Mi nombre es Agostina Germanis, vivo en la ciudad de Casilda con mi familia: papá, mamá y hermana. Tengo 14 años, curso 2do. año, en la Escuela de Enseñanza Media N° 209 “Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield”.

Mi experiencia con esta impredecible pandemia parece no terminar más. En este momento, en el que ya estamos todos cansados, podemos encontrar un lugar de esperanza en cada rincón que tengamos intención de buscar.

Esta cuarentena, que aún no tiene fin, la venimos llevando desde aquel marzo, incierto, que no nos daba indicios de lo que venía después.

Ya pasando los meses, con mucha ligereza, nos fuimos adaptando a estas costumbres, obligaciones, que debemos cumplir.

En todos estos días, saqué todo lo creativo que tenía por dentro. Buscando siempre la manera de poder divertirme, para que así el tiempo pase más rápido. Realizando actividades como dibujar, pintar, hacer algunos juegos y todo lo que puedas sacar de vos mismo.

Pude sobrellevar muy bien todos los otros meses y así hay que seguir, haciendo ejercicios, entreteniéndome y haciendo los trabajos escolares. Hacer tareas, la verdad, me entretiene mucho, porque aprendés, y mientras tanto pasás el tiempo.

Realicé algunas actividades distintas para poder cambiar de vez en cuando la misma rutina de siempre.

Aprendí a cocinar unos muy ricos postres, platos dulces y diversas comidas. Algunos no salieron como quise, se quemaron, pero así también pude aprender, porque de eso se trata esto, de aprender y seguir.

Pinté y dibujé toda la cuarentena, es algo que me encanta y es muy bueno para sacar a la luz un poco de paz dentro de uno mismo, algo que en estos momentos necesitamos bastante.

Escucho prácticamente todo el día música. Siempre que estoy haciendo algo o alguna actividad me pongo canciones, creo que así se disfruta más el momento.

Miré cientos de películas y series que, en realidad, es lo que más hago en la cuarentena. Algunas que con amigas o familiares nos recomendamos entre nosotros.

También estoy haciendo actividad física, en verdad desde que empezó la cuarentena; y así sigo, contando unos meses más. A decir verdad, es lo que más me gusta hacer, es un rato que me tomo y dedico a mí misma.

Dedicarse un poco de tiempo para uno mismo, en estos momentos, es muy bueno. Con todo esto de las muertes que estamos escuchando, y que cada vez hay más casos, nos estresamos y perdemos esperanzas. Pero tomarse un rato de tranquilidad y relajación puede liberarnos una energía más positiva y motivadora.

A veces me recuesto en una reposera de mi casa, que está en el patio, y me pongo a disfrutar del sol. Cierro los ojos, respiro y pienso en cualquier cosa, y la energía es distinta, diferente, te sentís con más esperanza, con más felicidad, es un momento donde te sentás y reflexionás sobre la vida, y la situación que estamos viviendo. Es una gran ayuda y alivio cuando estás un poco estresada o te sentís vacía.

Toda esta situación nos afecta de alguna manera emocional y psicológicamente. El estar separados distantemente nos crea un vacío existencial por medio de la soledad que llevamos a cabo. Somos personas y necesitamos con quién compartir nuestras emociones, nuestras actividades, nuestra vida. Y al no poder llevar esto a cabo, nos sentimos solos, rotos, sin nada adentro.

Estamos cansados de hacer la misma rutina una y otra vez, sin salir, sin compañía, sin motivación. Con esto vimos y aprendimos la gran importancia de la socialización con las personas y con salir afuera, tomar aire fresco.

Muchas veces me frustré, me enojé, la situación me entristeció, pero como siempre, pude seguir y levantarme nuevamente.

Por suerte, a mí me acompaña mi familia en esta cuarentena, que son un gran apoyo y sostén para cuando me siento mal. Nos entretenemos mirando películas o programas de televisión, es lo que más hacemos en esta cuarentena eterna. No imagino una experiencia como esta sin ellos, sin su cariño y compañía incondicional que me otorgan todos los días.

El amor, amor de familia, también nos ayuda a resistir y seguir adelante.

También tuve la sorpresiva experiencia de tener Covid-19. Mi mamá lo contrajo y la situación fue un poco abrumadora pero, por suerte, no fue nada grave. Ahora ya está completamente librada del virus y tanto yo como mi familia estamos perfectamente bien y sanos.

A mis familiares los extraño con todo lo que soy, tengo muchas ganas de verlos, abrazarlos y besarlos. Poder volver a cenar con ellos como lo hacíamos todos los sábados, jugar y divertirnos con mis primos, y volver a compartir risas y emociones.

También extraño a mis amigas, que me ayudan con casi todo, compartimos charlas, y risas a través de la pantalla. Con ellas hablo todos los días, mucho más ahora que hace un montón que no nos vemos. A veces, hacemos videollamadas para ver cómo estamos y cómo llevamos la cuarentena. Las extraño un montón, la amistad es una relación muy importante, y por más que estemos distanciadas, seguimos manteniendo una hermosa conexión.

Tengo muchas ganas de salir, de ir a andar en bicicleta, recorrer el centro, ir a la plaza con mis amigas y familia, ir a caminar por las calles, y todas esas actividades que en serio se disfrutaban.

Extraño la escuela, el aula, el salón, todos los días compartidos con mis profesoras y compañeros. Todas esas mañanas que nos levantábamos con mucha adrenalina para no llegar tarde a la escuela, o esas emociones que sentías previas a los exámenes. Extraño esa forma de enseñanza, desde el salón de clases, con las profesoras de frente, preguntando y escuchando. Compartiendo un ida y vuelta con los alumnos, donde se desarrollaba la comunicación.

Ahora, tenemos clases virtuales, que si bien son una forma de enseñar que debemos tener, no es lo mismo. No podés compartir la misma química, el mismo aprendizaje, el mismo ritmo educativo. Extraño eso, las pequeñas cosas, que antes no significaban nada y que ahora significan todo.

En este momento que está llegando el verano, tengo la esperanza de que los contagios disminuyan, y que el virus se libre un poco de nosotros, para que al menos tengamos un verano un poco más lindo, y que lo podamos pasar en familia.

Ya estoy un poco cansada, porque parece que esto se está volviendo eterno. Pero por otro lado, de algún modo, esto nos deja una gran enseñanza y una gran experiencia vivida, además de una gran anécdota que contar en unos años.

Yo tomo y conservo esta situación como un desafío y un gran aprendizaje para la vida. Tratemos de cumplir la cuarentena o las normas que se nos exigen. Mientras más personas cumplan con sus obligaciones, más rápido vamos a salir de esto. Es muy tedioso, y cada vez se vuelve mayor, pero eso no significa que tenemos que parar de hacerlo.

El éxito se basa en el progreso que llevamos y el camino que tuvimos que atravesar para llegar. No hay que perder la esperanza, no nos demos por vencidos, que para poder lograr el fin de todo esto hay que poner una parte de nosotros. Y así sumamos pequeños esfuerzos, que después se van a convertir en una solución y finalmente en la meta. Mantengámonos positivos, que todo va a pasar y sanar ¡No nos rindamos!

Y también ¡Muy feliz día a todos los estudiantes!, que cada día nos vamos esforzando un poquito más para salir de esto. Porque tratamos de sobrellevar esta pandemia. Nosotros también nos cansamos, nos aburrimos, y no sabemos qué hacer. Pero intentamos, tratamos de hacer lo mejor.

*Tiene 14 años y estudiante de 2do. año de la Escuela N° 209 Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield, de Casilda.

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