Andrés Arauz, candidato correista, ganó con holgura las presidenciales en Ecuador, pero de todas maneras habrá segunda vuelta. “Es un triunfo contundente, tenemos la victoria en casi todas las regiones del país”, aseguró tras el lento escrutinio. El candidato del partido indígena, Yaku Pérez, y el banquero de derecha, Guillermo Lasso, pelean por el segundo puesto

Tras una jornada tranquila y en medio de una noche muy tensa con un conteo muy lento, el candidato presidencial del correísmo, el joven economista Andrés Arauz, que ganó este domingo con mucha holgura en las elecciones de Ecuador –según el conteo rápido oficial y dos sondeos privados de boca de urna– celebró el “abrumador” apoyo recibido y habló de una “potencial segunda vuelta”.

Mientras el correísmo pide paciencia hasta que termine el escrutinio y no abandona la esperanza de ganar en primera vuelta, la otra gran incógnita que dejaron los primeros resultados es, de haber balotaje, quién competirá contra Arauz. 

Según el conteo provisional del CNE, el candidato del partido indígena Pachakutik, Yaku Pérez, y el hombre de unidad de la derecha, el empresario Guillermo Lasso, pelean ese lugar con un empate técnico. Con el 97.57 por ciento de las actas escrutados, Arauz captó el 32.20 por ciento de los votos válidos, mientras que Pérez se quedó con 19.80 de acuerdo con la página web del CNE, seguido muy de cerca por Lasso, que tiene el 19,60. La sorpresa la dio el empresario que se estrenaba en la política, Xavier Hervas, con un cuarto lugar y el 16,02 por ciento de los votos.

“No hay ninguna duda, estamos en el primer lugar. (…) Se confirma nuestro rol como los triunfadores de esta primera vuelta electoral con un margen importante frente a los demás. Recibimos un apoyo abrumador en todo el país”, celebró Arauz en su bunker de campaña. 

“Vamos a tener una cantidad de asambleístas sustancial que nos va a permitir una gobernabilidad adecuada”, agregó, mostrándose confiado de que será el próximo presidente ecuatoriano, aunque habló de “una potencial segunda vuelta”, dado los resultados preliminares y el escrutinio parcial.

“Es un triunfo contundente, tenemos la victoria en casi todas las regiones del país, siempre estuvimos primeros en el corazón de los ecuatorianos (…) Tenemos que tener una perspectiva en la segunda vuelta que es aglomerar a la gran mayoría del pueblo”, indicó Arauz.

Más tajante había sido el ex presidente Rafael Correa unos minutos antes desde Twitter y había desnudado una vez más el clima de desconfianza que existe en Ecuador tras una campaña plagada de obstáculos y denuncias. “El ‘conteo rápido’ del CNE (Consejo Nacional Electoral) nos da 31%. Todos saben que eso es mentira. En los mismos datos reales ya ingresados, estamos en alrededor del 38%. ¡A cuidar cada voto! El engaño es evidente”, tuiteó el ex mandatario desde Bélgica, donde vive desde que terminó su mandato en 2017 y desde donde siguió la campaña por una confirmación en tiempo récord de una condena por corrupción.

“Una vez más las encuestadoras se cayeron y no creo que eso fuera inocente. Y ahora el conteo rápido. Nuestros pronósticos nos dan un empate técnico con Arauz… lo cierto es que ni Lasso ni Correa quieren que lleguemos a una segunda vuelta porque saben que en una segunda vuelta ganamos”, sentenció el candidato indígena y activista ambiental, rodeado de sus simpatizantes.

“Vamos a estar vigilantes toda la noche, toda la madrugada y todo el día de mañana, porque lo que ganamos en las urnas no se puede perder ahora”, prometió en una actitud similar a la adoptada por el correísmo que pidió una y otra vez “cuidar el voto” hasta que haya un resultado definitivo.

Lasso, quien durante toda la campaña fue el favorito indiscutido de la grieta ecuatoriana para disputar un eventual balotaje con Arauz, se mostró confiado a la noche de que será él quien entre en una segunda vuelta presidencial. “La gente honesta está dispuesta a luchar sin descanso por un mejor Ecuador”, dijo. 

“Tengan la certeza de que estaremos en segunda vuelta. No permitiremos que los representantes de los más grandes corruptos de los últimos 14 años pretendan regresar”, tuiteó el ex banquero, profundizando una vez más en su discurso anti Correa. 

En su bunker electoral, Lasso ya comenzó a forjar su discurso de polarización para una eventual segunda vuelta: “Celebro al pueblo ecuatoriano porque dos tercios de los ciudadanos le dijeron no al modelo totalitario y populista que pretende volver a gobernar con recetas que fracasaron en todos los países en que se implementaron, como acá cerca en Venezuela”.

La jornada electoral estuvo marcada por las largas filas fuera de los centros de votación, que echaron por tierra el clima de apatía y desinterés proyectado días anteriores por distintos especialistas, a tal punto que la participación fue del 82,2 por ciento, según el CNE, en línea con las dos últimas dos elecciones presidenciales, pese a que actualmente el país atraviesa la segunda ola de la pandemia de coronavirus.

Además de presidente, los ecuatorianos eligieron a 137 miembros de la Asamblea Legislativa y cinco representantes del Parlamento Andino en los 4.276 recintos habilitados en el país y otros 101 dispuestos en el exterior.

Dolores Gandulfo, titular de la misión de observación de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), explicó a Télam que el inicio de la votación se demoró aproximadamente 30 minutos. “Hubo muchos problemas en la constitución de las mesas y el reemplazo con ciudadanos que llegaban a votar y tenían que ejercer como autoridad de mesa. En la mayoría de los casos se demoró media hora la apertura”, dijo Gandulfo.

En conferencia de prensa, el vicepresidente del CNE, Enrique Pita, reconoció este problema que creció con el correr de las horas: “Se han presentado circunstancias que desalientan a los electores en relación a colas muy extensas. Sin embargo, las instrucciones que se han dado desde las autoridades del Consejo Nacional Electoral a las Fuerzas Armadas es que se flexibilice esta situación, a efecto de permitir que las colas fluyan”.

Los comicios suponen el principio del fin del Gobierno de Lenín Moreno, quien termina su mandato sumido en un ocaso político, en plena crisis económica y sanitaria, con un criticado manejo de la pandemia, socialmente deslegitimado y tildado de “traidor” por el movimiento correísta que lo llevó al poder hace cuatro años.

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