drogas para el policía, a quien también le habría brindado el servicio de señalamiento de comercializadores para detener. En el juicio se verá si hay prueba suficiente para sostener la primera acusación, fundada principalmente en el testimonio del “arrepentido”.

Señaladores

En el juicio oral que se aproxima se acumularon dos causas: la iniciada en 2011 por comercio de estupefacientes que tenía a Actis Caporale como organizador de una banda y la investigación a Druetta por el delito de confabulación con Ojito para vender narcóticos. La Procuraduría Contra el Narcotráfico (Procunar) pidió la acumulación luego del segundo procesamiento a Druetta, como jefe u organizador de una asociación ilícita destinada a la venta de drogas junto a Delmastro y Actis Caporale.

Ese nuevo procesamiento se fundó en tres declaraciones realizadas por un “arrepentido” que testimonió: “El jefe era Alejandro Druetta, era él quien entregaba la droga y decía muchas veces a quien le tenían que vender la droga. También pedía que le entreguen a gente que les compraba, para él después detenerlos y con esos procedimientos ir ascendiendo en su carrera policial”.

Sobre lo que existe una prueba generosa es sobre los operativos de resultado “positivos” realizados por Druetta y Delmastro que el arrepentido dijo que eran entregados por Actis Caporale, como parte del acuerdo con los policías.

La Fiscalía verificó esa modalidad en al menos cinco causas: una de 2008 que tuvo como acusado a Pablo Castelau; otra de 2009 con Jerónimo Zabala Salinas; y tres de 2011 con Patricio Ferrecio, Gustavo Camelli y Sergio Campos como acusados, respectivamente.

Según la acusación, en esos expedientes “se incluyeron como declaraciones falsas que se había dado con los imputados a partir de llamados efectuados en forma anónima o como consecuencia de procedimientos de prevención, cuando en realidad se llegaba a sus aprehensiones como consecuencia del conocimiento al que accedían por la actividad de tráfico que desplegaban junto con Actis Caporale”.

El caso más emblemático, por lo burdo, fue el de Castelau, un hombre de Buenos Aires detenido en Rosario en 2008 por Delmastro y Druetta. En el acta dijeron que estaba en “actitud sospechosa”, pero en el teléfono de Castelau apareció una llamada de Tiburón de un día antes del arresto.

Según el “arrepentido”, la detención de Castelau fue entregada por un “puntero” llamado Tiago que “le debía plata a la Brigada” a la que pertenecían los policías. El día anterior lo habían ido a buscar a la Terminal de Ómnibus pero Castelau no llegó. Tiago lo llamó desde su teléfono y no respondió. Delmastro le dio el suyo para que pruebe y su número quedó grabado en el de Castelau, que al final fue detenido 24 horas más tarde cuando por fin llegó a Rosario a exhibir su actitud sospechosa.

Fuente: El Eslabón

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