Un hombre secuestrado durante la última dictadura cívico militar en Rosario declaró este miércoles por primera vez, a 44 años de haber sido secuestrado, en un juicio oral y público por delitos de lesa humanidad, y afirmó que lo hizo “por la memoria de los muertos sin juzgar”, luego de enterarse que en el centro clandestino donde estuvo “murieron 29 personas”.
Daniel Guibes prestó testimonio, en forma virtual, ante el Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) que lleva adelante el juicio de la denominada “causa Klotzman”, en el que se ventilan los casos de 29 militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) desparecidos en el centro clandestino denominado como “Quinta Operacional de Fisherton”.
En el proceso oral están acusados tres exmiembros de la delegación Rosario de la Policía Federal Argentina y un integrante de la Inteligencia del Ejército.
“Esto lo tenía guardado, no hablaba, no decía nada”, contó Guibes al tribunal sobre su imposibilidad de relatar durante cuatro décadas su secuestro y las torturas que padeció en su cautiverio.
“Con el tiempo, me entero que ahí (por uno de los centros clandestinos donde estuvo) murieron 29 personas”, indicó, para agregar que tras 44 años de silencio decidió prestar testimonio “por la memoria de los muertos sin juzgar”. “Creo que actué bien, tengo la conciencia tranquila”, explicó Guibes, quien se desempeña como empleado de mantenimiento del colegio San Bartolomé de Rosario.
Según relató, fue secuestrado de su casa el 10 de octubre de 1976 delante de su padre y de su hermana por una patota de civil que le preguntaba por una persona que no conocía. Entonces tenía 19 años “y no militaba, ni un poster tenía”, dijo este miércoles. Relató que los intrusos lo buscaron en la cama y “cuando me quise levantar me bajaron a golpes”.
“Yo creía que era un robo y me dijeron, ‘no te hagás el boludo’”, testimonió Guibes ante los magistrados del TOF 2, al que también les contó que los hombres de civil “arrasaron con todo, se llevaron los electrodomésticos y la plata de la cuota que teníamos para pagar la casa”.
La sospecha de los fiscales que investigan el caso es que las fuerzas armadas buscaban a un vecino de Guibes y por “error” lo secuestraron a él. El hombre relató que lo llevaron encapuchado en un auto, en primer lugar a una casa con sótano que cree que estaba en la ciudad, por los “ruidos” y el “movimiento”.
Luego de una cantidad de días que no pudo precisar, pero calcula que fueron cuatro o cinco; indicó que lo trasladaron con una mujer en el baúl de un auto a otro centro clandestino, el que finalmente reconoció en 2015 en circunstancias azarosas.
Tras varios días de sufrir tormentos, “violencia física y psicológica” y alimentarse con pan de mate cocido, fue liberado y regresó a su casa.
Guibes explicó hoy que en 2001, la escuela para la que trabaja, lo destinó al campo de deportes de la zona oeste de Rosario, donde “siempre veíamos un chalet imponente, de tejas rojas, y siempre estaba ocupado por Gendarmería”. Un día “le pregunté a un compañero y me dijo ‘según dicen ahí tenían gente presa hace mucho tiempo’. Pensé, pero no le di tanta importancia”, remarcó.
Agregó que Gendarmería dejó el chalet, que fue ocupado, y en 2015 el predio fue adquirido por el colegio que lo emplea, por lo que junto a otros compañeros tuvo que ir a acondicionarlo.
“Entramos, vamos caminando, mirando, porque a pesar de todo la construcción era imponente. Cuando llego al baño, era el baño al que había entrado tantas veces a orinar sacándome la venda”, relató el sobreviviente de la Quinta Operacional de Fisherton.
Y siguió: “Giré para la derecha y entro a la piecita en la que estábamos los tres (por otros dos detenidos). Para mi significó quedar prácticamente paralizado. No podía entender”. Tras el reconocimiento del segundo lugar donde estuvo secuestrado Guibes calló: “No hice ningún comentario, ni si quiera le comenté a mi esposa, a nadie, soy una persona que no hablaba mucho”.
En 2016 el sobreviviente se cruzó con un grupo de antropólogos forenses que buscaban pruebas entre los escombros de la “Quinta Operacional de Fisherton”, que estaba siendo demolida, y les contó su historia. Uno de ellos lo convenció que, más de cuatro décadas después, era importante que prestara declaración porque hasta entonces se conocía un solo sobreviviente de ese centro clandestino, Fernando Brarda.
Finalmente, Guibes testimonió hoy por primera vez en un juicio los padecimientos que sufrió en 1976.
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