Hoy debía ser un día de celebración y de festejo. Porque ganamos un derecho que el movimiento estudiantil ha peleado desde hace décadas, y hoy se concreta en nuestra provincia: El Boleto estudiantil gratuito. Un derecho que viene a complementar, fortalecer y consolidar el Derecho a la Educación Pública y Gratuita.
Como peronistas, aprendimos de Perón y de Evita, que no basta decir que un derecho existe, y que esté escrito en un papel, si no hay acciones positivas que lo conviertan en una realidad efectiva. Por eso, el boleto educativo representa para nosotrxs una acción concreta para remover los obstáculos entre los derechos consagrados en la letra de las normas, y el acceso real a esos derechos. A partir de hoy, cientos de miles de pibas y pibes, jóvenes y docentes van a tener derecho real a estudiar, aprender y enseñar, sin el impedimento económico de no tener cómo trasladarse, y eso es un enorme logro para toda la comunidad educativa.
Como organización, somos orgullosos partícipes del movimiento estudiantil argentino, y su larga tradición de luchas. Un movimiento estudiantil diverso y heterogéneo, que en los peores momentos de nuestra historia como pueblo, logró construir la unidad necesaria para enfrentar dictaduras y modelos de ajuste neoliberal, y junto a los sindicatos docentes, consolidar la idea de que la educación debe ser pública y gratuita, resistiendo todos los embates en contrario.
Por eso, junto a diversos representantes del movimiento estudiantil, participamos del acto en el que se anunció esta medida.
Lamentablemente, uno de los organizadores, sin comprender quizás esta unidad histórica que nos permitió enfrentar al neoliberalismo, expulsó a una compañera de nuestra agrupación por tener la remera identificatoria de la Cámpora.
Este hecho, que constituye un acto de proscripción política y censura, parece inscribirse en el camino de estigmatización que los medios hegemónicos han iniciado contra nuestra agrupación, como extensión de la campaña de agravios y ataques judiciales que se lleva adelante contra la compañera Cristina.
Esto demuestra que en todos los ámbitos se puede ser permeable a una acción de desgaste que la embajada norteamericana, el monopolio mediático y la jerarquía del poder judicial han abierto contra la dirigencia popular, algo que se replica en toda nuestra América. Esta acción de desgaste es tan meticulosa y virulenta que ha llegado incluso a boicotear medidas sanitarias de cuidado a la población.
Actitudes de este tipo nos remiten a pensar sobre las bases fundantes de nuestra subjetividad colonial, y cómo persiste en nuestros vínculos políticos. Para nosotres, reivindicar nuestras insignias, nuestras banderas, nuestras remeras, es una necesidad porque integramos un movimiento político que sufrió 18 años de proscripción, represión, cárcel, y 7 años de nueva proscripción, cárcel, tortura y desaparición.
Los pibes y pibas de la UES desaparecidos, formaron en el año 74 una coordinadora por el derecho al medio boleto. Cuando usamos nuestras remeras, contamos esa historia. La contamos con nuestros cuerpos, vistiendo los colores celeste y blanco, con el nombre del Tío Cámpora que recuerda a la juventud que peleó por la vuelta de Perón al país, con el sol inca de nuestros hermanos originarios, ese sol que Belgrano puso en la bandera para que no nos olvidemos nunca de quiénes somos. Y nosotros le agregamos la cara sonriente de Néstor y de Cristina, para no olvidarnos nunca de lo que el pueblo unido puede lograr.